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Tamara de Lempicka: así inspira la 'baronesa del pincel' a la moda

El palacio de Gaviria en Madrid acoge una exposición sobre esta artista del Art Decó convertida en un referente sobre la pasarela

'Dos chicas jóvenes', una de las obras de la muestra

Cortesía del Palacio de Gaviria

Sofisticadas, desinhibidas y ferozmente libres. Si Zelda Fitzgerald inmortalizó a las mujeres de los años 20 a través de las letras, Tamara de Lempicka (1898-1980) lo hizo a través del pincel. Las pinturas de la reina del Art Decó, como se la denomina a menudo, son un fiel reflejo de la figura femenina en la era del Jazz.

A medio caballo entre el cubismo suave y los desnudos del pintor Dominique Ingres, el retrato es la forma que predomina entre sus lienzos más destacables. Los colores vibrantes y esa elegancia congelada y sensual marcan la pauta de un estilo fácil de reconocer que podrá disfrutarse en el palacio de Gaviria. Desde el 5 de octubre, el centro acogerá una retrospectiva de Lempicka, la primera en Madrid, con más de 200 obras suyas procedentes de más de cuarenta colecciones privadas.

'Las dos amigas - Confidencias'

Cortesía del Palacio de Gaviria

Aunque fue una de las artistas femeninas más aclamadas de su época, su obra casi roza de puntillas por los libros de historia. No fue hasta los años 70 cuando el galerista parisino Alain Blondel rescató del olvido su pintura, muy cotizada actualmente entre las subastas de Sotheby’s. Su fascinante biografía ayudó a alimentar el aura de misterio que rodea su arte. Ocultaba su lugar y fecha de nacimiento, aunque se cree que nació en 1898 en Moscú, en el seno de una familia de origen polaco. Se dice que era bisexual, se casó dos veces (la primera con el abogado Tadeusz Lempicki, de quien tomó el apellido, y la segunda con el barón Kuffner), empezó a pintar en París huyendo de la Rusia bolchevique y se supo hacer un hueco en la alta sociedad del momento. Con el auge del nazismo emigró a Estados Unidos. Acabó sus días en México y por deseo suyo, sus restos descansan en el cráter del volcán Popocatepetl.

Más allá de su pintura, ella misma se convirtió en toda una estrella, y supo utilizar la ropa como su mejor arma. La escritora Jess Berry cuenta que Tamara de Lempicka hizo de la moda una poderosa herramienta de publicidad para su propia imagen. Solía aparecer a menudo vestida con diseños de couturiers como Schiaparelli, Lucien Lelong, Alix Grès y Marcel Rochas. Una estrategia que ofrecía más visibilidad tanto a los diseñadores como a la propia Tamara en las revistas de sociedad. Lempicka se labró una imagen de celebridad y fue inmortalizada por fotógrafos como Madame d’Ora o Thérèse Bonney.

Tamara de Lempicka fotografiada por Madame d'Ora con un vestido de Marcel Rochas

Getty

Su propio apartamento en la 7 Rue Méchain de Montparnasse (París), donde se mudó en 1929, no solamente sirvió de escenario para los fondos de sus pinturas. Decorado por la arquitecta Adrienne Górska al estilo Art Decó, Lempicka utilizó su hogar (que hacía las veces de estudio y galería de arte) como un elemento más de su imagen, para representar su personalidad y su estilo de vida.

Tamara de Lempicka, cuyo nombre real era Maria, fue considerada todo un símbolo de la liberación de la mujer. Así lo representaba el encargo que le pidieron en 1929 para la revista de moda alemana Die Dame: un autorretrato en el que aparece con una bufanda y guantes a juego al volante de un Bugatti verde. Aunque no fue la única portada que hizo para la cabecera, sí que fue la más icónica. De hecho, en este retrato se inspiró Ralph Lauren para los gorros que llevaron sus modelos en la colección de otoño de 2005.

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El diseñador norteamericano no ha sido el único que ha “subido” a Tamara Lempicka a la pasarela. Desde hace años se suceden nombres que toman su arte como punto de partida para los desfiles. Uno de los últimos ha sido el de otoño-invierno 2018 de Isabel Núñez, como hicieron en su día Carolina Herrera o Mugler para sus colecciones pre-fall de 2017, Emilio de la Morena en 2016 o Dries Van Noten en la primavera de 2014. La artista ha influido hasta en los desfiles de moda masculina, como la colección de otoño 2008 de Versace, inspirada en la forma que tenía Tamara de retratar a los hombres de su vida.

Karl Lagerfeld ha demostrado que la sombra de Lempicka es alargada. En ella se inspiró el director creativo de Chanel para retratar a la cantante Florence Welch para la portada de su single Shake it Out en 2011. Steven Meisel, otro de los pesos pesados de la fotografía de moda, tomó sus cuadros como referencia para inmortalizar a la modelo Natalia Vodianova para la edición de Vogue Italia en mayo de 2008. A Lempicka volvería a recurrir Meisel para los fondos de la campaña de Louis Vuitton con Madonna un año más tarde.

'Mujer con sombrero'

Cortesía del Palacio de Gaviria

La relación de la ambición rubia con la “baronesa del pincel” sí que se podría considerar un auténtico fervor. La cantante, que ha presumido de tener “todo un museo de Lempicka”, es una gran coleccionista de sus cuadros, y lo ha dejado patente en sus videoclips. Además de homenajear al fotógrafo de moda Horst P. Horst, el videoclip de Vogue (1990) es un tributo en toda regla a  la pintura de Lempicka, con lienzos como Femme Bleu a la Guitare, Nana de Herrera o Andromeda. Estos dos últimos también aparecen en otros videoclips: Substitute for Love (1998) y Open your heart (1986), donde recurre asimismo a su aclamada La Belle Rafaela. Además, también formaron parte del escenario de dos giras de Madonna: el Who’s that Girl Tour (1987) y el Blond Ambition Tour.

'La Belle Rafaela' aparece en varios videoclips de Madonna

Cortesía del Palacio de Gaviria

La artista ha llegado incluso a influir en la industria de la belleza. Lolita Lempicka, la marca francesa que lleva más de veinte años embotellando cuentos de hadas en frascos de perfume, toma su nombre de la protagonista de Nabokov, Lolita, y el apellido de la reina del Art Decó. Una referencia a la que se suman dos hitos recientes: el doodle con el que Google celebró el pasado mes de mayo su 120 cumpleaños y el musical de Lempicka estrenado en el Festival de Teatro de Williamstown que reseñó en julio el New York Times. 2018, desde luego, está siendo uno de sus años.

Tamara de Lempicka pintando 'Susana en el baño' (1938)

Getty / Cortesía del Palacio de Gaviria

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