Testimonio

Definirse en el rizo: la identidad del pelo afro

Cada vez más melenas afro abandonan los complejos tratamientos alisadores para abrazar la naturalidad de su pelo. Una refrescante propuesta íntimamente ligada a cuestiones como la raza, el género o la tradición
Litza Veloz fotografiada por Edu García
Litza Veloz fotografiada por Edu García con peluquería de Itziar NzangEdu García

Este tema se publicó en el número de febrero de 2021 de Vogue España.

El cabello afro crece como queriendo desafiar la gravedad, se encoge para ocultarnos su verdadera longitud y es capaz de adoptar formas inimaginables, tal y como demuestran las imágenes del editorial protagonizado por Litza Veloz que acompaña a este texto. Además, su ornamentación tiene historia: durante cientos de años en África se ha modelado el pelo para crear peinados que rozan la categoría de arte. Sin embargo, el colonialismo, que llevó consigo la imposición de un canon de belleza eurocéntrico, los relegó al plano de los tradicional y, de algún modo, lo obsoleto. 

Cuello alto amarillo de PRADA; y pendientes bañados en plata de UNODE50

Edu García

En los últimos años, algo ha cambiado. Ya lo vimos en 2013, cuando al escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie acudió en Londres al estreno de la adaptación cinematográfica de uno de sus libros. Para la ocasión, decidió lucir un peinado que en lengua Yoruba se conoce como irun kiko. Que sorprendió es lo mínimo que se puede decir. Allí estaba ella, una mujer de éxito peinada como sus antepasados. Su aspecto aquella noche era un desafío, prácticamente un acto político

Vestido negro de tul y flores, de LOEWE

Edu García

Lo cierto es que el pelo afro puede llegar a ser un enigma hasta para quienes hemos nacido con esta textura. Sí, muchas nos hemos pasado media vida intentando transformarlo en algo que no es. Desde que se inventó hace más de un siglo, el alisado químico ha sido la pócima secreta para acercarnos a un canon de belleza (el eurocéntrico) de otro modo inalcanzable. “Es una técnica que conocemos todos en la comunidad afro. O nos lo hemos hecho nosotras o alguien de nuestro entorno” afirma Néhémie Saldanha, peluquera especializada. Sin embargo, “la polémica en torno a sus efectos sobre la salud a largo plazo ha hecho que e la última década pierda mucha popularidad para dejar paso a estilos y tratamientos más naturales”. Saldanha no solo peina, también ofrece asesoramiento durante la “trasición”, un proceso (cada vez más popular) que consiste en abandonar los tratamientos alisadores y dejar que el pelo exprese su propia naturaleza. Para muchas mujeres esta experiencia puede convertirse en una montaña rusa emocional, ya que el cabello está íntimamente ligado a la idea contemporánea de feminidad. Cambiarlo desata una batalla interna entre lo que eres y lo que la sociedad quiere que seas. Elizabeth, de 26 años, se rapó hace año y medio. “Recuerdo sentirme aterrada por tener que enfrentarme a nuevas miradas y un sinfín de preguntas. Pero aliviada por darme cuenta de que la que realmente define lo que soy o cómo me veo soy yo, y no mi pelo”.

Collares bañados en oro, de UNODE50; cinturón de eslabones, de CHANEL; y pendientes bañados en oro de BONAI.

Edu García

Puede que Chimamanda ejemplificase en un evento público el movimiento con su reivindicación, pero son legión quienes han llevado la defensa del cabello natural a las redes sociales, un entorno que facilita que la gente interactúe y comparta trucos, técnicas y experiencias. En cierto modo, estos espacios han servido para compensar la falta de profesionales especializados en la mayor parte del globo terráqueo (incluyendo a España). “En algunos de los cursos que he hecho en España ni siquiera se ha mencionado el cabello afro”, lamenta Itziar Nzang, peluquera detrás de los peinados de este editorial. Hace unos años vio que el número de modelos afrodescendientes no paraba de aumentar, y encontró una nueva vocación: la formación. “Se sentían un poco desamparadas”, confiesa Nzang, que desde entonces ofrece cursos de peluquería afro de plató a profesionales dispuestos a ampliar sus horizontes. “Una gran duda que siempre surge es el tema de los productos”, asegura. Y que las texturas afro o simplemente rizadas son consideradas como una otredad por gran parte de la industria de la belleza. “Nos vemos obligadas a acudir a tiendas de otros países o a marcas importadas por las que se suelen pagar precios y gastos de envío elevados”, destaca Ana Buiriberi, miembro del colectivo Afroféminas, una de las principales comunidades digitales en ofrecer información sobre el pelo afro. Pese a que en los últimos años han proliferado firmas especializadas, en España el acceso a muchos de estos productos sigue siendo un reto. 

Camisa y pantalón en tono rosa metalizado, ambos de ISABEL MARANT.

Edu García

Así, el cabello parece conducirnos inevitablemente a hablar de racismo. En 2016, una protesta estudiantil en un colegio de Pretoria, cuyo código de conducta incluía normas capilares que discriminaban a los estudiantes negros, provocó un debate acerca del racismo sistémico en Sudáfrica. En 2018, un video de un joven luchador negro llorando mientras le cortaban sus dreadlocks para poder competir en EE.UU. se hizo viral y permitió propulsar un proyecto de ley que protege peinados como las trenzas. Aunque no hace falta viajar fuera de la península para encontrar ejemplos. Sin ir más lejos, Nía Correia, ganadora del programa musical OT, fue objeto de moda en redes sociales durante la última gala del concurso debido a su peinado. La periodista Lucía Mbomío respondió pidiendo a sus seguidores que subieran a sus redes una foto con el hashtag #mipelomola y etiquetaran a la concursante para mostrarle su apoyo. 

Traje con estampado Paisley, de GUCCI; y jersey de cuello alto, de JIL SANDER.

Edu García

Símbolo de identidad cultural para unos, accesorio para otros, es evidente que el cabello afro tiene una historia larga y compleja. A lo largo de los siglos, ha sido un potente indicador racial y ha impactado con fuerza en la calidad de vida de quien nacía con dicha textura, estigma que incluso se arrastra hoy en día. No solo en África. En muchos países de Latinoamérica se emplea el término “pelo malo” como sinónimo de afro. En su ensayo sobre los prejuicios en Puerto Rico, el escritor Luis Rafael Sánchez analiza ese concepto. Y lo redefine de una manera que conviene no olvidar: “El pelo malo es el que se cae. El pelo malo, por tanto, solo lo tienen los calvos. Me desdigo. Lo tuvieron”.