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 • Opinión

8 de cada 10 mujeres argentinas se siente insatisfecha con su imagen corporal

Candela Yatche, fundadora de Bellamente, nos invita a repensar los estereotipos de belleza y cómo estos crean insatisfacción corporal.


8 de cada 10 mujeres argentinas se siente insatisfecha con su imagen.

8 de cada 10 mujeres argentinas se siente insatisfecha con su imagen. - Créditos: Getty



Apenas pronunció la palabra belleza lo primero que se me viene a la mente es el molde al que aspiró desde que tengo memoria: la panza chata (pero con curvas), tonificada (pero tampoco tanto), las piernas flacas (pero que haya de donde agarrar), con ojos claros, la piel sin marcas, sin pelos, bronceada, las tetas paradas y con volumen, el pelo largo, rubio y lacio. Una lista que supe tener tatuada en la frente y que busqué conseguir consumiendo en lo que después llamé el mercado de los cuerpos: cada vez que tachaba un ítem, aparecían dos nuevos. ¿Cuándo aprendí que ciertas características físicas son consideradas más “atractivas” que otras? ¿Quién determina lo que es bello y lo que no lo es? ¿La belleza es subjetiva? ¿Qué es la belleza?

“Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, madre realizada pero no desbordada por los pañales y por las tareas del colegio, buen ama de casa pero no sirvienta, cultivada pero menos que un hombre, esta mujer blanca, feliz que nos ponen delante de los ojos, esa a la que deberíamos hacer el esfuerzo de parecernos (...) nunca me la he encontrado en ninguna parte. Es posible incluso que no exista.”

Virginie Despentes, King Kong

En los ochenta la mayoría de las mujeres usaban rulos, incluso con ruleros de plástico buscaban acentuarlos. Cuando veo fotos de mi mamá en esa época, me impacta porque durante mi adolescencia aprendí que tener rulos era “desprolijo”, y que tenía que buscar cualquier producto o servicio que me aplaste y alise el pelo. ¿Qué fue lo que hizo que cambie la percepción de un cuerpo? El ideal de belleza de hace cuarenta años era muy distinto al de hoy en día. Eso nos muestra que las sociedades van construyendo y van moldeando este ideal. Y así como cambia a lo largo del tiempo, también va cambiando según la cultura. En algunos países, como por ejemplo Mozambique, se valora que la tez del color de las personas sea más clara, mientras que en otros como Argentina, se valora la tez más oscura. Por eso después nos venden productos y servicios para aproximarnos a estos ideales.

8 de cada 10 mujeres argentinas se siente insatisfecha con su imagen corporal (1er estudio Bellamente, 2020), ¿es casualidad?. Más allá de que los ideales de belleza sean distintos según la cultura, hay dos patrones que se repiten: las mujeres somos valoradas según cuán “bellas” somos, por lo tanto existe una desigualdad de género donde las exigencias estéticas recaen más en nosotras, tenemos que alcanzar esos ideales porque se nos valora por nuestro cuerpo y se reduce nuestro valor al mismo. Para alcanzar ese ideal que se nos propone, necesitamos modificar nuestro cuerpo con algún mecanismo que puede implicar dolor.

Ahora bien, si el concepto de “belleza” va cambiando a lo largo del tiempo y según el país donde estamos paradxs, quiere decir que la “belleza” es una construcción social… ¿quién la construye? ¿Qué estímulos recibimos en la cotidianidad que esconden mensajes en donde se reproduce cómo son los cuerpos que se valoran socialmente? Los principales agentes de transmisión del ideal de belleza son los discursos de los medios masivos de comunicación, los slogans publicitarios, el contenido que circula en redes sociales, la representación de los cuerpos en las películas, en la televisión, las actitudes y comentarios de familiares y conocidos. En la actualidad, la problemática social de la insatisfacción corporal esta sobre la mesa, mucho se habla de los estereotipos que se reproducen masivamente y las consecuencias que generan en las personas. Críticar y apuntar prácticas del afuera es más fácil que asumir la responsabilidad individual. Somos parte de la sociedad por ende también somos responsables de frenar la reproducción de estereotipos y construir una idea de belleza menos dañina. ¿Cómo? Dejando de comentar acerca del cuerpo de otras personas, consumiendo en marcas donde haya variedad de talles, eligiendo lugares donde no se discrimine a las personas por su apariencia física, siguiendo en redes sociales a cuentas que promuevan la diversidad corporal.

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