Encadenar cumbres, a la vista de los cóndores en Bariloche

Para esos caminantes que buscan sitios sin tantos turistas, una opción atractiva y accesible es encarar las alturas de los cerros Challhuaco, el Blanco y el Ñireco.

Aunque el mal tiempo se adueñó hace varios días de Bariloche y sus alrededores, los amantes del trekking están lejos de dar por terminada la temporada y se preparan para un mes de marzo que suele garantizar todavía una buena cantidad de días aptos para disfrutar los senderos de la zona.

Los circuitos más transitados como el cerro López o los refugios Frey y Jakob ofrecen bellezas inigualables, pero también una masividad de la que algunos prefieren escapar.

Para esos caminantes que buscan sitios menos concurridos una opción atractiva y accesible es encarar las alturas de la zona este del parque nacional Nahuel Huapi y dedicar una jornada a dejar sus huellas en las cumbres de los cerros Challhuaco, el Blanco y el Ñireco.

Se trata de un trekking largo, de dificultad media, sin mayor dificultad técnica, aconsejado para personas con alguna experiencia y buena condición física.

La cumbre del Challhuaco se alza a 2.054 sobre el nivel del mar.

Lo recomendable es comenzar temprano, antes de las 10, y contar así con margen para detenerse lo que haga falta, o lo que el físico demande. También para absorber demoras por eventuales extravíos. Pero ir y volver en el día aligera la carga y la marcha se torna más placentera.

El punto inicial, hasta donde se puede llegar en vehículos, es el refugio Juan Javier Neumeyer, ubicado a 19 kilómetros al sur de Bariloche. El refugio original sufrió un incendio intencional en 2014 y fue reemplazado por un grupo de domos desarmables, que hoy ofrecen servicio de alojamiento y comidas.

Allí comienza la picada por un característico bosque de lengas, que asciende entre troncos caídos y el plus paisajístico que (en enero y parte de febrero) le otorgan las flores de amancay.

Lleva entre 20 y 30 minutos llegar hasta la bifurcación de sendas que permite acceder hacia la derecha a la laguna Verde o al cerro Challhuaco, para quienes toman a la izquierda. El senderista debe optar por esta última y asegurarse de cargar agua en un pequeño arroyo que cruzará antes de salir del bosque, porque luego no tendrá más sitios de provisión en todo el trayecto.

La flor del amancay de color amarillo en esta época del año cubre los senderos.

El ascenso continúa sin pausa y se cumple una de las reglas inexorables en las montañas de la región que es el raleo del bosque desde los 1.400 metros hacia arriba, donde reina la lenga, que se achica y desaparece hacia los 1.600 metros.

Allí comienza un pedrero cómodo de caminar, de ángulo suave, donde es fácil guiarse por los tránsitos previos y por algunas marcas de pintura amarilla, cañas clavadas o pircas de piedra, aunque bastante alejadas unas de otras.

La cumbre del Challhuaco se alza a 2.054 sobre el nivel del mar y es la primera meta que alcanzan los excursionistas. El panorama desde allí permite dominar el entorno de estepa, los valles que se abren hacia el Este y también se divisan Bariloche y el lago Nahuel Huapi, entre los faldeos de las montañas vecinas.

El punto inicial, el refugio Juan Javier Neumeyer, hasta donde se puede llegar en vehículos.

Hasta allí, la travesía demanda entre 90 y 150 minutos, según el ritmo del grupo. Luego de un breve descanso, el impulso y la avidez del caminante lo llevará derecho hacia la cumbre del cerro Blanco, que reina en las visuales desde el Challhuaco hacia el sudoeste y que debe su nombre al color prevaleciente entre las rocas que lo conforman.

Al dejar atrás el Challhuaco es necesario torcer y bajar algo hacia la derecha para eludir una cresta rocosa y luego encarar directo hacia la cima del Blanco por un filo que es ancho al principio y luego se angosta para correr entre cañadones abruptos, hasta que el ángulo de subida se hace más exigente y ya no queda más que el último promontorio rocoso. El tiempo estimado entre ambas cumbres es de 90 minutos.

El cerro Blanco, con 2.237 metros es el séptimo más alto del parque Nacional y ofrece en días despejados una imponente vista del cerro Tronador y de los volcanes chilenos más cercanos. Este año no hay nieve en el entorno de la cumbre, que sí suele abundar en años de mayor acumulación, aun en pleno verano. Si el clima es favorable y hay poco viento, es posible hacer allí un alto más largo para el reparador almuerzo.


Último tramo


Luego quedará el trayecto final hasta la cumbre del cerro Ñireco (2.208 metros), que parece estar a tiro de piedra, pero lleva aproximadamente otra hora y media. Será necesario bajar un poco, sin perder demasiada altura para seguir luego un largo filo donde no hay marcas y solo manda la orientación.

Es un trekking largo, de dificultad media.

El Ñireco abre vistas nuevas hacia el norte, que permiten abarcar buena parte de la zona céntrica de Bariloche y los valles y lagos que la circundan.

De tanto caminar por sendas que rondan o superan los 2.000 metros es casi imposible que no se deje ver en algún momento el sobrevuelo sereno y majestuoso de un grupo de cóndores.

Para el regreso se puede desandar el mismo camino hasta el Neumeyer, con el cuidado de no extraviar la senda, o bien bajar hacia la izquierda, por un pedrero empinado que lleva al vivac Villa Horrible y termina el barrio El Pilar II. La primera opción será la ideal si se dejaron los vehículos en el refugio.


– Para llegar a Challhuaco hay que salir de Bariloche hacia el sur por avenida Herman hasta la rotonda de Circunvalación y por esta última ruta continuar unos 1.300 metros hasta un desvío enripiado que sale a la derecha.

– Es una travesía con poco bosque y largas horas de exposición al sol, por lo cual es indispensable llevar gorro, protector solar y abundante agua.

Hay que tener en cuenta el pronóstico del tiempo porque la nubosidad baja o una lluvia sorpresiva en el bosque son molestas, pero en un pedrero de altura los riesgos se multiplican.

Llevar abrigo (aunque abajo haga calor) y calzado apto para pedreros y roquedales.

– Las sendas tienen marcas menos confiables a medida que se alejan del refugio y obligan a marchar muy atento. Es clave tomar buenas referencias para acertar el punto de reingreso al bosque durante el regreso. Dejar cintas de colores en la vegetación puede ser de ayuda.


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