He aquí nuestras 54 curiosidades:
Rossy es una artista todoterreno. “Yo soy una obediente del destino y lo que va viniendo lo hago, tengo esa parte que es un poco de obrera obediente. Si me sale un trabajo no puedo decir que no”, aseguró en una entrevista para ** Vanity Fair**.
Aunque nació en Mallorca, Rosa Elena García (su verdadero nombre) es hija de un albañil asturiano y de una navarra adelantada a su tiempo (que pintaba acuarelas, escribía cuentos y cantaba) , además de ser la mediana de tres hermanos.
Pedro Almodóvar empezó llamándola Rossy von Donna, pero a ella no le gustaba ese nombre y acabó cambiándoselo por Rossy de Palma (una ocurrencia del diseñador Manuel Piña) . El director manchego aprobó la decisión, ¡pero le pidió que no se lo cambiara nunca más!
Se aburría en el colegio y decidió abandonar los estudios en tercero de BUP, momento en el que se puso a vender ropa en el rastro de Mallorca, junto a los gitanos.
Empezó su carrera en 1984, cantando. En concreto, se convirtió en vocalista de Peor Impossible, un grupo de pop punk que formó en su tierra natal junto a varios amigos. Con la banda grabó, el mismo año que empezaron, un minielepé con una discográfica independiente, y el elepé Passión, un año más tarde, con una multinacional.
Lo curioso es que, aunque la banda no logró vender demasiado, sí consiguieron actuar en distintos lugares de España y que su tema Susurrando trascendiera al paso del tiempo. Eso sí, la banda decidió separarse en 1989.
A finales de los ochenta sintió que Mallorca se le quedaba pequeña y decidió mudarse a Madrid, donde se vivía la última etapa de la Movida. Allí empezó a trabajar en un bar para complementar lo poco que ganaba con la música.
Aunque existe la leyenda de que Rossy conoció a Pedro Almodóvar en un bar, lo cierto es que la actriz y el cineasta se conocieron en un bar de Malasaña donde Peor Impossible actuaba a menudo.
Pedro se quedó prendado del estilo de Rossy, que tenía un cuerpazo y se hacía sus propios vestidos (de reciclajes) . “Él vino un día a verme junto al figurinista José María Cossío, porque querían un vestuario como el mío para el personaje de Carmen Maura en La ley del deseo. En esa película, Carmen lleva varios pendientes que están hechos por mí”, confesó a Vanity Fair.
Quiso ir a un casting para la película Matador, pero no le fue posible porque tenía un concierto en Alicante con su banda. Así, su pequeño papel (haciendo de periodista) en La ley del deseo supuso la primera colaboración entre Rossy y Pedro. El director le pidió a los maquilladores y estilistas que no tocasen a Rossy, porque prefería que se maquillase, peinara y vistiera ella misma, haciéndolo a su estilo.
La actriz realizó otras seis películas junto al manchego. Y dos de esas pelis almodovarianas —Kika (1994) y La flor de mi secreto (1996) — le valieron a Rossy la nominación al Premio Goya como mejor actriz femenina de reparto (aunque, finalmente, no pudo llevarse los galardones) .
Uno de sus papeles más célebres es el que tuvo en Mujeres al borde de un ataque de nervios, donde con solo diecinueve años interpretó a Marisa, la novia casta y antipática de Antonio Banderas. Su personaje se pasa media película dormida (después de tomarse un gazpacho tóxico) pero, tras insistirle al director, logró que este le diera la oportunidad de, al menos, tener un orgasmo en sueños.
En Kika interpretó a Juana, la morena y bigotuda criada de Alex Casanovas y Verónica Forqué. Pensó (puesto que fue idea suya) que, como interpretaba a una criada lesbiana, estaría bien que el personaje tuviera grandes pechos. Y a Pedro le pareció fenomenal que usara un sujetador de relleno para lograr tal efecto.
Su última colaboración con el manchego tuvo lugar en Julieta, donde Rossy dio vida a la arisca Marian, una señora de la limpieza gallega con un poquito de mala leche y un look estrafalario que trabaja en la casa de la protagonista.
Empezó a cantar en coros infantiles, pero dice que la echaban de ellos por lo mucho que desafinaba. Por suerte, la cosa comenzó a mejorar cuando empezó a recibir clases de una mezzo.
Ha trabajado con Álex de la Iglesia, que la dirigió en Acción mutante, una película de culto estrenada en 1993 y que narra las aventuras de una extraña banda terrorista, integrada por seres deformes, que siembra el terror en el país.
Siempre ha tenido una gran imaginación y cuenta que escribió su primera poesía de desamor… ¡a los seis años! Poesías que, por cierto, su abuela guardaba como un tesoro.
El pasado año diseñó una colección de maquillaje, basada en colores muy vivos y donde tuvo total libertad creativa, para la prestigiosa línea de cosméticos MAC.
El creador del vestuario de Kika fue el diseñador Jean Paul Gaultier, que al conocerla decidió convertirla en una de sus musas.
Es íntima amiga de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Ella es la única política a la que ha apoyado públicamente, de hecho.
No le va mucho el postureo y para muestra, un botón: el pasado año, durante el viaje de Estado de los Reyes a Francia, Rossy fue invitada, pero ella decidió declinar la invitación.
Hace cosa de veinticinco años, Rossy le escribió una carta al director francés Mehdi Charef, expresándole su deseo de trabajar con él. Sorprendentemente, este se puso en contacto con ella hace poco ofreciéndole protagonizar el drama Graziella.
Aunque se lo han propuesto en varias ocasiones, nunca se ha terminado de animar a participar en el reality Supervivientes. Pero sí pasó hace poco por la primera edición del programa Bailando con las Estrellas (donde se convirtió en la tercera eliminada del concurso) .
Celosa de su vida privada, se sabe que mantuvo una discreta relación de casi diez años con el modelo español Santiago Lajusticia.
Ha participado en importantes montajes teatrales como la obra Pelo de tormenta, de Francisco Nieva (y que representó en el Centro Dramático Nacional) o Le Chanteur de Mexico (que representó en el parisino Teatro del Châtelet ) .
Rossy fue también chica Almodóvar en el teatro, donde durante un tiempo interpretó a una monja en la obra Entre tinieblas. La función, adaptada y dirigida por Fermín Cabal, se estrenó en 1992 y contaba entre sus protas con actrices como Beatriz Carvajal, Gloria Muñoz, Julia Martínez, Pilar Ruiz o Flavia Zarzo.
En 1991 llegó a ser presentadora de televisión, en un efímero magacín llamado Estress y emitido en TVE-2, donde ejercía de entrevistadora y humorista junto a sus amigas Bibiana Fernández y Loles León.
Uno de sus proyectos más deseados es el libro sobre genitalidad femenina que lleva tiempo escribiendo.
Es antitaurina y las dos veces que acudió a ver una corrida de toros se sintió fatal, “como cuando los romanos iban a ver cómo los leones devoraban a los cristianos”. De hecho, y a petición de varias asociaciones antitaurinas francesas, llegó a escribirle a Nicolas Sarkozy para que prohibiese ir a las corridas a los menores.
No es talibán de ningún partido político y solo cree en el taoísmo.
Es una gran amante de la música y en su casa nunca faltan las canciones de Marisa Montes, Mina, Chavela Vargas o Dinah Washington.
Lleva un dragón tatuado en el brazo (asegura que simboliza la bestia que hay en ella) .
En 2008 lanzó su propio perfume, llamado Eau de Protection y catalogado por The New York Times como una de las mejores creaciones del año.
Le gusta sentirse deseada por los directores y nunca ha hecho un casting para ninguna de las películas en las que ha participado.
Siempre fue una gran fan del desaparecido diseñador de moda inglés Alexander McQueen y, finalmente, tuvo la oportunidad de desfilar para él.
Tiene pánico a los platós, tal y como confesó en una entrevista: “Salí llorando de Tocata [en 1985], cuando fui por primera vez con Peor Impossible. Veía los carteles de “aplauso” y pensaba: ¡qué falso es todo en la tele!” (revista Vanity Fair) .
Rossy aparece por un breve instante (y junto a varias de las ‘top models’ internacionales más famosas de la época) en el videoclip del tema Too funky, del ya desaparecido George Michael. (Minuto 2.51)
Puede presumir de haber recibido la medalla de oficial de la Orden de las Artes y las Letras de Francia de manos de Aurelie Filippetti, la ministra de Cultura de ese país.
A la hora de trabajar, no es nada metódica. No se aprende el guion hasta que no pisa el espacio donde va a grabar.
Sabe lo que es ser una mujer maltratada y ha tenido épocas oscuras, donde llegó a pensar, incluso, en desaparecer para siempre. Una vez coqueteó con el suicidio, pero rápidamente se dio cuenta de que no podía hacerle eso ni a su madre ni a sus hijos.
Es tan fuerte como sensible: “Lloro fácilmente con cosas tremendas. Con la crisis migratoria. Ver a esas personas sufrir tanto, que todo sea tan absurdo y que no se ponga remedio. O con la posidonia. Ir a la playa y ver cómo la gente deja todas sus guarrerías” (diario La Opinión A Coruña) .
Aunque ha rodado varias series, la televisión es el medio en el que menos le gusta actuar. En concreto, le cuesta soportar horas en un estudio de grabación y lidiar con rodajes que comienzan por la mañana temprano y terminan de noche.
Durante tiempo trabajó bastante en Italia, donde hizo películas buenas y malas en una época en la que no le ofrecían prácticamente nada en España.
No cree en las fronteras geográficas y siempre ha dicho que solo cree en las gastronómicas. Se siente universal y mundial, y alguna vez ha contado que su padre le dijo ‘eres mundial, hija mía’, y ella le creyó.
Sobre lo de trabajar fuera de España, ha comentado que “hubo un momento en que Antonio Banderas me decía que me fuera y estuve a punto de quedarme en Nueva York en esa época, pero me decanté por Francia, conseguí un premio a la mejor interpretación en Locarno y luego tuve a mis hijos y ya no emigré" (agencia Efe) .
La directora y guionista francesa Virginie Thévenet la llamó para hacer un personaje en su película Sam suffit en 1992, en una época en la que Rossy dedicaba parte de su tiempo a hacer desfiles de moda. El problema era que la actriz no hablaba nada de francés, y se tuvo que emplear a fondo. De hecho, en ese contrato incluyeron una cláusula que indicaba que si no se le entendía, sería doblada.
Considera Francia como su segundo hogar, presume de ser francófona y destaca de los franceses su aprecio por el arte y la cultura.
Aunque ha probado casi todas las sustancias, siempre se ha confesado “muy poco drogadicta”. Eso sí, asegura que le gusta la marihuana, ya que le parece un estupendo relajante muscular.
Su nariz es una de las más famosas del panorama nacional. Pero también le hizo pasarlo muy mal, sobre todo de pequeña (cuando los niños se burlaban de ella) . Aunque para ella acabó convirtiéndose en un gran escudo contra la necedad.
Empezó muy jovencita con los hombres y, durante años, mantuvo una relación complicada (y tóxica) con su expareja y padre de sus dos hijos, Gabriel y Luna (a quienes ha criado como madre soltera) .
Uno de sus grandes deseos sería rodar bajos las órdenes de su admirado Clint Eastwood.
Sus películas preferidas son Los olvidados (de Luis Buñuel) , ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (de Pedro Almodóvar) y Noches en la ciudad (Bob Fosse) .
Ha logrado ser musa de grandes fotógrafos y también de diseñadores como Andrés Sardá o Thierry Mugler. Eso sí, el primero con el que trabajó fue Antonio Alvarado, que desfiló muchos años en Cibeles.
Ha vivido varios años en Francia, aunque ahora pasa la mayor parte de su tiempo en la casa que tiene en la localidad de Majadahonda.