Cómics y cine

Cómo Aquaman pasó de rubio platino a Jason Momoa en solo 80 años

El estreno de Aquaman y el Reino Perdido nos anima a bucear (nunca mejor dicho) en la larga y extraña historia de uno de los personajes más icónicos de DC Comics.
Detalle del cartel de Aquaman y el Reino Perdido.
There is a kingdom, there is a king.Aquaman y el Reino Perdido (2023)

En un rincón del multiverso, la primera adaptación al cine de Aquaman no estuvo dirigida por James Wan y protagonizada por Jason Momoa allá por 2018, sino que fue nada menos que James Cameron quien consiguió levantar el proyecto solo un año después de Batman Begins (2005). ¿Su protagonista? Vincent Chase, el eterno aspirante a Rey de Hollywood interpretado por Adrian Grenier en la serie El séquito (HBO, 2004 - 2011). Por tanto, esta quimérica versión de Aquaman no es una película de verdad, sino un chiste recurrente dentro de una sátira sobre el show business concebida en un contexto histórico-cultural que, sin lugar a dudas, consideraba cualquier intento de llevar a este superhéroe al cine como una empresa ridícula e inviable. Es decir, que los responsables de El séquito escogieron a este personaje precisamente porque, en sus cabezas, era el único icono principal de DC Comics sin traslación posible a un lenguaje audiovisual contemporáneo. Aquaman era, en otras palabras, el tipo que habla con los peces. ¿Cómo imaginar un blockbuster sobre ese concepto sin echarte a reír?

Y entonces llegó Momoa. Sus apariciones en Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (2016) y La Liga de la Justicia (2017) prepararon el terreno para su primera aventura en solitario, que tanto el actor como Wan lograron elevar sin demasiado esfuerzo a los altares de la taquilla internacional. De repente, la idea de un superhéroe submarino amigo de los delfines y los pulpos ya no era una idea inherentemente cómica, sino la clase de icono pop capaz de atraer la atención de un fandom ya cansado de Batman, Superman y Wonder Woman. Su caracterización en el montaje de La Liga de la Justicia que Zack Snyder completó años más tarde estuvo tan alejada de las primeras versiones de Aquaman que más de uno llegó a preguntarse cómo pasa un bonachón de la Edad Dorada de los cómics a transformarse en el malote definitivo del Universo DC.

La respuesto es, al mismo tiempo, muy sencilla y bastante compleja. Creado en 1941 por el dibujante Paul Norris y el guionista Mort Weisinger, Aquaman se pasó la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial saboteando submarinos nazis y toda la década de los cincuenta combatiendo todo tipo de amenazas acuáticas (en tierra firme nunca fue gran cosa) hasta obtener su propia serie regular en febrero de 1962. Sin embargo, fueron sus adaptaciones televisivas en diferentes series animadas de los años setenta las que solidificaron la imagen del personaje en el inconsciente colectivo: un muchacho sanote y rubio que actuaba más o menos como un poli de los siete mares. Sin doble fondo, sin lado oscuro, sin superpoderes realmente impresionantes. Solo un héroe de una pieza cuyas tramas debían estar siempre ambientadas en entornos acuáticos, porque de qué te sirve un Aquaman en caso de amenaza extraterreste o plan maquiavélico de Lex Luthor… Cuando los espectadores infantiles de la serie Súper Amigos (ABC, 1973 - 1985) se hicieron mayores, el Rey de Atlantis pasó a ser un chiste en series como Robot Chicken (Adult Swim, 2005 - 2022) o Padre de familia (Fox, 1999-presente). El epítome del superhéroe infantil, la gran rémora de un pasado candoroso sin aplicación posible al presente grim & gritty del género.

Por supuesto, los tebeos de DC llevaban años intentando revertir esta situación. A principios de los noventa, el guionista Peter David cambió por completo el look y la actitud de Aquaman, convirtiéndolo en un guerrero con barba, pelo largo, problemas con la gestión de la ira y un arpón en lugar de su mano izquierda. Durante esta etapa llegó incluso a pelear con Lobo, el gran representante de la DC malota (y uno de los personajes que, según los rumores, Jason Momoa podría interpretar en la refundación de su universo cinematográfico a manos de James Gunn). Sin embargo, y a pesar de los notables esfuerzos de otros creadores como Geoff Johns, nada tuvo tanto efecto en la reapropiación crítica de Aquaman como la burla constante a la que fue sometido en El séquito. El crítico cultural Glen Weldon cree, de hecho, que la decisión de fichar a Momoa para Batman v Superman tiene todo que ver con una reacción a aquella serie, básica para entender la cultura bro de los años 2000. De alguna manera, el héroe que podremos ver estas navidades en Aquaman y el Reino Perdido es el bro definitivo, un tío molón y surfero sin un solo ápice de poli de los siete mares en su escultural cuerpo (compuesto en un 80% por whisky y agua salada). Hay pocos personajes de cómic que hayan efectuado un giro de 180 grados tan espectacular como el suyo, pero quizá esa sea la razón por la que sigue manteniéndose vigente más de ocho décadas después de su primera aventura… El tío sabe adaptarse a la corriente.