Por qué seguimos amando tanto a Salvador Dalí, el genio surrealista más excéntrico del siglo XX

Peculiar y extravagante, Salvador Dali llegó a decir en una ocasión “El surrealismo soy yo”. Una afirmación categórica pero cargada de razón ya que el pintor catalán es uno de los mayores exponentes de esta corriente artística. Te invitamos a descubrir su fascinante biografía.
Salvador Dalí en Barcelona en mayo de 1966.nbsp
Salvador Dalí en Barcelona, en mayo de 1966. Jack Mitchell/Getty Images

Salvador Dalí hizo suyo el surrealismo, adaptándolo a su gusto y manera. Su característico estilo viene determinado por una perfección técnica indiscutible, presente en cada detalle, con la que representa su particular e inquietante universo. Un mundo inconsciente que supo plasmar como nadie y que lo convierte en un pintor de sueños y en uno de los artistas más representativos del siglo XX

Aunque su prolífica obra se centra sobre todo en pintura, exploró la escultura, el cine, la escenografía, el diseño de joyas y vestuario, la escritura y hasta creó su propia técnica creativa, el Método paranoico-crítico basado en extraer conscientemente elementos del mundo interior del paranoico que el artista plasmaba en imágenes dobles a través de las que representaba objetos que se convierten en otros objetos asociando así cosas que no estaban racionalmente vinculadas.

Un recorrido por su vida

De familia burguesa y con una hermana más pequeña, Salvador Dalí nace en Figueras (Gerona) en 1904. Con tan solo 12 años descubre el impresionismo y comienza a dar clases en la Escuela Municipal de Dibujo de esta ciudad donde a los 15 realiza su primera exposición colectiva en el Teatro Municipal de la localidad. 

Un año más tarde se va a Madrid a estudiar a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando puesto que su padre le impone, como condición para ser pintor, que se saque el título de profesor. En la capital, se aloja en la Residencia de Estudiantes, donde conocerá a personalidades que acabarán siendo destacadas figuras del mundo de la cultura. Entre ellas, el poeta Federico García Lorca, que se convertirá en uno de sus mejores amigos o el cineasta Luis Buñuel, con quien colaborará en películas como la famosa Un perro andaluz en 1929.

El poeta granadino Federico García Lorca y Salvador Dalí en los años 30. Culture Club/Getty Images

Es en este mismo año cuando termina siendo expulsado de la academia y cuando, en uno de sus viajes a París entra en contacto con los surrealistas gracias a Joan Miró. También es la época en la que conoce a Gala, que terminará siendo su mujer, musa y compañera de vida y que en ese momento estaba casada con el poeta surrealista Paul Éluard.

En la primera década de los años 30, ya integrado en el surrealismo, el pintor desarrolla un estilo propio que marcará el resto de su trayectoria y que lo define a la perfección. Vanguardia y tradición se unen en su obra para expresar su característico lenguaje que lo lleva a consagrarse como pintor y a exponer en París y Nueva York.

Termina siendo expulsado del grupo surrealista y con la llegada de las tropas alemanas a Burdeos, ciudad donde vivía, se muda junto con Gala a Estados Unidos. Aquí desarrolla un prolífico y multidisciplinar trabajo que se extiende incluso a Hollywood, colaborando con Alfred Hitchcock en la película Recuerda y con Walt Disney en el film Destino. Tras 8 años allí, regresa a España donde continuará desarrollando su trabajo que culminaría con una de sus últimas grandes obras, el objeto surrealista más grande del mundo, su Teatro-Museo Dalí en Figueras, cuidad en la que morirá en 1989.

Salvador Dalí y Gala en Nueva York, en 1934.Getty Images

El universo daliniano en multitud de disciplinas

Salvador Dalí desarrolló un lenguaje particular que hizo que su estilo fuese inconfundible y uno de los más representativos del surrealismo. Con depurada técnica y un extremado cuidado por el detalle, mostraba su extravagante imaginario, marcado por sus obsesiones, angustias y sueños. Un mundo simbólico y onírico que representaba de manera real e incluso hiperreal

El interés de los surrealistas, y de Dalí en particular, por las teorías freudianas, le llevó a liberar los aspectos más oscuros de su inconsciente en sus lienzos. Paisajes enigmáticos que se prestan a múltiples lecturas y que requieren siempre de la participación activa del público. 

La creación de su propio método expresivo marcó parte de su obra, con el que el artista racionalmente plasmaba un mundo que buscaba aflorar el inconsciente del espectador al interpretar la obra. Ejemplos paradigmáticos son El gran masturbador (1929), La persistencia de la memoria (1931) o Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar (1944).

La ciencia y los avances tecnológicos también están muy presentes en su trabajo puesto que desde su infancia era una temática que le atraía. En su época en EE.UU. se obsesionó con la bomba atómica dando como resultado obras como Idilio atómico y uránico melancólico (1945) o Equilibrio intraatómico de una pluma de cisne (1947).

Salvador Dalí en Nueva York.Getty Images

Siguiendo con este interés por los avances tecnológicos, en los años 50 sus creaciones dan un nuevo giro cuando comienza a tratar temas religiosos pero relacionándolos con estos progresosMadonna de Port Lligat (1950), Crucifixión (1954) y La última cena (1955) son obras representativas de esta etapa.

La holografía y el arte tridimensional serían también fuente de estudio del artista lo que le llevaría incluso a realizar obras estereoscópicas con lente Fresnel en los años 70 como Dalí de espaldas pintando a Gala de espaldas eternizada por seis córneas virtuales provisionalmente reflejadas por seis espejos verdaderos, (1972-73), Dalí levantando la piel del Mediterráneo por mostrar a Gala el nacimiento de Venus (1977) o La armonía de las esferas (1979).

Aunque muy conocido por sus lienzos, Dalí tocó prácticamente todas las disciplinas: dejó numerosos libros, escenografías, esculturas, joyas y todo tipo de objetos que alcanzan su máxima expresión en el museo que el propio artista diseñó para sí mismo, el Teatro-Museo Dalí, y que inauguró en 1974 en Figueras con el objetivo de ofrecer una experiencia única al espectador, invitándole a adentrarse de lleno en su particular universo. 

Salvador Dalí fue un artista de excepción que dejó una gran huella en la historia del arte internacional. Su obra se puede ver en los museos e instituciones más importantes de todo el mundo y fuera de nuestro país cuenta con espacios dedicados en exclusiva en París y en Florida. 

Salvador Dalí en Cadaqués, en 1969.Gianni Ferrari/Getty Images

El artista más extravagante del siglo pasado

Su personalidad fuera de lo convencional hizo de Salvador Dalí un artista provocador, vanguardista y estrafalario. Bautizado por André Breton (padre del surrealismo) como Avida Dolars, un apodo que surge al reordenar las letras de su nombre, fue una figura que supo aprovechar los medios de comunicación para explotar esa imagen atípica y excéntrica que le haría famoso. Muestra de ello son sus múltiples intervenciones en las que dejó frases tan particulares como:

  • “Yo cuando era pequeño quería ser no cocinero, quería ser cocinera. Después quise ser Napoleón, después quise ser Dalí, ahora quisiera ser Dalí pero aún no lo soy. Soy una buena cocinera de la pintura al óleo”.
  • “Picasso es un genio. Yo también. Picasso es comunista. Yo tampoco”.
  • “La única diferencia entre un loco y Dalí, es que Dalí no está loco”.
  • “Yo no tomo drogas. Yo soy una droga”.

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