ARTE

Las obras de Oteiza y Chillida dialogan por primera vez en una exposición inédita

La histórica rivalidad entre estos dos escultores queda zanjada en la muestra “Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60” que nos propone el Museo San Telmo de San Sebastián
Las obras de Oteiza y Chillida dialogan por primera vez en una exposición indita
Oskar Moreno Genaro

Grandes figuras de la escultura española y europea de la segunda mitad del siglo XX. Amigos y enemigos, prácticamente coetáneos y nacidos en el País Vasco, la carrera artística de Oteiza y Chillida podríamos decir que transcurrió en paralelo. Ambos comienzan a forjar su propio lenguaje en los años 50 y se interesan por los mismos temas: el espacio, la luz, lo espiritual o la sonoridad visual son recurrentes en su obra. Sin embargo, la ejecución de sus trabajos es totalmente distinta, reflejo de la personalidad y las motivaciones de cada uno.

Ahora podemos ver, por primera vez, de forma conjunta sus obras en la exposición Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60, organizada por el Museo San Telmo de San Sebastián, con la colaboración de la Fundación Bancaja, en cuya sede en Valencia se pudo visitar anteriormente.

Oskar Moreno Genaro

Caminos paralelos 

La muestra se centra en la producción de los escultores durante este periodo, época en la que se conocieron y se hicieron amigos. A pesar de sus caracteres profundamente distintos, compartieron intereses e inquietudes creativas, participaron en proyectos culturales e incluso en iniciativas políticas a favor de otros artistas.

Si Chillida bebe de la tradición de Julio González y empieza a trabajar la forja de hierro para representar un universo de imágenes de naturaleza abstracta, Oteiza se acerca a las investigaciones de Henry Moore sobre el espacio, el hueco y la masa, creando figuras en las que el vacío es su modo de expresión.

Oskar Moreno Genaro

Si Oteiza es más teórico y racional, Chillida es más intuitivo y visceral

Si Oteiza es más teórico y racional, Chillida es más intuitivo y visceral. En las creaciones del primero se puede entrever cierta frialdad científica y reflexión metafísica, mientras que la expresividad del segundo le lleva a crear piezas sin un punto preciso de partida ni de llegada para descubrir, una vez terminada la obra, la idea que encierra.

Dos artistas que, sin duda, se complementan a la perfección pero que nunca antes se habían expuesto conjuntamente. ¿La razón? La histórica enemistad que comienza cuando Oteiza acusa a Chillida de plagio y que ahora queda diluida con este diálogo póstumo entre ambos que podremos ver hasta el 2 de octubre en el Museo San Telmo de San Sebastián.

El recorrido es una conversación de igual a igual entre sus creaciones, en las que encontramos ciertos puntos de contacto y enriquecimiento mutuo. En orden cronológico, la exposición se inicia en 1948, con el paralelismo de un viaje: Oteiza regresa a España tras una larga estancia en Latinoamérica y Chillida se marcha a París para convertirse en escultor. La muestra termina en 1969 con otra analogía ya que, en este año, algunos de sus trabajos pasan a formar parte del espacio social colectivo: Oteiza culmina la estatuaria del Santuario de Arantzazu y Chillida ve expuesta su primera gran obra pública en los jardines de la UNESCO en París.

SAN SEBASTIAN, SPAIN: Spanish Basque sculptor Eduardo Chillida poses November 1972 next to one of his sculptures in San Sebastian. Celebrated sculptor Chillida, whose great monumental works are to be found as far afield as Frankfurt, Paris, Dallas, Texas, Berlin, Barcelona and Sevilla, died 19 August 2002 aged 78 at his home in San Sebastian. AFP PHOTO (Photo credit should read AFP/AFP via Getty Images)AFP

La exhibición recoge más de un centenar de piezas, entre esculturas, dibujos, correspondencia y documentación de la Fundación Museo Jorge Oteiza y Chillida Leku. Además, se complementa con colecciones públicas y privadas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía; Museo de Bellas Artes de Bilbao; Museo Guggenheim Bilbao; Colección Iberdrola, Colección Omega, Abadía de Retuerta. Le Domaine, etc. El resultado es un itinerario expositivo en el que se combinan y alternan piezas de los dos artistas para que el visitante pueda ver sus semejanzas y diferencias.

Una exposición que viene a poner punto y final a la histórica enemistad entre estos escultores. Si en vida, su rivalidad quedó zanjada con él, para algunos algo impostado, Abrazo de Zabalaga, en el que Oteiza, con 89 años, y Chillida, con 73, se reencuentran y se reconcilian, esta muestra es la culminación artística de ese acercamiento. Una lectura entrecruzada de obras que conviven en armonía pero que parecen condenadas a enfrentarse como nos muestra, cada día, el eterno diálogo entre el Peine del Viento de Chillida y la Construcción Vacía de Oteiza que guardan cada uno de los extremos de la Bahía de la Concha de San Sebastián.