Pronto

BEATRIZ JAMAS “BAJO LOS BRAZOS, SIEMPRE ME DECIA: ME VOY A CURAR ‘ Y VOY A VOLVER A SER LA SALOMON’”

Se conocieron en 1998 haciendo Café fashion. Con el paso de los años se hicieron grandes amigas al punto que la ex chica Olmedo la eligió como madrina de Bettina, su hija menor. A un mes de su muerte, Adriana deja un testimonio conmovedor de cómo Beatriz

- Maribel Leone Fotos Virginia Rodríguez Agradecemo­s al Colo Fuselli y Malloy’s bar. (Elcano 1718, Martín ez /@ mallo ysb arde costa /4793-3086)@ melina_ iba yOkey

En los comienzos de su profesión, Beatriz Salomón estuvo rodeada de amigas. Sin embargo, como siempre ocurre, son pocos quienes se quedan en los momentos más difíciles que toca atravesar en la vida. Y una de las personas que estuvo en las buenas y en las malas fue Adriana Chaumont, a quien conoció en el ’98 haciendo Café fashion y desde entonces se volvieron íntimas. Tan cercano fue su vínculo que Beatriz junto con su ex, el doctor Alberto Ferriols, decidieron que la actriz era la persona indicada para que fuera la madrina de su hija menor, Bettina. “Eramos como hermanas gemelas”, dice la Chaumont sin poder contener las lágrimas. Es lógico: hace apenas un mes, tuvo que despedir a su amiga, quien falleció a causa de un cáncer con el que venía peleando desde hacía un año. El encuentro con Pronto, además, se dio en un bar de Martínez al que solían ir juntas. “La recuerdo con mucho amor. Todavía no la borré del WhatsApp y no me animo a entrar al chat. El otro día su hija mayor, Noelia, me llamó para ver si le daba la clave de Instagram de su mamá y no pude abrir la conversaci­ón para pasársela. Ella me la había dado hacía un tiempo porque no era muy tecnológic­a y me pedía ayuda. Todavía me cuesta, me duele… Sobre todo, a las ocho de la noche: a esa hora la llamaba por teléfono. Hoy, cuando llega ese horario, me doy cuenta de que ya no la puedo llamar y que no voy a volver a tener sus mensajes” .

-¿Te quedó algo por decirle?

-No, durante el último año no parába

mos de decirnos que nos queríamos. Todo el tiempo me agradecía por ser su amiga y me decía que me adoraba. Y como cada vez me lo decía más y más, en un momento me empecé a sentir mal porque sentía que se estaba despidiend­o. No nos quedó nada sin decirnos. -¿Cuándo fue la última vez que estuviste con ella?

-Un día y medio antes de que partiera, cuando la dejé dormida en el hospital. Ese día llegó toda la familia y los dejé solos porque era un momento muy íntimo. Al otro día, ellos me pidieron que no fuera porque era solo para la familia. Hablé con Noelia, me pidió disculpas y yo me quebré a llorar porque no pude estar con mi amiga en su partida. Pero entendí su pedido.

-¿Y la última charla?

-Fue para contarme que se le habían deshinchad­o un poco los pies y para decirme que tenía muchas ganas de hacer teatro. Un mes antes de que se internara me dijo que quería bajar a su habitación. Los últimos tiempos ella durmió en una habitación que se hizo arriba, cerca del comedor, y no pudo bajar más a su habitación. Desde que le diagnostic­aron la enfermedad, habrá bajado dos veces porque era una escalera caracol y no las podía bajar. Así y todo, quería hacerlo. También hacía muchos planes y decía todo lo que quería hacer a nivel laboral. “Voy a volver a ser la Salomón, comadre, como siempre lo fui para este país. Vuelvo a recuperar todo”, me decía. Y cuando fue el cumpleaños de 15 Bettina, en noviembre del año pasado, estaba toda la prensa cubriendo el evento. Y esa misma noche me dijo: “¿Viste, comadre? Volví a ser la Salomón, están todos acá. Estoy recuperand­o mi vida. Cuando me cure, vamos a hacer una buena obra de teatro”.

-Desde un primer momento, cuando se hizo pública la noticia de su enfermedad, ella se mostró con una entereza y una fuerza impecable. ¿Siempre se mostró positiva o imaginó que podía ocurrir este final?

-Jamás pensó en eso, a pesar de que su abogada Ana Rosenfeld la hacía firmar papeles “por si acaso”, para resguardar a las nenas. Beatriz nunca pensó que se iba a ir. Jamás bajó los brazos y siempre pensaba en el futuro. “Ahora termino la quimio y empiezo con unas pastillas. Me voy a curar”, decía. Y hasta pensaba lugares para viajar con sus hijas y su hermano Guillermo.

-Mientras transitó esta enfermedad, ¿seguía manteniend­o su buen humor? -Sí, y seguía preocupánd­ose por los demás. Yo hacía Solo para hinchas- un programa que salía online y que en unas semanas comienza a emitirse por Canal 26- y una tarde me dijo: “Llevate a Noelia así se distrae un poco”. Ella desde la cama nos miró todo el programa con su celular. Siempre estaba atenta de que sus hijas no sufrieran y despejaran la cabeza entre tanta cosa.

-¿Recordás alguna anécdota con ella que te saque una sonrisa?

-¡Tantas! Quizás salíamos a comer y me decía: “Decile a este mozo que se aleje, que yo no le veo la cara a Dios” (ríe) ¡Y después me contaba los años que llevaba divorciada de Ferriols! A veces, quizás, miraba a hombres más grandes y yo le decía que buscara algo más lindo. “Pues, vos porque le ves la cara a Dios todo el tiempo”, me decía a los gritos. Já. Me acuerdo que cuando comenzó la gira con Extinguida­s, de Muscari, le dije que aprovechar­a las giras por las provincias para encontrars­e un novio. Y ella me dijo: “¿A quién? Tiene que ser un ciego, sordo y mudo. Porque cuando vea los quilombos que tengo y se entere que soy la Salomón, se me va a la mierda. Así que si conocés a uno así, avisame”. -A pesar de estos chistes, después de Ferriols no se le conoció ninguna pareja. ¿El fue el gran amor de su vida? -Fue el gran amor de su vida, sí. Se separó con mucho dolor y cuando se quedó sola fue terrible. Y frente al vacío, se dedicó por completo a sus hijas. Ella tenía una vida hermosa y un marido que se ocupaba de todos los gastos, y dos o tres veces al año viajaba a Europa. Después de la separación, el único viaje que hizo fue a Miami conmigo. Tardó 36 horas para llegar porque hizo tres escalas y allá las únicas compras que hizo eran para las nenas.

-¿Por qué Ferriols nunca ayudó económicam­ente a la mamá de sus hijas, a pesar de que él tenía un buen pasar? -Porque cuando te separás, la prioridad son los hijos. Ferriols se hizo cargo de la obra social, del colegio y de la cuota alimentari­a fijada por los abogados. Beatriz esa plata la repartía como podía, pero nunca alcanzaba porque la casa era muy grande y además tenía que pagarle a la niñera para poder salir a trabajar. Por eso siempre dijo que Blanca es como una mamá para las chicas. De hecho, ella no se tomó ni un día de franco y se la pasó al lado de Beatriz durante este último año.

-¿Ella ahora quedó viviendo con las nenas?

-Exacto. Todo sigue igual, sobre todo para que las chicas sigan su vida normal. Ellas siguen viviendo en la misma casa, bajo el mismo cuidado de Blanca. Bettina continúa estudiando en el mismo colegio y en Noelia en su facultad. La

única gran diferencia es que su mamá no está. Ferriols va todos los días a verlas, dos veces por día: antes de irse al trabajo y cuando vuelve. ¿Si siempre fue así la relación con él? ¡No! Antes se veían una vez al mes o en algún cumpleaños. Pero cuando Beatriz empezó con todo este inconvenie­nte de salud, apareció Ferriols y no se despegó más.

-Se supo que en varias oportunida­des él intentó recuperar la confianza y el amor de Beatriz, pero que ella no quería saber nada.

-En realidad él no quería separarse, pero ya se estaban llevando muy mal. Además, tuvieron las cámaras de televisión durante tres meses en la puerta de la casa. Fue muy desagradab­le. El perdió a su familia, al igual que Beatriz.

- Meses antes de partir, ella contó que lo perdonó. ¿Lo hizo porque lo sentía o por el futuro y el bien de sus hijas? -Realmente lo perdonó. No sólo lo perdonó porque es el padre de sus hijas, sino porque ya no tenía dolor encima. Ya habían pasado quince años de todo el escándalo. Yo creo que ella se fue queriéndol­o porque fue muy feliz con él. -Se supo que la Asociación de actores no la ayudó económicam­ente cuando ella se enfermó. ¿Quiénes sí le dieron una mano durante este año difícil? -Cuando la noticia se hizo pública, Mirtha Legrand le mandó dinero en varias oportunida­des. Roberto Piazza, Marcelo Péndola, el coreógrafo Raúl Martorel y el peluquero e íntimo amigo Emiliano Gómez también depositaro­n dinero en su cuenta para los gastos, como el colegio de las chicas y la comida. Muchos juntaban sus ahorros y hacían una vaquita con sus amigos para poder ayudarla. Susana Romero, por ejemplo, le pagaba la enfermera para que fuera tres veces a la semana a cuidarla. A nivel contención, Patricia Dal estaba todo el tiempo al teléfono. Beatriz con su partida logró lo que nunca pudo un político: unió a todo un país en una sola voz para pedir justicia y todos le dieron las condolenci­as a la familia.

-Te cambio de tema: después de la cámara oculta que hizo Punto Doc con la productora Cuatro Cabezas, ¿alguien le pidió disculpas en vida? -Tognetti fue el único que le pidió perdón. Al otro día lo echaron o se fue porque atestiguó a favor de Beatriz. Igual prefiero no hablar de eso.

-En 2017 la Justicia determinó que a Beatriz tenían que pagarle 30 millones de pesos por violación de la intimidad y daño moral. Imagino que ella sintió que se hacía justicia y que finalmente iban a terminarse sus problemas económicos… -Mirá, justo estaba con ella cuando le contaron esa noticia. En ese momento yo estaba haciendo temporada en Mar del Plata con Carmen Barbieri y en uno de los fines de semana de la temporada llegó ella porque arrancaba con la gira por la costa de Muscari. Fue junto a su hermano Guillermo y sus hijas en micro. Los fui a buscar a la terminal y a los minutos la llamó Ana Rosenfeld para contarle que había ganado. Beatriz empezó a los gritos y puso el manos libres. Enseguida empezó a hacer planes: quería viajar, trabajar y hacer sociedad con Muscari. Estaba feliz.

-Y al año siguiente se dio el revés, cuando la sala B de la Cámara de Casación bajó el monto a 600 mil pesos. -Le cortaron las piernas y se sintió muerta en vida. De hacer planes y dejarle un futuro a sus hijas, se quedó sin nada. La causa sigue adelante en manos de Ana Rosenfeld. De todas maneras, prefiero recordar los momentos lindos que vivimos. Y como ella siempre me decía: “¿Te cortaron una pierna? Tenés la otra, no estás muerta” o “No te tires del barco que todavía no se hundió”. Así la quiero recordar.

-Fueron amigas durante mucho tiempo, ¿cómo se conocieron?

-Nos conocimos en el ’98, en el programa Café fashion de Canal 9. Y a la semana ya éramos amigas intimas (ríe). Cuando la vi por primera vez casi me muero porque yo la miraba por la tele cuando era chiquita y tenerla frente a mis ojos fue fuerte. Además, ella era muy simpática y buena gente. Cuando estaba en Café, yo era una de las chicas de la tarima que mostraba la cola. Y recuerdo que el primer día que empecé a laburar ahí estaba ella. En el corte se me arrimó, me preguntó cómo me llamaba y me dijo: “La Salomón te va a dar un consejo. Cuando la cámara se te acerca, no pongas la cola. Poné la cara, porque cuando salgas a la calle la cola la vas a tener tapada y nadie te va a reconocer. Tenés una cara muy divina”. Le hice caso y a partir de ahí me salió mucho trabajo. Y nosotras, a la semana ya estábamos comiendo juntas en su casa. -¿Cómo era ella?

-Era generosa y muy cariñosa, era la madre de todos. Si te veía flaca te retaba, al igual que si te veía sin maquillaje o mal vestida. “Sos una celebridad, vos tenés que estar arreglada todo el tiempo”, solía decir. Siempre me preguntaba si tenía plata, si tenía comida, si necesitaba algo. Me acuerdo que en 2003 me llevó a trabajar con ella al Teatro Bar de Carlos Paz con Mario Sánchez, Jacqueline Dutra, Lorena Casal y todo el elenco. En el ensayo, Beatriz nos vio (a Jacqueline

y a mí) con unas coronas chiquitas en comparació­n a la suya. Ella se enojó y le dijo al chico de vestuario: “A ver si les entra en la cabeza que acá brillamos todas o ninguna. Solucionen esto o mañana no hacemos la primera función”. Y como no llegaron ese día porque había que llevarlas desde Buenos Aires, salimos todas sin nada. Incluso ella. -Además del trabajo, ¿qué cosas tenían en común y qué les gustaba hacer juntas?

-Parecíamos hermanas gemelas: las dos cuidábamos a nuestras familias. Esto fue algo que también la llevó a enfermarse a Beatriz, porque siempre se estaba ocupando de todos y no se ocupaba de ella. Cuando nos juntábamos, nos la pasábamos hablando de música, de teatro y de productore­s. Bea tuvo muchos problemas con el tema del juicio y a ella le preocupaba el futuro de sus hijas, entonces siempre eso era el motivo de conversaci­ón.

-Vos ya eras parte de su vida cuando ella decidió adoptar y convertirs­e en mamá. ¿Cómo vivió ella ese momento que tanto buscó?

-Ella estaba feliz. Noelia vino de Jujuy. Bea y Ferriols se habían ido a la provincia a hacer operacione­s gratuitas a la gente con labio leporino y allí, entre la gente, vieron a Noe en una cunita. Cuando le dijeron que no tenía mamá y que desde hace dos meses le estaban buscando una familia, ella automática­mente dijo: “se viene conmigo”. Y como ella y su ex marido tenían la llave de la ciudad y justo estaba presente el gobernador de ese momento, se agilizaron los trámites y a los pocos días se convirtió en mamá de Noelia. Le puso ese nombre porque estaba enamorada de la canción de Nino Bravo y cada vez que la nena cumplía años, cuando soplaba las velitas Beatriz le ponía esa canción y todos le cantábamos.

-¿Cómo era como mamá?

-Ella decía que las chicas eran sus niñas, sus princesas. Vivía para sus hijas y no tenía ojos para otra cosa

-¿Sus hijas se parecen a ella?

-Mirá… Bettina es re dulce y muy reservada, pero te puede construir un castillo de un segundo al otro porque es muy inteligent­e. Desde chica que dice que quiere ser veterinari­a y siempre pedía animalitos. Bichito que pedía, bichito que Beatriz le llevaba. Y Noelia le dijo a Bea: “Mamá, no me voy a dedicar a lo tuyo. Hay poca plata en tu rubro, me voy a dedicar a lo que hace papá”. Y su mamá le dijo que le parecía perfecto porque se iba a morir de hambre siendo actriz (ríe). Ahora está estudiando medicina y el papá la lleva cada tanto a la clínica en la que trabaja él para entrenarla. Beatriz se fue muy orgullosa de ellas. - Antes me dijiste que te costaba abrir su conversaci­ón de WhatsApp. ¿Fuiste a su casa a visitar a las chicas? ¿Cómo están ellas?

-Estoy al teléfono todo el tiempo, pero no fui porque todavía no quieren recibir a nadie. Están haciendo el duelo acompañada­s de Blanca y de su papá. Yo les dije que cuando ellas dispongan, yo voy a ir como siempre a tomar el té y a comer la torta que le gustaba a su mamá. Pero por ahora hay que darles espacio.

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Adriana junto a Beatriz. “Me duele… Sobre todo, a las ocho de la noche: a esa hora la llamaba por teléfono. Hoy, cuando llega ese horario, me doy cuenta de que ya no la puedo llamar
y que no voy a volver a tener sus mensajes” , afirma.
Ausencia Adriana junto a Beatriz. “Me duele… Sobre todo, a las ocho de la noche: a esa hora la llamaba por teléfono. Hoy, cuando llega ese horario, me doy cuenta de que ya no la puedo llamar y que no voy a volver a tener sus mensajes” , afirma.
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Adriana no quiere dar detalles
del juicio que Beatriz hizo a quienes le hicieron la cámara oculta, pero revela que el conductor de Punto
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“TOGNETTI FUE EL UNICO QUE LE PIDIO PERDON Y ATESTIGUO A FAVOR DE ELLA” Cámara polémica Adriana no quiere dar detalles del juicio que Beatriz hizo a quienes le hicieron la cámara oculta, pero revela que el conductor de Punto Doc fue el único “arrepentid­o”.
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ELLA FUE MUY FELIZ CON EL”
La vida sigue
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las hijas de Salomón, viven con Blanca, la mujer que las cuida. Ferriols las visita a diario.
“BEATRIZ LO PERDONO A FERRIOLS, ELLA FUE MUY FELIZ CON EL” La vida sigue Bettina y Noelia, las hijas de Salomón, viven con Blanca, la mujer que las cuida. Ferriols las visita a diario.

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