SOCIEDAD
Ciudad de Buenos Aires

Palacio Barolo | El edificio inspirado en la Divina Comedia cumple cien años

Fue inaugurado el 7 de julio de 1923 y su dueño, Luis Barolo y el arquitecto Mario Palanti imaginaron que los restos de Dante Alighieri descansaran en la entrada del edificio. Cómo es su gemelo uruguayo. Fotogalería.

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Palacio Barolo. | CEDOC

La ciudad de Buenos Aires y Montevideo son ciudades hermanas, quizá mucho más hermanas y cercanas que la Argentina y el Uruguay. Uno de los símbolos de esa hermandad nació de la mano de una pasión mística y masónica, que logró unir a la literatura y la arquitectura: el hoy centenario Palacio Barolo en Buenos Aires (se inauguró el 7 de julio de 1923) y el Palacio Salvo, en Montevideo (algo más bajo que el anterior e inaugurado en 1928).

Ubicados en avenidas importantes de cada ciudad, cerca del Río de La Plata (en Avenida de Mayo, en Buenos Aires y en la avenida 18 de Julio en Montevideo), el sueño de su dueño, Luis Barolo y del arquitecto Mario Palanti, era unir a los dos edificios con la luz de sus faros sobre el río, que simbolizara la hermandad de los dos países, aunque un error de cálculo impidió el “puente de luz”.

La distancia entre ambos edificios es de 202 kilómetros y la altura del faro es de 100 metros, pero la entrada desde la calle al Barolo está a 35 metros sobre el Río de la Plata, y la del Salvo a 34 metros. Esto les confiere una altura sobre el río de 134 m. Con esta altura, la curvatura de la tierra, le permite que sean vistos a 78 km. Lo que significa que abarcan una distancia de 146 km, dejando sin cobertura a una franja de 46 km de ancho, por lo que resulta poco verosímil la teoría que “luego se dieron cuenta que la curvatura de la tierra no se lo permitiria”, cuando su luminosidad tampoco.

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Barolo (1869-1922), poderoso productor agropecuario piamontés, fue quien soñó con los edificios inspirados en la Divina Comedia de Dante Alighieri. Había llegado a la Argentina en 1890 y trajo las primeras máquinas para hilar el algodón al país, para dedicarse a la importación de tejidos. Así, instaló las primeras hilanderías de lana peinada e inició los primeros cultivos de algodón en el Chaco.

En el centenario de la revolución de Mayo en 1910, conoció al arquitecto nacido en Milán Mario Palanti (1885-1979), a quien contrató para construir el edificio de sus sueños, pensado y diseñado para que sea una propiedad exclusivamente para rentas. Como todos los europeos instalados en el país, Barolo pensaba que Europa no podría eludir las guerras que llevarían a la destrucción a todo el continente. Desesperado por conservar las cenizas del poeta Dante Alighieri, quiso construir un edificio inspirado en la obra más importante del poeta, “la Divina Comedia”.

El Barolo tiene 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos) y 100 metros de alto, que requirieron una autorización especial del intendente porteño Luis Cantilo en 1921, ya que superaba en casi cuatro veces la máxima permitida para edificar en la avenida de Mayo. A los 100 metros se llega gracias al gran faro de 300 mil bujías.

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El estilo del edificio provocó cierta perplejidad, se habló de estilo “remordimiento italiano”, gótico romántico, castillo de arena, o cuasi gótico veneciano. Está decorado por la simbología masónica y referencias a la Divina Comedia, lo que lo hace una edificación única en el mundo.

Su construcción se comenzó en 1919 y se completó en 1923. Se emplearon 4.300 metros cuadrados de cemento armado; 8.300 de mampostería; 1.400  de material para pavimentos; 1.450 para estucos y revestimientos, 70 mil bolsas de cemento; 650 toneladas de hierro y más de un millón y medio de ladrillos comunes y otro tanto de ladrillos huecos.

El recorrido total de las escaleras es de 236 metros con 1.410 escalones, contra los 206 que tiene el Obelisco porteño, para comparar con otro emblema de la ciudad. Tiene nueve ascensores y dos montacargas que fueron diseñados especialmente. Dos de los ascensores están ocultos y fueron diseñados exclusivamente para uso de Barolo, que quería evitar el contacto con los inquilinos, aunque no llegó a ver su obra terminada porque murió un año antes de que termine de construirse. Desde su inauguración hasta 1936, en que se terminaron el edificio Kavanagh de Buenos Aires, y el edificio Martinelli en Sao Paulo, fue el edificio más alto de sólo de la Argentina, sino también de Latinoamérica.

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El Palacio, como la Divina Comedia, está dividido en tres partes: Infierno, Purgatorio y Cielo. Las nueve bóvedas de acceso representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales; el faro representaba los nueve coros angelicales.

Desde el centro, las nueve bóvedas se dividen tres hacia la avenida de Mayo, tres hacia Hipólito Yrigoyen, la bóveda central se extiende hacia la cúpula, y las que contienen las escaleras, hacia los laterales. Cada una de las seis bóvedas transversales, así como las dos laterales, contienen inscripciones en latín, y se pueden distinguir catorce citas que pertenecen en total a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de la Divina Comedia. Algunas de ellas pertenecen a Virgilio, otras a escrituras bíblicas. “La letra mata, el espíritu vivifica”, y “está fundada sobre piedra firme”, dan testimonio del sentido espiritual con el que fue construido el edificio, determinando su carácter y función: un templo laico que promueve las artes liberales. Sobre el faro está la constelación de la Cruz del Sur que se ve alineada con el eje de Barolo en los primeros días de junio a las 19:45 horas. La altura del edificio es de 100 metros y 100 son los cantos de la obra de Dante; tiene 22 pisos tantos como estrofas los versos de la Divina Comedia.

La cúpula representa el amor de Beatrice y Dante, y el ingreso al Paraíso, iluminado por la luz divina del faro bajo la Cruz del Sur en el ápice. La división general del edificio y del poema es en tres partes: Infierno, Purgatorio y Cielo. La planta baja es el Infierno, los primeros 14 pisos son el Purgatorio, los pisos siguientes son el Paraíso y el faro representa a Dios. La cúpula está inspirada en un templo Hindú dedicado al amor, y es el emblema de la realización de la unión del Dante con su amada Beatrice.

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El palacio Salvo se erige en el predio donde estaba la confitería La Giralda, mítico local montevideano en el que se interpretó por primera vez el famoso tango “La cumparsita”. El “Salvo”, se comenzó a construir en 1925 y se inauguró en 1928. Debe su nombre a los hermanos Lorenzo, José y Ángel Salvo, millonarios hijos de inmigrantes italianos y su intención original fue ser un hotel de categoría. Y así como del Barolo se dijo que tenía un estilo “remordimiento italiano”, sl famoso arquitecto Le Corbusier se horrorizó con el palacio y lo denominó “enano con galera”. Hasta se paró en un punto de la plaza Independencia (cercana al edificio) y dijo que ese era el punto ideal para bajarlo de un cañonazo.