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Red Internacional

Una trabajadora de salud mental recuerda su formación con quien fuera referente de Psicología Social y Salud Comunitaria, fallecido este domingo a los 89 años.

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Domingo 2 de julio de 2023 | 21:54

En el año 2020, en plena pandemia, conocí la Psicología Social. Escuela 4 pasos, una escuela que, de manera virtual, daba la oportunidad de poder cursar a distancia la carrera. Yo no tenía trabajo remunerado pero sí era trabajadora de la salud mental ya en esa época y hacía talleres a la gorra por plataformas que recién empezábamos a usar. Había un valor mensual en la carrera pero si no tenías recursos era accesible a que pudieras seguir conectándote y el monto se iba ajustando. Con el tiempo entendí que eso estaba siendo una intervención psicosocial.

Pero no iba a hablar de mí. Hoy quiero recordar a Alfredo Moffat. ¿Quién será ese señor que se conectaba para darnos teóricos? Aparecía en cámara con una lupa para poder hacer un repaso de cada pantallita que se veía en cuadrícula, nos nombraba uno a uno con nombre y apellido. Él nos decía que la pandemia nos puso presos a todos.

Estamos todos en el adentro en el interior de nosotros, en el pasado, con otras palabras, claramente esa fue mi interpretación, y que necesitábamos salir, que nos habían separado de nuestros seres queridos, que se había perdido la idea de lo colectivo y también nos preguntaba qué pasaba con aquellas personas que no tenían ese adentro, que no tenían una casa y que no eran personas de la calle: eran personas en situación de calle. Si no había proyecto el intentaba construirlo con el otro.

Tengo los apuntes en cuadernos espiralados que forman un cajoncito de ese botiquín subjetivo que varies fuimos armando.

Nos encantaban las clases con Alfredo, nos hablaba de Pichón Riviere, de Paulo Freyre. Era de esas personas cálidas y atentas, nos hablaba del manicomio, toda una vida luchando contra el manicomio, tiraba chistes, el humor no podía faltar en sus frases. Podía trasmitir empatía a través de un zoom. Eran dos horas donde se desdibujaba la idea de estar solos. Nos contó del Bancadero, de la peña Carlos Gardel, de las ollitas, era parte de una tradición que podía trasmitir herramientas para intervenir con ejemplos muy sencillos.

Aunque tenía nivel político, ideológico y teórico, su lenguaje era muy comprensible para quienes veníamos de otras experiencias de vida y eso lo hacía accesible a poder proyectar los hilos de continuidad en intervenciones psicosociales. Me acuerdo de atravesamientos en sus teóricos, los anillos de marginalidad, la forma que tenía de hablar y poner voz a los callados, a los excluidos, a los que el poder no quiere darles voz. Era algo muy bello.

En medio de una realidad tan tremenda y hostil como sucede en este sistema social que deja a millones de personas en la pobreza, sin derecho a una vivienda, sin derecho a la educación, sin las condiciones básicas de subsistencia, él lo transformaba en una intervención psicosocial, una intervención posible. Si me habré enojado con esa lógica de lo posible. En sus clases permitía el debate de ideas y aceptaba las posiciones políticas, estuviera o no de acuerdo, había algo que dejaba que circulara. En ese momento se desarrollaba la toma de Guernica y recuerdo plantearlo en un teórico y él le daba lugar y repudiaba la represión y el desalojo.

El cambio social planificado es otra frase que utilizamos en la jura cuando nos egresamos como psicólogos moffateanos y así quiero recordarte, querido Alfredo, como un hilo de continuidad teórica pero también entendiendo que las teorías y las intervenciones no son estancas y que podemos ir modificándolas para seguir luchando por cambiar todo de raíz por una vida que merezca ser vivida.

En la actualidad, tres años después, la salud mental está en emergencia, las condiciones de vida de millones han empeorado, las guardias de los hospitales estallan, los trabajadores cobramos por debajo de la canasta básica. Hay una ley sancionada desde el año 2010 que ningún gobierno de esa parte hasta ahora ha cumplido. El 10% del presupuesto total de salud que debería destinarse a salud mental según la Ley Nacional de Salud Mental no llega ni al 1,3%. La atención primaria está totalmente vaciada con equipos interdisciplinarios que no se cubren.

Hay discursos políticos muy lindos y lo posible ya no alcanza, las personas que asistimos están cada vez peor. Para que no fuera demagogia la desmanicomialización, el gobierno debería destinar los fondos necesarios para reconvertir los hospitales monovalentes, aumentar el recurso para que se pueda dar respuesta ante el aumento de la demanda en todos los hospitales generales y garantizar estructura y recursos para dispositivos comunitarios con equipos interdisciplinarios donde también haya psicólogues sociales.

Pero el Estado no responde a los intereses de las mayorías, sino a los de un grupo de empresarios y especuladores. Acá es cuando pienso esos hilos de continuidad: la tarea de les trabajadores de salud mental y las comunidades es luchar por nuestros derechos y el derecho de las personas a las que asistimos. Hoy más que nunca es más que necesario porque defendemos una salud pública y de calidad. Que también incluye la vida integral de las personas que trabajamos y somos a la vez, usuarixs del sistema de salud.

Sin plata y sin permiso. Así Alfredo, con determinación y la tenacidad de sus convicciones, pondria al servicio social su vida y obra, para y por los excluidos de este sistema.


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