La Luna nos ha obsesionado desde siempre. Curiosamente, en el día la luz nos hace ver todo, salvo el sol, mientras que las oscuras noches están iluminadas por una esfera blanca que siempre ha captado nuestras atenciones, nuestro arte. Ya hablamos de todo lo que quisiste saber alguna vez de la luna, también de que una pequeña variación en su órbita nos podría dejar el 2030 a lo final de No mires arriba e incluso de la historia de un hombre que afirma que la luna le pertenece. Desde luego, si eso fuese verdad, como regalo de San Valentín sería insuperable.

Pero es que ahora, según la publicación Crater Morphology of Primordial Black Hole Impacts, de Almong Yalinewich y Matthew E. Caplan, recogida en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society: Letters, Volumen 505, Julio 2021, nuestro querido satélite podría tener la respuesta a las mayores preguntas de la ciencia contemporánea, la materia oscura. Pero metemos otro gran misterio en la ecuación, los agujeros negros, concretamente la huella que uno de ellos, del tamaño de un átomo, dejó en el cuerpo celeste que rodea la Tierra, formado hace 4.600 millones de años.

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Según este estudio la luna pudo ser impactada por ese minúsculo agujero negro, lo que habría dejado una huella inconfundible que, de encontrarla, resolvería de forma pragmática el misterio de la materia oscura, cuya existencia es invisible pero esencial para dar sentido a todas las teorías y cálculos que sostienen nuestra ciencia.

El estudio parte de la base de que en los comienzos del universo se habría producido la eclosión de agujeros negros de todos los tamaños, tal y como dijo Stephen Hawking en los años 70. Algunos astrónomos consideran que esa enorme abundancia de agujeros negros en los primeros pasos del universo serían una manifestación de la materia oscura, y sus huellas por tanto una forma de probarla.

Si estos agujeros negros cayeron en la Tierra, su huella desaparecería por la erosión, pero en la Luna podrían haberse conservado. El descubrimiento de las huellas de alguno de ellos sería lo más cerca que hemos estado de tocar la materia oscura, que según las teorías supone el 80 % de la masa total del universo. Por supuesto, sería mejor estudiar e interior de un agujero negro, pero es algo imposible. Sin embargo, los de un tamaño diminuto podría haber dejado simples huellas en cuerpos celestes, y son esas huellas las que servirían como primer contacto palpable.

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El estudio también recoge simulaciones y teorías que defienden que el cráter que dejaría un agujero negro podría ser diferenciable, a través de nuestra tecnología actual, de un cráter corriente. Ahora, eso sí, todo esta teoría está a la espera del envío de nuevas misiones a la Luna con el objetivo de estudiar estos cráteres y reconocer en ellos la huella que podría acercarnos más que que nunca a palpar la existencia de ese 80% del Universo que se nos oculta. Los autores calculan que la posibilidad de que haya una de esas huellas en la luna es, como mínimo, del 10 %. También, por supuesto, de que haya huellas similares en Marte, Mercurio, o determinados satélites rocosos de nuestro sistema pero eso, científicamente hablando, nos pilla bastante más lejos.