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Ayer falleció el actor Fernando Peña a los 46 años

Tenía cáncer de hígado y acarreaba muy mala salud

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Hacia las cinco de la tarde de ayer comenzó a correr la noticia: Fernando Peña acababa de morir. El polémico actor había sido internado de urgencia en el Instituto Alexander Fleming, en Belgrano, Buenos Aires, donde dejó de existir a raíz de un cáncer.

El artista, que había ido superando un cuadro de Sida, había sido fiel a su estilo frontal y provocador, cuando él mismo había hablado públicamente sobre su estado de salud, que se había agravado en las últimas semanas por las sesiones de quimioterapia. Incluso había manifestado que filmaría su progresiva enfermedad.

La noticia de su muerte fue difundida en la tarde de ayer desde el programa de Matías Martin, en la radio Metro 95.1, donde se levantó la programación y se dispuso sólo pasar música. Por su parte, la productora del programa de Peña, Roxana Cardozo Veneziano, relató en Radio 10 que había estado este mediodía con el actor. "Esta mañana nos llamó María, que es la persona que lo cuida, para avisarnos que había entrado en un coma farmacológico", dijo, y que cuando fueron a verlo algunos integrantes del equipo al salir del programa, el médico que lo atendía les informó que "tenía pocas posibilidades; lo único que lo podía salvar era un milagro".

El actor se había recuperado hace algunos años de un linfoma en su riñón izquierdo, gracias al tratamiento de quimioterapia que duró un año.

Peña fue un provocador incorregible, hecho que para muchos lo convertía en un ídolo y un artista transgresor, del mismo modo que era rechazado por una parte del público, que él tampoco eludía atacar. Consecuencia de esa actitud fueron muchos sus problemas con algunos de sus espectadores y con la prensa. Uno de sus últimos grandes escándalos mediáticos fue una polémica pelea con el piquetero Luis D´Elía.

Pero más allá de eso, fue también un verdadero creador, ideando guiones de gran personalidad, que muchas veces él mismo dirigió y llevó a escena, con fuerte inspiración contracultural. El gusto por lo más oscuro en materia de sexo, de vínculos familiares y de relaciones humanas en general, fue una constante que caracterizó a sus propuestas teatrales. Son famosas sus creaciones, como la cubana Milagros López, el italiano Mario Modesto Sabino, el popular Palito y su contrario, Martín Revoira Lynch.

En Uruguay sus montajes se presentaron repetidas veces, en el Teatro Stella, desde donde ofreció un tipo de obra nada común para esta plaza teatral. Sus puestas en Montevideo convocaban en general a un público joven, aunque tampoco se privó de sembrar problemas en su ciudad natal, actuando muchas veces con ánimo transgresor también fuera de los escenarios.

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