La primera vez que estuve en una orgía fui disfrazada para ello. Me amoldé al suitcase del momento: solo ropa interior, como mucho, toda la parafernalia deseada pero nada de vestidos, ni pantalones, ni abrigos. Era una de las fiestas organizada por La mosca cojonera, probablemente, la persona que más me ha enseñado de sexualidad a lo largo de estos años. Era una época preciosa cuando éramos capaces de encontrar locales lo suficientemente abiertos como para permitir que un grupo de adultos se reúna para conocerse personal y sexualmente.
Porque la de gente que conoces en una orgía. No les quiero ni contar. Y todos van a ir a lo mismo que ustedes, así que tranquilos. Se trata de disfrutar.
Aunque no lo crean hay especialistas en montar orgías. Entiendo que así dicho, se sorprendan, pero los hay. Busquen, por favor, en internet. Hay portales míticos como Joy Club, recién llegado desde Alemania, panacea de la libertad sexual donde, si se inscriben, aprenderán mucho de sexo no convencional, encuentros con desconocidos y orgías. Porque la gente se conoce para eso. No necesitan fingir.
En una orgía, olvídense, no los van a asaltar al cuello, desnudarlos y empotrarlos a menos que, efectivamente, busquen eso. Pero para alcanzarlo tendrán que pactarlo porque esa es la base del sexo en una orgía: el pacto personal entre los integrantes del encuentro. Los límites, efectivamente, los ponen ustedes.
Normalmente, la persona que quiera acercarse a ustedes, directamente, se lo dirá. “Querría estar contigo” es más que suficiente para que se elija compañía. Lo que suceda a partir de entonces,
En una orgía fui testigo de una sesión de azotes (spanking) en la que una mujer, literalmente, se corrió delante de todos, después de los azotes en el culo que le propinaba su marido. Hacía músico sobre el cuero de su trasero. Nos excitamos todos.
En otra, mientras alguien hacía una incursión en mi entrepierna otra reclamó la turgencia de mis pechos. Sin que ni siquiera recuerde ni su cara, ni su nombre, pero sí su olor y la magia de su lengua en mis pezones.
Intenten que suceda todo lo que quieran que suceda. Suele ocurrir.
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