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      Ronnie Arias y una alianza con Andy Kusnetzoff: “Pensé que yo estaba terminado”

      Se hizo cargo de su sobrino tras la muerte de su hermana y hoy aprende sobre paternidad. Convocado para integrar "Perros de la calle" (FM Urbana Play) se reinventó en radio.

      Ronnie Arias y una alianza con Andy Kusnetzoff: "Pensé que yo estaba terminado"Nueva vida. Arias es ahora uno de los perros de la calle de FM Urbana Play (FM 104.3). Además, ejerce un rol paternal al cuidado de su sobrino.

      Su hermana sacaba una foto al cielo cuando se desvaneció en San Martín de los Andes. Un derrame cerebral le provocó la muerte y eso se transformó en un estampido en el núcleo familiar. Ronnie Arias y "Chivi" habían sido "carne y uña" y ahora -enero de 2021-, le tocaba a él grabar desde Colonia, donde había decidido mudarse, un mensaje de WhatsApp para despedirla. "¿Dónde querés vivir?", le preguntó días después Ronnie a su sobrino. La respuesta lo convirtió en algo que no imaginaba: "Tío-padre".

      "Mi hermana era donante y cuando me enteré que aparecieron receptores para las córneas sentí paz, saber que alguien iba a ver como con los ojos verdes de ella", dice con el dolor resignificado. "Imaginarse ver la luz casi con los ojos de mi hermana, sentir que no está muerta, que está y no en una persona, en dos o más".

      Después de la contención a su madre, llegó el momento de la devolución de las pertenencias que "Chivi" (o Silvina) llevaba en aquellas vacaciones en el Sur. A Ronnie le entregaron un bolso con la etiqueta "El espinillo". Adentro había semillas que su hermana proyectaba plantar en la chacra de Uruguay llamada así, de la que Arias es dueño. Esa fue la gran herencia. Un par de semillas que se transformaron en el proyecto de un árbol (Maitén) y en Espuelas de Caballero de todos los colores. Eso y un hijo de 20 años para cuidar, Juan. Todos regalos a los que ayudar a crecer.

      De la introspección de la cuarentena a su regreso feliz a la radio.De la introspección de la cuarentena a su regreso feliz a la radio.

      Horacio Jorge Arias viene de tocar fondo. Mucho antes, previo a aquel nocaut, había tenido un buceo involuntario por la oscuridad, del que exprimió las mejores "gotas" para plasmarlo en dos podcast que protagoniza. En uno, BB y Ronnie 30 años (junto a Bebe Sanzo, por Spotify) puede hablar de los bueyes más perdidos y delirantes. En el otro, Segunda oportunidad (de la plataforma Podimo) ahonda en historias "de quiebre y de reconstrucción". Conversaciones con Cecilia Roth, Pablo Lescano y compañía sobre crisis internas y nuevos sentidos después de algún "sismo".

      "Yo pensé que estaba muerto", larga minutos después de Perros de la calle, el programa de Andy Kusnetzoff en Urbana Play (FM 104.3), al que se sumó este año. "No sabía quién era, en el medio la pandemia, tenía la sensación de que estaba viejo, de que era descartable. Creí que estaba totalmente terminado", admite y pide disculpas por un hipo rebelde que decora la entrevista.

      A principios de 2020 había decidido radicarse en Uruguay, en un caserón de la localidad de Riachuelo, "el lugar opuesto a Maldonado que es el centro de las celebrities". El proyecto era cruzar seguido el charco si las propuestas laborales lo ameritaban, pero llegó "la peste" y la quietud. La topadora Ronnie, trabajador desde los 16, no sabía bien cómo manejar su hiperactividad, hasta que leyó en Twitter un mensaje de Graciela Borges que lo hizo repensarse: "Qué miedo le tenemos a la pausa". Entonces, mientras aceptaba ese tiempo congelado de la cuarentena, se dedicó al campo, plantó más de 200 árboles, hizo un caminito de 20 sauces, sembró, cosechó calabazas y acelga, y puso manos a la obra en marcos y pisos. Lo acompañaban Pablo, su pareja, y los cuatro perros, Pancha, Palito, La Yuyo y El chino. "Yo pensaba que estaba muerto y estaba en realidad tomando contacto con una vida que no conocía".

      Ronnie Arias, el que volvió a vivir en la Argentina, pero cruza el charco permanentemente.Ronnie Arias, el que volvió a vivir en la Argentina, pero cruza el charco permanentemente.

      -¿Cómo es tu vida ahora?

      -Hoy estoy feliz viviendo con él. Mi sobrino me preguntó en un momento: "¿Y ahora quién es mi familia?".  Volví a Buenos Aires a hacerme cargo de él, que dice que es mi "sobrijo". Nunca quise tener hijos, nunca lo sentí como una necesidad y siento que fue como si mi hermana me dijera: "¿No querías tener hijos?. Ok"... y me deja un pibe en plena crisis de adolescencia. Él se encarga de la cocina, probó como chef y ahora estudia Comunicación. Fuimos encontrando el modo. Ahora que aflojó nos dice cuánto nos quiere. El tema es estar a la altura.

      -¿A la altura?

      -A la altura de mi hermana, algo muy difícil. Ella era madre soltera, maestra en la villa, vivía para dar. Se deprimía si llovía por la gente que vivía en la calle, después de clases iba a golpear las puertas de los alumnos que no habían asistido. Al principio fue duro, todo lo que yo le había hecho a mi vieja, mi sobrino me lo estaba haciendo a mí. Había quedado como un pájaro herido y yo no tuve tiempo para pensar demasiado, tuve que ponerme en movimiento. Ahora me siento rozagante. ¿Viste que para vivir hay que morirse un poco?

      -Vos ya sabés de eso, tuviste como un "renacimiento" hace menos de una década...

      -Pasé tantas veces por el fondo del mar que debería saber que voy a volver a salir. Como cuando dije "conmigo el cáncer (de garganta, hace menos de una década) no va a poder". Hoy estoy feliz, trabajando y sentiéndome querido otra vez. Recordé lo que me había dicho Jorge (Guinzburg) cuando me ofreció hacer una revista en Carlos Paz y le dije que no. "Tranquilo, vos vas a tener trabajo siempre". Pero esta última vez yo no estaba tranquilo, había dejado de ser yo, hasta que el año pasado fui a PH (Telefe). Y pasó algo fuerte. 

      -¿Qué?

      -Nos dimos cuenta de que éramos lo mismo en distinto envase. Históricamente ellos eran los hombres de negro y nosotros, con Juan Castro, los putos glamorosos. Pero hubo una conexión, Andy me llamó, y acá estoy. A veces uno parece que está derrotado, no tiene a dónde ir y la tristeza absoluta se convierte en amor, en crecimiento.

      Ronnie Arias participará en "Masterchef Uruguay"Ronnie Arias participará en "Masterchef Uruguay"

      Cuando el martes 19 Ronnie debute en Masterchef Uruguay (por el Canal 10 de ese país) le agregará una nación y una faceta a las mil quinientas que mostró con más o menos exposición. "Trabajador golondrina", como se define, se ganó la vida en Venezuela, Perú y Brasil por E! Entertainment, y cantó bolero y tango en España. En la Argentina, pasó de empleado de taller de rectificación de cintas de freno a productor de Susana Giménez y guionista de Antonio Gasalla, con varias escalas.

      "Mamá podía entender el compartamiento de cuatro nenas, mis hermanas, pero no el de varón. Por eso, cuando me ponía pesado, me mandaban a casa de las tías. Tía Susi, tía Eulalia, tía Carmela, mi abuela Alicia, mi maestra Lucrecia, mi hermana mayor Lilia. Soy también el resultado de todas esas mujeres, el amor de todas", relee.

      Ronnie Arias de niñoRonnie Arias de niño

      Con sus trastos a otra parte, en 60 años supo empezar de nuevo con tanta naturalidad que no lo sorprendería armar valijas otra vez. Recuerda que antes de la mayoría de edad, se hartó por primera vez de esa casa de cinco hijos y una madre viuda a los 23 y puso en un bolsito sus vinilos, rumbo a la independencia. Nunca se despegó, sin embargo, de su "rebaño de sangre".

      Una pieza de ese engranaje primario faltará "para siempre", pero la distancia temporal va aclarando algunas zonas. "Si mi vieja le hubiera puesto a mi hermana Silvina el empeño para que estuviera en el mundo del espectáculo, ella hubiera sido una gran actriz", se ríe el que nunca pudo volver a verse en aquella "perla" publicitaria perdida, un aviso de gaseosa de la Navidad 1968 en el que levanta el vaso para brindar, con apenas seis años y un corte a lo Carlitos Balá.

      Ronnie Arias en su juventudRonnie Arias en su juventud

      "Alguna vez le dije a Sergio Hendler 'falleció tal', y él dijo: 'La gente no fallece Ronnie, se muere. No hay que tener miedo a la palabra'". Sin miedo, ahora las dispara todas juntas de nuevo en radio, locuaz, parlanchín, como impulsado por la presión acuática de quien tocó el fondo de la piscina y va subiendo sin esfuerzo. "Hijo de una época, la democracia", lejos quedaron las distintas "eras" de su calendario, la era del "descontrol", la de la explosión mediática, la del año mudo por la enfermedad, la de la reconstrucción. "Hoy es mi era de la felicidad. Antes me ponía el traje de hombre feliz. Ahora, a pesar de todo, soy feliz".


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      Marina Zucchi
      Marina Zucchi

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