¿Las playas están llegando a su fin?

La erosión costera amenaza a las playas arenosas del mundo, que son más de un tercio del litoral del planeta.
playas erosion costera mar
El retroceso de las playas puede deberse a construcciones junto al mar.Geraldine Castro

Los paisajes se pueden extinguir. Es la historia de las playas que pierden terreno debido a la erosión costera, un fenómeno natural en el cual las olas del mar y los vientos suman o restan arena a las costas. Si llega a romperse ese vals, el océano termina por morder el continente. Las causas son varias: la construcción de edificios sobre el litoral, la pérdida de vegetación nativa, extracción de arena, el aumento del nivel del mar por el calentamiento global, los daños de eventos extremos y la instalación de estructuras a modo de barreras que, lejos de resolver el problema, lo empeoraron.

La erosión costera amenaza a las playas arenosas del mundo, que son más de un tercio del litoral del planeta. El 70% ya experimenta un retroceso. La comunidad científica sabe que los fenómenos climáticos extremos causan menos daño cuando las dunas costeras no han sido invadidas, eliminadas o modificadas. Este asunto es importante pues, en promedio, el nivel del mar ha subido 10 centímetros en los últimos 30 años.

Se estima que en este siglo se pierdan entre 6,000 y 17,000 kilómetros cuadrados de tierra, lo que provocará el desplazamiento de entre 1.6 y 5.3 millones de personas. Una investigación publicada en 2020, advirtió que la mitad de las playas de arena del mundo podrían desaparecer a finales de siglo, también proyectó que "la mitigación moderada en las emisiones de gases de efecto invernadero podría evitar el 40% del retroceso”. Algo a tener en cuenta frente a esta amenaza, es que una cuarta parte de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros del mar.

Montículo de arena con vegetación en Sisal, donde han detectado 36 especies.

Geraldine Castro

En el estado de Yucatán existen 11,848 hectáreas de dunas. En el sureste se han detectado las condiciones más degradadas del país. En este sitio, la investigadora Gabriela Mendoza, del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad del Instituto de Ecología de la UNAM LANCIC-Mérida, señala que hay playas que han perdido resiliencia por la erosión, por ejemplo, Chelem, Chicxulub, Telchac, Chuburná y la parte frontal del puerto de Sisal.

Un estudio detectó áreas erosivas y estimó una pérdida de 19 metros del litoral entre 1980 y 2019, tan solo en la península de Yucatán. Esto no es asunto menor, el avance del mar puede hacer que las aguas subterráneas se vuelvan inadecuadas para el consumo humano y la agricultura. Y lo evidente: si el mar devora las construcciones que tiene como vecinas, miles de familias podrían perder su patrimonio. En esa entidad del país, el número de personas que vive en pueblos costeros aumentó de 27,000 a más de 100,000 entre 1970 y el año 2000.

La conservación de las zonas litorales impacta en la industria petrolera. En México, por ejemplo, más del 70% de la explotación se hace en el mar. Lo mismo con la industria eléctrica, ya que más del 45% de la generación de energía se hace en plantas ubicadas en el litoral. La historia se repite con el turismo y las exportaciones, pues las playas son destinos importantes para la economía mexicana; el 80% de la mercancía transita por los puertos nacionales.


Julia Carabias
"Hemos extraído mucho más de lo que se puede reponer y estamos regresando a la naturaleza mucho más de lo que puede asimilar”, resume Julia Carabias, durante el seminario del Colegio Nacional ‘¿Podemos alimentarnos de manera saludable y sustentable?’

Valiosos montículos de arena

Arelda Chay lleva una década cuidando tortugas marinas en Telchac, junto a una decena de voluntarias, para la Secretaría de Desarrollo Sustentable. Se trata de las integrantes de “El club de la tortuga”, quienes se aseguran de que los nidos no sean saqueados y de que las eclosiones sean exitosas. Desde hace meses, dice, dejaron de “ver la mitad del trabajo”, ya no solo se enfocan en los animales, pero ahora cuidan el espacio donde comienza la vida de las tortugas: las dunas.

En Telchac están a la vista las malas decisiones de quienes intentan evitar que sus construcciones frente al mar no sean devorados. La belleza de la playa se entremezcla con costales, pedazos de concreto, escolleras y cascajo. En otras playas con erosión hay estructuras que intentan ser muros mediante espigones de madera y piedra.

A nivel local se deben contener las obras que cambian la dinámica del lugar.

Geraldine Castro

Desde el parque de Telchac, bajo la sombra de un árbol, Arelda Chay cuenta que la erosión se ha vuelto un problema mayor por la gente que construyó sobre las dunas, pese a que la ley establece que la Zona Federal Marítimo Terrestre (ZOFEMAT) es "una franja de veinte metros de ancho de tierra firme contigua a la playa", donde cualquier actividad requiere autorización de la Semarnat.

El problema de construir en esta zona, según el "Manual de restauración para dunas costeras de la Península de Yucatán", en el que participó Gabriela Mendoza, es que aumenta la concentración de energía de las olas en la playa y actúa como un “obstáculo que interrumpe o desvía el flujo de agua y sedimentos”.

En Telchac han tenido conflictos con quienes instalan geotubos geotextiles, estructuras de tela resistente rellenas de sedimento que la gente usa bajo la falsa creencia de que evita que el agua los alcance, pero que, a la larga, encrudece el problema. En algún momento esta tecnología fue avalada por investigadores del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY).


camila jaber apnea
La apnea es un deporte que lleva al limite al cuerpo humano. Camila Jaber es una apneísta capaz de bajar 58 metros sin aletas y es la mexicana que baja más profundo, 82 metros, con aletas. Los cenotes de la península de Yucatán han sido su escuela y hoy son los sitios por los que alza la voz.

Algunos experimentos y seguimientos a largo plazo sobre el impacto de estas estructuras muestran que aunque la intervención al movimiento marino sea mínima, el daño es significativo. En apariencia resuelve el problema, pues disipa energía al romper las olas mediante la acumulación de arena, pero ésta la obtiene de otros puntos.

Para Arelda dicha actitud es egoísmo puro, ya que no solo afecta a los vecinos, sino que también contamina el mar con el material que colocan sobre él. Los daños son múltiples, la evidencia científica indica que cuando se interrumpe la dinámica de estos montículos, se pierden servicios ecosistémicos. Las integrantes de "El club de la tortuga" se enteraron de todo esto en las platicas informativas de la especialista en ecología Gabriela Mendoza. Por esta razón, se han unido al esfuerzo de monitorear las dunas, identificar las especies que las habitan, aprender a sembrarlas y comunicar la importancia de no quitar las plantas de las playas.

Para Arelda, de casi 60 años, el proyecto es “un sueño hecho realidad. Ya no solo van a venir las tortugas, van a tener un lugar para vivir”. En su grupo están Amanda, Anne, Suemi, Cecilia, todas amas de casa con trabajos que van desde el cuidado de casas de veraneantes hasta labores de cocina. El único hombre en el equipo es José Elías, cuidador de tortuga desde los 13 años.


Ilustración abstracta con dos ballenas
Con los ecosistemas en crisis, ingenieros y científicos se están uniendo para descifrar lo que están diciendo los animales. Su esperanza está en que al escuchar verdaderamente a la naturaleza, los humanos decidirán protegerla.

Comprender la dinámica natural antes de restaurar

La investigadora Gabriela Mendoza, docente en las licenciaturas de Manejo Sustentable de Zona Costera y de Ciencias Ambientales de la ENES-Mérida y de la Facultad de Ciencias de la UNAM, destaca que para abordar la restauración es necesario comprender la dinámica del lugar, la biodiversidad y cómo interactúan los factores físicos. Elementos que, desde hace ocho años, su equipo ha priorizado.

En uno de sus estudios se comparan tres sitios de características similares: Sisal, Chuburná y Telchac, zonas con escolleras que causaron crecimiento de un lado de la costa, un fenómeno conocido como “terrenos ganados al mar”, y erosión en el otro. Después de caracterizar la parte física, involucraron a las comunidades y autoridades locales en el cuidado de las dunas.


Bosque marino en Santa Barbara, CA.
Las algas gigantes crean bosques marinos en las costas del noreste del Pacífico, pero en Baja California estos ecosistemas se encuentran amenazados debido a olas de calor y plagas de erizos morados.

Entonces se integraron las organizaciones "El club de la tortuga" en Telchac, "Las amigas del manglar" en Sisal y "U-Meya Coolelo" en Chuburná, para desarrollar un proyecto conjunto con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A través de este proyecto, dan jornales (pagos) por labores de restauración, y la UNAM brinda apoyo técnico a las comunidades.

Para respaldar estos procesos, la UNAM creó una aplicación digital llamada BioCon, que incluye materiales de divulgación como guías de servicios ecosistémicos de dunas y de buenas prácticas para la reproducción de plantas en viveros. Gracias a este acompañamiento informado, evitan prácticas perjudiciales, como la extracción de especies para reforestar nuevas áreas o la recolección masiva de semillas, la cual debe limitarse al 20% de las existentes.

La amplia biodiversidad absorbe algunos de los daños por fenómenos climáticos.

Geraldine Castro

La vegetación es clave en el programa. "El club de la tortuga" ya germinó el haba de mar o frijolillo, pero su objetivo es reproducir 12 especies, incluyendo la Coccoloba uvifera, conocida como uva de playa, que es popular debido a sus dulces frutos blancos y morados. También van a reproducir la riñonina (Ipomoea pes-caprae), usada como remedio para cálculos renales.

La intención del vivero que instalaron junto a la playa es que sirva para reforestar. “Aprendimos a reproducirlas, manejarlas, identificarlas y el lugar correcto donde las vamos a poner”. Además de contener la arena, la biodiversidad de las dunas es única; en el caso de México, representan el .04% de la superficie del país, pero albergan 2,072 especies de plantas, lo que es 10% de la flora mexicana. Todas con una capacidad especial para tolerar la sal del mar, la sequía y los movimientos de arena. Sobre las de la península de Yucatán se han identificado 784 especies.


metano
El ciclo del metano en los ecosistemas árticos y boreales se ha convertido en una preocupación mundial ante el acelerado aumento de temperaturas en estas regiones.

Al rescate de las costas

Desde hace algunos años, Esmeralda Acosta lidera el grupo “Amigas del manglar” en Sisal, compuesto por seis mujeres que cuentan con el respaldo de la fundación Chmay. “Sin manglar no va a haber servicios ecosistémicos, pesca o turismo”, cuenta Esmeralda con fresca energía que contagia desde sus primeras palabras. El grupo también limpia las playas y lleva los plásticos a reciclar. Junto a otros grupos, cada mes, retiran 800 kilos de PET en el puerto, “somos granitos de arena dispersados”.

Las amigas del manglar se involucraron con el rescate de la duna por invitación de la bióloga Mendoza, “queremos ser útiles a nuestros ecosistemas, son la protección que tenemos para que nuestro hogar se mantenga”. Más que un beneficio económico de esta actividad, cuenta, lo viven como una terapia que les permite salir de su rutina para convivir con sus hijos y la naturaleza. Esmeralda considera que es “el deber de proteger lo que te protege”.

En Sisal han identificado 36 especies sobre la arena, “Tenemos una buena vegetación, pero también un crecimiento desmedido. No hay una regulación, no hay autoridad competente que diga donde están los límites”. Como mujeres que hacen frente a esta situación se han encontrado con respuestas machistas al tratar de acordar las reglas de uso del litoral.

Esmeralda Acosta lidera el grupo “Amigas del manglar” en Sisal.

Geraldine Castro

“Falta muchísimo, es un trabajo que requiere un compromiso mayor,” comenta Gabriela Mendoza y señala que aunque las dunas no están en la legislación, se mencionan en la norma mexicana NMX-120, pero esta “no es obligatoria y casi nadie la conoce”.

Se trata de la NMX-AA-120-SCFI-2016 que establece los requisitos y especificaciones de sustentabilidad de calidad de playas, como que se debe mantener la vegetación nativa y “los corredores biológicos para el funcionamiento y la conectividad de las dunas”. Por lo cual, las obras deben estar detrás de la cresta del primer cordón de duna primaria.

En cuanto a la parte científica, comenta la investigadora, falta encontrar relaciones entre sistemas complejos; reconocer cómo interactúan arrecifes de coral, pastos marinos, playas, dunas costeras, manglares y humedales.