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La temible cochinilla: cómo identificar y combatir esta plaga

Hay una amplia variedad de cochinillas. No todas son lesivas para todas las plantas. Pero sí hay algunas ampliamente diseminadas, que representan grandes peligros. ¿Cómo lidiar con ellas?

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27 de diciembre de 2023 - 04:09 p. m.
Cochinilla algodonosa.
Cochinilla algodonosa.
Foto: Pixabay

Las cochinillas pueden ser algunos de los insectos más presentes y peligrosos para una amplia variedad de plantas. Una auténtica plaga que, por otra parte, también puede resultar inofensiva y útil para otras especies.

Esta aparente contradicción, y casi que una incongruencia, se da por un factor fundamental: cochinilla es una amplia palabra, que cobija a unas 8.000 especies de este insecto. En este mundo, entonces, hay un poco de todo.

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Y, sin embargo, para quienes ya se han adentrado, o apenas lo están haciendo, en el terreno de la jardinería, es muy probable que los encuentros con las cochinillas hayan sido de todo menos afortunados.

Cochinilla algodonosa, el gran enemigo

Una de las variedades más comunes de cochinilla es la llamada algodonosa, que debe su nombre a su apariencia: blanca, algo peluda, semejante a pequeños copos de algodón.

A pesar de esta descripción, que bordea el terreno de lo adorable, este tipo de cochinillas son de todo menos eso. Su presencia es sinónimo de enfermedad y decaimiento de las plantas y, además, pueden ser el precursor de otras plagas, como los llamados hongos negrilla (que aparecen, especialmente, sobre las hojas).

Por lo general, las cochinillas se alimentan de la savia, el líquido que corre por el interior de las plantas y que transporte los nutrientes necesarios para su subsistencia. Por esta razón, la aparición de la cochinilla algodonosa implica el decaimiento instantáneo de la planta y, con algo de tiempo, puede llevar a su muerte.

La cochinilla se puede detectar fácilmente cuando se encuentra en las hojas, aunque también prefiere lugares menos expuestos (tanto a depredadores naturales, como al ojo humano). Es muy común encontrarla en el revés de las hojas, en la intersección con los tallos. Y también en las partes más bajas de la planta, cerca a la tierra, en donde las nervosidades y pliegues de los tallos hace más difícil encontrarla.

Un síntoma ineludible de que este insecto ha llegado a su planta es la aparición de una sustancia viscosa encima de las hojas. Esta es una especie de melaza que secretan las cochinillas, con la intención de atraer hormigas que, a su vez, funcionan como una línea de defensa frente a depredadores naturales de éstas.

La melaza es peligrosa porque favorece la aparición de un hongo conocido como negrilla que, justamente, colorea de negro la superficie de las hojas, como si se tratara de un baño de carbón. Esto, entre otras cosas, inhibe la correcta realización de la fotosíntesis y, con ello, lleva hacia la muerte a la planta.

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Además de esto, los primeros cambios en las plantas suelen ser el debilitamiento de sus hojas y, en general, el cambio en la coloración de las mismas: de sus tonos habituales van migrando hacia amarillos, verdes o marrones (pero no vivos, sino con una gama que se asocia al decaimiento).

Estos cambios en la coloración dan cuenta de los problemas con el transporte y almacenamiento de nutrientes en la planta por cuenta del consumo de savia de la cochinilla algodonosa.

Si se deja a sus anchas, la cochinilla algodonosa se multiplica prontamente, por lo que resulta vital acabar con ella lo más pronto posible.

Hay varias formas de lucha contra esta plaga. La primera es acabar con las concentraciones que se encuentran en la parte más baja de los tallos, un lugar preferido de este insecto. Esto se puede hacer con un objeto puntiagudo, como el filo de una navaja, por ejemplo.

Lo siguiente es utilizar un plaguicida, de preferencia lo más ecológico posible, pues así se favorecerá el proceso de recuperación de la planta en general.

Uno de los más usados es una mezcla de jabón potásico con agua y alcohol. La mezcla debe ser aplicada, a través de un atomizador, en forma generosa (pero no con la idea de generar charcos de esta sustancia, ojo) en hojas, tallos y, si es el caso, frutos.

Dependiendo de qué tan avanzada estaba la toma por parte de esta cochinilla, el procedimiento deberá repetirse una vez cada 15 días e ir evaluando en la segunda aplicación cómo está la cosa.

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De forma preventiva, especialmente en climas con variaciones de temperatura (veranos estacionales o temporadas de sequía a lluvia) es recomendable aplicar ciertos aceites en hojas y tallos en las épocas más frías, de cara a proteger la planta de la llegada de estos insectos con el cambio de las condiciones climáticas. Se trata de extractos vegetales especialmente diseñados para plantas, que bien pueden conseguirse en el mercado (no aplicar aceite para cocina, en todo caso).

Cochinilla de humedad

Como dijimos al principio, no todas las cochinillas son malas (al menos no para las plantas). Y este es el caso de la conocida como cochinilla de humedad.

Esta especie se alimenta de materia en descomposición, por lo que resulta útil para control biológico en algunas plantas.

Como su nombre lo indica, su presencia está asociada a la humedad, bien sea en jardines o interiores. Así que si aparecen en su casa, más que un problema para sus plantas, lo que tiene es un potencial problema de plomería.

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