Bienvenidos al ‘haikai’ clásico

Por un gato jovencillo / está siendo olisqueado / el sufrido caracol (Saimaro)

Literatura Cultura

Katatsuburi (caracol) es el término estacional en esta vigesimocuarta entrega.

猫の子に齅(かが)れて居るや蝸牛(かたつぶり) 才麿(さいまろ)

Neko no ko ni
kagarete iru ya
katatsuburi

(Poema escrito por Saimaro antes de 1697 y recogido en la colección Mutsu chidori)

Por un gato jovencillo
está siendo olisqueado
el sufrido caracol.

Con su bonachón aspecto y su proverbial lentitud de movimientos, el caracol es una de las criaturas que más gustan a los niños. ¡Y cómo retrae los tentáculos de los ojos cuando se los tocas! Una sensación indescriptible. El Ryōjin hishō, una colección de canciones populares de finales del periodo Heian (794-1185), recoge una que dice: “¡Baila, baila, caracol, que si no llamo al potrillo, que si no llamo al ternero, y te van a patear, y te van a pisotear!”. Lo que en la cancioncilla se llama “bailar”, debe de ser la forma en que se arrastra el caracol moviendo sus cuernecillos o tentáculos oculares a un lado y a otro. Eso de hacer que las bestias lo pisen, desde luego, tiene su parte cruel. El ternero aparece aquí, seguramente, por asociación de ideas con los “cuernos” del caracol. De hecho, cuando escribimos katatsumuri o katatsuburi (caracol) en kanji (ideogramas de origen chino), uno de los dos ideogramas es el que significa “toro/vaca”, sin duda por esos cuernecillos. Jakuren, un monje y poeta de esa misma época, tuvo también unos simpáticos versos para el caracol que encontró en su jardín, al que advirtió de que se anduviera con cuidado porque de poco iban a valerle sus cuernos si el ternero venía y lo pisaba. Su poema puede leerse en la colección Jakuren hōshishū.

Y si en la tradición popular el caracol venía asociado a la idea de ser pisado por ese ternero con el que comparte los cuernos, en este innovador poema Saimaro hace entrar en escena a un joven gato, que lo olfatea. La imagen en sí misma es interesante, al margen del mérito poético de la sustitución. Imaginamos a un gatito nacido esa misma primavera que, lleno de curiosidad, se acerca por primera vez a un caracol, le aplica el hocico y lo olisquea con incredulidad. Todo un fastidio para el pobre caracol, que lo único que puede hacer es meterse en su concha.

Durante sus años de juventud en Edo, Saimaro (1656-1738) exploró, junto a Bashō, las posibilidades expresivas que ofrecía el haikai. Luego, en Osaka, se convertiría en un respetado maestro con muchos discípulos.

(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: PIXTA.)

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