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Entre el Tigris y el Éufrates: descubriendo la fascinante historia de Mesopotamia

Entre las serpenteantes aguas del Tigris y el Éufrates yace Mesopotamia, una tierra ancestral que fungió como crisol de civilizaciones. En este fértil valle, la historia se teje entre ciudades-estado, avances científicos y el nacimiento de la escritura. Descubre el legado perdurable de esta región, donde antiguas culturas forjaron los cimientos de la sociedad, la política y la religión.

Entre el Tigris y el Éufrates: descubriendo la fascinante historia de Mesopotamia

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Llamamos civilización mesopotámica a la que se formó entre los ríos Tigris y Éufrates. Fue el lugar del nacimiento del campesinado y la agricultura hacia el 8000 a. C.

Mesopotamia es una palabra griega que significa «tierra entre ríos». Algunas de sus culturas se desarrollaron a uno u otro lado del Tigris y del Éufrates y sus afluentes, como el Diyala, el Zab Mayor o el Zab Menor (que desembocan en el Tigris), o el Habur y el Balih (que lo hacen en el Éufrates). 

Llamamos civilización mesopotámica, por tanto, a la que se formó entre y a ambos lados de estos ríos, que nacen en Anatolia y Armenia, entre grandes montañas y lagos como el Van o el Urmia. El Tigris tiene 1718 km y el Éufrates 2300 km, y ambos se unen actualmente a 110 km del Golfo formando un gran río, con un impresionante delta: el Shatt al Arab.

Dos grandes áreas

El territorio que comprenden estos grandes ríos se divide en dos regiones: al norte, una zona montañosa y una meseta central (que hoy conocemos como Al Yazira), y al sur una llanura aluvial con lagos y pantanos (Mesopotamia).

Al sur de las grandes montañas, Iraq y Siria se transforman en esa gran meseta, Al Yazira, que de norte a sur desciende desde los 500 a 200 metros de altura y que vio nacer y desarrollarse a la cultura asiria. Es una región cerealera, en la que las lluvias permiten una agricultura de secano sin necesidad del regadío, de ahí que en ella se originase el campesinado y la agricultura.

La inmensa llanura que contemplamos desde que acaba Al Yazira hasta el Golfo es realmente Mesopotamia, y es allí donde encontraremos a los sumerios, los acadios y los babilonios. Mesopotamia es una imponente llanura de unos 200 km de ancho y 600 km de largo desde la actual Samarra hasta el Golfo, con una pendiente casi inexistente (Bagdad se eleva solo 37 metros sobre el nivel del mar). Esta región, muy árida, precisa del regadío para el cultivo de los campos y destaca por las palmeras y los canales fluviales.

En su fase plena, el poblado de Mureybet llegó a ocupar una extensión de casi tres hectáreas. Foto: ASC

En su fase plena, el poblado de Mureybet llegó a ocupar una extensión de casi tres hectáreas. Foto: ASC

Mesopotamia en el Neolítico: testigo del nacimiento de la agricultura

El campesinado y la agricultura nacieron en Al Yazira, en las tierras septentrionales de Siria e Iraq, así como en la franja oriental del Mediterráneo, el Levante, a lo largo de un Neolítico que se extendió en el tiempo, desde el 9000 al 4000 a. C., y que se distingue en poblados como Abu Hureira y Mureybet, ambos en Siria y junto al Éufrates. En Abu Hureira, por ejemplo, los análisis de huesos y plantas muestran que en el 8000 a. C. se explotaban los cereales.

Allí se documentó la primera agricultura junto con la recolección y la caza de gacelas. Mureybet muestra un segundo cambio, la separación de espacios en las viviendas y un orden de circulación en ellas. En Mureybet se cazaban asnos y gacelas, y se recolectaba cebada silvestre y trigo. 

Desde la aparición de estos poblados, la cultura campesina fue desarrollándose a través de tres etapas culturales en Al Yazira: las culturas Halaf, Hassuna y Samarra (7000- 5000 a. C. aprox.), hasta llegar a su madurez en Mesopotamia con la cultura Obeid (5000- 4000 a. C.), que precedió inmediatamente al nacimiento de la cultura urbana y la creación del estado en el periodo Uruk.

Al Yazira a lo largo de las etapas culturales: un viaje a través de la evolución cultural en Mesopotamia

La cultura Hassuna (6500-5700 a. C.) lleva el nombre del yacimiento donde se aisló por primera vez, situado a orillas del medio-alto Tigris, en el norte del actual Iraq. Se trata de un poblado de campesinos, de casas con habitaciones rectangulares, muros de tapial y tejado a doble vertiente. Las habitaciones tienen un pavimento de arcilla y paja. Encontramos cerámica de factura grosera, proyectiles de arcilla, hachas de piedra, husos de arcilla, y mineral y metal de cobre.

La cultura Samarra (6100-5500 a. C.), contemporánea a la Hassuna en parte, se sitúa al sur de esta. Se caracteriza por una cerámica de pasta pintada en marrón-rojo sobre fondo claro, con animales y motivos geométricos. 

Nace en la actual Samarra, en el medio Tigris, en el centro de Iraq; una región donde todavía es posible la agricultura de secano, pero donde la cantidad de lluvia anual que permite esa agricultura no siempre está garantizada, por lo que sus pobladores iniciaron una técnica que conocemos hoy como regadío y sus poblados nos dejan ver un sistema de canales en los campos.

De todos los poblados, el de Sawwan es el mejor documentado. Los análisis demuestran que existió el regadío y una sociedad organizada cuyas técnicas de construcción incluyen los fosos, las calles, los espacios abiertos, pavimentos con cantos, adobes regulares que dan mayor consistencia al muro, esquinas reforzadas y elementos ornamentales. 

Tanto la factura de las casas como las estatuillas de alabastro ya nos preanuncian el mundo sumerio. Los restos botánicos de los yacimientos muestran trigo, cebada y lino, y las semillas de este son tan grandes que explicarían por sí solas la existencia del regadío.

Las excavaciones en Sawwan demuestran el uso de técnicas de construcción como calles y fosas. Foto: ASC

Las excavaciones en Sawwan demuestran el uso de técnicas de construcción como calles y fosas. Foto: ASC

Por su parte, la cultura Halaf (5600-5000 a. C.) supone la madurez de las culturas de la Al Yazira septentrional; se originó en Tell Halaf, a orillas del río Habur, en el noreste de Siria, un área de secano donde la técnica de regadío era prescindible. 

Del Éufrates al Tigris, toda Al Yazira y las regiones colindantes quedaron bajo una unidad cultural que se refleja en una cerámica bellísima de arcilla de color salmón y decoración compleja con motivos geométricos en rojo, negro y blanco.

Un recorrido por las diversas etapas culturales que marcaron su historia

Al sur de la meseta de Al Yazira, la cultura Samarra dio paso a la primera cultura que depende completamente del regadío, la cultura Obeid, que nace y se consolida en la llanura mesopotámica. 

En el límite entre Al Yazira y Mesopotamia (en el centro de Iraq), la línea de 250 mm de precipitación anual indica un punto de inflexión en el desarrollo de la agricultura de regadío. Los poblados de campesinos, que tienen un aporte asegurado de agua, crecen y necesitan una mayor producción agrícola; la suave —casi inexistente— pendiente de la llanura mesopotámica, unida a una tierra de alta calidad, anima a los habitantes de Al Yazira sur a adentrarse en Mesopotamia y a canalizar amplios espacios. Así nace la cultura Obeid, la primera cultura mesopotámica.

Esta cultura (5500-3500 a. C.) se extendió por todo el sur de Iraq, desde el yacimiento de Obeid, cerca de Ur, hasta abarcar —al final del periodo— toda Al Yazira, Siria interior y la costa mediterránea. Su cerámica es de pasta verdosa, y llega a documentarse el torno manual. Esta cerámica se ha hallado no solo en Iraq y Siria, sino también a lo largo del Golfo.

Cada poblado —situado cerca del río— cultiva su entorno formando redes de aldeas y canales de riego. Algunos canales eran verdaderas vías de comunicación entre los poblados y permitieron el cultivo de la cebada, la caña, la palmera datilera y las hortalizas. 

La dieta se completó, además, con derivados de la vaca y del cerdo, a los que se une el abundante pescado de los ríos y las marismas. Los restos arqueológicos datan grandes poblados en relación con los canales y la aparición de la primera arquitectura monumental: graneros, casas de hasta 240 m2 y edificios públicos.

Uruk, el nacimiento del Estado complejo

En torno al 3500-3000 a. C. se dio una explosión de centros urbanos de dimensiones sin precedentes, relacionada con la aparición de élites político-religiosas, la estratificación social, la especialización laboral y la diferencia clara entre la ciudad y el pueblo. 

Estatua de Gilgamesh, rey de Uruk y héroe de la mitología mesopotámica, en Khorsabad, Iraq. Foto: GETTY

Estatua de Gilgamesh, rey de Uruk y héroe de la mitología mesopotámica, en Khorsabad, Iraq. Foto: GETTY

Estos cambios se corroboran con la expansión de la producción, el excedente de grano, el uso de sellos e instrumentos de control administrativo, el nacimiento de la escritura, el desarrollo del artesanado (la primera escultura de gran tamaño y bienes de lujo) y el comercio a larga distancia (la cerámica de Uruk se ha encontrado desde Turquía hasta Omán).

En Uruk, grandes familias de alto estatus adquirieron un poder político y religioso en la comunidad. Así comenzó una estratificación social y económica, en la que los sectores dominantes empezaron a ejercer un control político, de los rituales, los bienes y las prestaciones de una buena parte de la población para financiar las actividades públicas. 

Las ciudades de la época Uruk se organizaban con trabajadores y artesanos que desarrollaban su actividad en las dependencias del templo o cerca de él y que eran recompensados con un rígido sistema de raciones, controlado desde el templo.

El instrumento con el que se distribuían las raciones de grano era un cuenco de forma troncocónica, labio biselado y dimensiones modestas, hecho con molde, que es el objeto más representativo del periodo Uruk y cuya distribución geográfica es muy amplia: Iraq, Siria, Turquía e Irán. 

Por otra parte, la gestión administrativa del naciente Estado se ve por primera vez en el complejo religioso del É.anna (3200-3000 a. C.) en la acrópolis de Uruk. Allí se han localizado abundantes documentos en conexión con tareas económicas cerca de las zonas templarias, redactados con pictogramas donde cada signo reproduce un objeto reconocible y que luego se transformará en la escritura cuneiforme. 

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