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La resaca, por qué la tienes y qué puedes hacer para sobrevivir a ella

Resaca. Foto: pexels andrea piacquadio 3812745

Darío Pescador

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“En el mismo pecado tienes la penitencia”, me recordaba mi abuela las veces que me vio con una resaca (fueron pocas, palabra). Las resacas parecen ser la forma que tiene el cuerpo de recordarnos los peligros de los excesos con el alcohol. Desde el punto de vista fisiológico, es un ataque desde todos los frentes: diarrea, fatiga, dolor de cabeza, sensibilidad a la luz y el sonido, vértigos, náuseas, palpitaciones, sudoración y temblores, son los síntomas más habituales. 

Las resacas son muy, muy desagradables. ¿Qué es lo que nos pasa por dentro? Y sobre todo ¿hay algo que podamos hacer cuando ya es demasiado tarde y estamos en sus garras?

Por qué tenemos resaca

Curiosamente, los mecanismos biológicos que dan lugar a la resaca no están completamente claros, y esto ha dado lugar a múltiples leyendas urbanas e interpretaciones erróneas. El “Grupo de investigación de la resaca del alcohol” es un intento de varios científicos especializados de clarificar toda la información al respecto, que han resumido en una publicación llamada La resaca del alcohol. Causas, consecuencias y tratamiento.

La resaca generalmente comienza varias horas después de que los niveles de alcohol en sangre se acercan a cero, y los síntomas pueden durar hasta 24 horas o más. Según el grupo de investigación, la resaca no siempre viene de un ingesta excesiva alcohol, y se puede producir incluso cuando se han alcanzado niveles de alcohol en sangre más bajos. Es decir, no es necesario estar totalmente borrachos para sufrir después la resaca.  

Según los investigadores, hay otros factores que influyen en el riesgo de padecer resaca. Por ejemplo, comprobaron que las personas que bebían alcohol con mayor frecuencia y en mayor cantidad experimentaban menos resaca. La conclusión es que el factor determinante es el incremento del consumo de alcohol respecto al habitual. De forma sorprendente, también influye el nivel de intoxicación subjetiva, es decir, cómo de intensa creen las personas que es su borrachera. 

Otro de los factores determinantes es la rapidez con la que nuestro organismo es capaz de eliminar el alcohol. El alcohol es una sustancia tóxica, y para el cuerpo es urgente metabolizarla y convertirla en compuestos inofensivos, algo de lo que se ocupa el hígado. El problema llega cuando la dosis de alcohol es demasiado alta. Primero las enzimas presentes en el hígado convierten el alcohol en acetaldehído, una sustancia extremadamente tóxica y cancerígena. A continuación, el acetaldehído se convierte después en acetato, una sustancia inofensiva, que luego se transforma en CO2 (que exhalamos) y agua. 

El paso de acetaldehido a acetato es crucial. Si se produce rápidamente, hay menos estrés oxidativo y menos daños. Si se produce lentamente, este compuesto tiene más tiempo de hacer destrozos en el organismo, dañando el hígado, las neuronas y el intestino (el alcohol aumenta el riesgo de cáncer de colon). Por este motivo, quienes metabolizan rápidamente el alcohol tendrán menos resaca que quienes lo hacen lentamente. 

Una parte de los síntomas de la resaca son simplemente deshidratación. El alcohol es un diurético, lo que significa que aumenta la producción de orina. La deshidratación puede provocar síntomas como boca seca, sed, mareos y la sensación de “niebla mental”. La irritación del estómago y los intestinos por el alcohol es la responsable de las nauseas, vómitos y dolor abdominal.

El otro componente son las alteraciones del sueño: el consumo excesivo de alcohol puede alterar los patrones de sueño. Aunque pueda parecer que dormimos más tras una borrachera, el sueño es de peor calidad, y disminuye la duración del sueño profundo, al mismo tiempo que puede aumentar la de la fase REM, en la que se producen los sueños. La baja calidad del sueño es la responsable de la fatiga, una peor función cognitiva y mayor irritabilidad.

Se ha comprobado que los alcoholes claros (como el vodka) producen menos resaca que los que tienen color, como el vino o el whisky. La razón es la presencia de congéneres, compuestos distintos del alcohol y que proceden de la fermentación y la destilación, y que dan color a las bebidas. Sin embargo los congéneres tienen un efecto muy limitado si se compara con el efecto de la cantidad de alcohol ingerida. 

Mitos sobre la resaca y falsos remedios

La resaca es tan antigua como el consumo de alcohol por parte de los humanos, así que hemos tenido tiempo de crear mitos y leyendas alrededor de este mal, y cómo combatirlo. Hay tres que son especialmente insidiosos:

  • Seguir bebiendo alcohol a la mañana siguiente: es el viejo truco del “pelo del perro”, el mito es que un poco más de alcohol puede aliviar la resaca. El alcohol es analgésico, y puede aliviar el malestar durante un rato, pero nuestro cuerpo (ya en mal estado) tendrá que eliminar a continuación ese nuevo influjo de alcohol, y tendremos aún más resaca.
  • Tomar antiinflamatorios antes de acostarse: algunas personas tienen la tentación de tomar un ibuprofeno o un paracetamol y un vaso de agua antes de acostarse, pensando que hará su trabajo durante la noche, y evitará la resaca a la mañana siguiente. En realidad, estamos dando más trabajo a nuestro hígado, que está ocupado metabolizando el alcohol, y por si fuera poco, la combinación de alcohol y antiinflamatorios puede ser tóxica para las células del hígado.
  • Beber café: cuando se trata de resacas, el café no es una cura en absoluto. La cafeína del café puede ayudar temporalmente a reducir la fatiga y aumentar la alerta, pero no cura los síntomas de la resaca. No hay pruebas científicas de que la cafeína tenga efectos beneficiosos o perjudiciales sobre los síntomas de la resaca.

Muchos de estos remedios falsos tienen algo en común: beber más líquido. Este es el primer paso. 

Qué hacer para mejorar la resaca

Cuando te despiertas con un gran dolor de cabeza y aturdido después de haber bebido demasiado, lo último que quieres es elegir alimentos y bebidas que te hagan sentir aún peor. La resaca te está avisando de que has causado daños a tu organismo, que necesita reparar. Estos son algunos de los factores que hacen que este trabajo de reparación sea más sencillo:

  • Bebe agua: cuando te despiertas con resaca, sobre todo si tienes náuseas, puede parecer que lo último que necesitas es ingerir más líquido. Pero la resaca conlleva una deshidratación leve, y rehidratarse es importante para sentirse mejor. Si además has vomitado o tienes diarrea, necesitas reponer electrolitos. Añade una pizca de sal y limón a un litro de agua, o toma una bebida isotónica (sin azúcar).
  • Alimentos antioxidantes: los daños de la resaca se deben a un aumento del estrés oxidativo, y es posible que tu cuerpo se haya quedado sin reservas de antioxidantes intentando neutralizar todos los agentes oxidantes. Es el momento de tomar una buena ración de fruta y verdura, que también te ayudarán a hidratarte. 
  • Suplementos antioxidantes: hay indicios en estudios animales de que los suplementos de vitaminas y antioxidantes (isoflavonas) pueden ayudar a neutralizar los radicales libres que el alcohol ha desatado en el organismo. Otros experimentos sugieren que el zinc combinado con la vitamina B3 también puede contrarrestar los síntomas. Se ha visto además que la cisteína como suplemento, que es precursora del glutatión, el antioxidante más importante del cuerpo, también reduce la resaca.   
  • Descansa: hay que recordar de nuevo que el alcohol en exceso daña los tejidos, y esos tejidos deben recuperarse. En el día de la resaca no es una buena idea hacer ejercicios extenuantes, trabajar largas horas o trasnochar (o beber) de nuevo. En su lugar, hay que darle un descanso al cuerpo y comportarnos como si tuviéramos la gripe. 
  • Proteínas: las proteínas no son específicamente un remedio para la resaca, pero son necesarias siempre que hay que recuperarse y regenerar nuestras células. La resaca no es el momento para tomar comida basura llena de grasa y azúcar, que volverá a sobrecargar al maltrecho hígado. En su lugar, es una buena idea acompañar la fruta y la verdura con proteínas magras como carne, pescado, huevos y lácteos fermentados. Esto últimos, además, ayudan a repoblar la microbiota, que también sale perjudicada por el alcohol. 

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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