El centro de la atención giró alrededor del enfrentamiento de Chiqui (Nicolás Cabré) y Tato (Damián de Santo) en el cementerio y de la pelea entre Nino (Gonzalo Valenzuela) y Laura (Romina Gaetani) en un viejo aserradero.
Por el lado del crack y su ex representante, el jugador consiguió adivinar el plan de fuga de su ex amigo y le ganó de mano, exponiéndole la verdad de todos los crímenes cometidos, incluida la muerte de su padre.
Acorralado, Tato tuvo que confesar sus crímenes y reconocer sus errores. Pero en vez de entregarlo a la Policía, Chiqui le quitó todo el dinero que había guardado en la tumba de su madre y lo dejó huir.
Nino, en cambio, terminó a los disparos con Laura, quien pudo controlar su temple y no cometió justicia por mano propia, sino que lo mantuvo vivo para que fuera detenido, ganando así un ascenso a comisario.
Mientras el malvado abogado terminó recluido en la cárcel de Ezeiza, con cadena perpetua e intentando sin éxito que lo declaren insano, Marga (Isabel Macedo) también quedó tras las rejas y allí dio a luz a su hija.
Chiqui se hizo cargo de la beba y decidió llevársela a España, mientras El Flaco (Cristian Sancho) y Lalo (Ezequiel Castaño) afianzaron su amor prohibido. También se pudo ver a Tato en Paraguay, buscando promesas en los potreros guaraníes.
En medio de esta sucesión de desenlaces felices, sólo sorprendió que la pareja central -la de Chiqui y Laura- no pudiera "comer perdices" después de tantos desencuentros.
Tras el casamiento de Celeste (Leonora Balcarce) y Anguila (Tomas Fonsi), los dos se despidieron sin besos ni abrazos, sólo con la promesa volverse a ver. Pero la imagen final los mostró a ambos tomando caminos separados, lejos de un reencuentro.
Un cierre que prometía ser más arriesgado para una tira que en su último episodio lideró con comodidad la audiencia nocturna, con un rating que en el minuto a minuto arrojó picos de más de 26 unidades. (Reporter)