Mitos y leyendas del histórico Palacio Barolo

Todos los edificios históricos esconden mitos y leyendas que, con los años, se inmortalizan a través del boca en boca. Son relatos que difícilmente puedan ser comprobados, pero que en el fondo nadie quiere hacerlo porque de esa manera perderían su encanto. El Palacio Barolo, diseñado por el arquitecto italiano Mario Palanti, es uno de esos edificios llenos de misterios y enigmas. Inspirada en la Divina Comedia de Dante Alighieri, esta joya arquitectónica porteña que recientemente cumplió 100 años es una caja de secretos con mucho para contar.

Una de las historias más fascinantes gira en torno a La Ascensión, una escultura con forma de águila con alas desplegadas que debía llegar al Barolo para su inauguración en 1923, pero que se perdió en el camino. La idea original era que la pieza creada por Palanti fuera presentada en el hall central del Palacio ubicado en Avenida de Mayo 1370. Sin embargo, eso no sucedió hasta noviembre de 2021.

Cuenta la leyenda que Luis Barolo, el empresario textil que le encargó el edificio a Palanti, quería traer a la Argentina las cenizas de Dante Alighieri para salvarlas de la guerra en Europa. Según el arquitecto e historiador Carlos Hilger, los tres eran miembros de una logia secreta conocida como Fede Santa. La misma estaba vinculada con los templarios, que sería prohibida por el papa Clemente en el siglo XIV.

Los hermanos Miqueas y Tomás Thärigen son bisnietos de Carlos Jorio, uno de los primeros inquilinos del Barolo. Apasionados desde pequeños por la historia y los misterios del Palacio, en 2001 comenzaron una búsqueda para rescatar la pieza perdida. Su deseo por recuperar la escultura los llevó a la casa de un coleccionista de arte en Mar del Plata, ubicada en la intersección de las calles Güemes y Falucho. Allí, efectivamente, estaba La Ascensión. “Era lindísima”, recuerda Miqueas.

Los hermanos, quienes en 2004 se convirtieron en los creadores de las visitas guiadas en el Palacio Barolo, intentaron negociar con el coleccionista. En un principio había accedido a vender la pieza, pero luego se arrepintió. Años más tarde volvieron a dar con la obra, que había sido robada y vandalizada. Miqueas la encontró en la casa de una mujer que la había recuperado. Como tenía buena relación con ella, pudo pasar a verla. Nuevamente intentó adquirirla, pero no lo consiguió. Por eso el joven de 23 años le solicitó a su abuela escultora, quien trabajó mucho tiempo en el Palacio, que hiciera una réplica de la figura para exponerla en el hall del edificio, donde se encuentra desde 2010.

No conforme con la réplica, los hermanos continuaron en búsqueda de la original. Tras 16 años siguiendo pistas y tocando puertas, volvieron a toparse con ella. Fue en junio de 2021, cuando Miqueas recibió una llamada en la que le decían que parte de La Ascensión se encontraba en un anticuario de Mar del Plata. Tras cuatro meses de negociaciones, finalmente los Thärigen pudieron comprarla. “Después de cien años, llegó la escultura que Mario Palanti quiso para el Palacio Barolo”, cuenta Miqueas con orgullo.

Acerca de si en el interior de la pieza se encuentran los restos de Alighieri, los hermanos no lo confirman ni lo desmienten. “Los mitos hay que alimentarlos; son parte de la historia. No me animo a indagar sobre si realmente están o estuvieron allí. Prefiero que siga la leyenda”, declaró Miqueas a la agencia Télam en noviembre de 2021.

En el Palacio Barolo se repiten historias de personas que afirman escuchar voces y sentir presencias extrañas. De hecho, en 2016, los artistas Heli Vera y Vic Mhuksha lanzaron un proyecto que recopila relatos sobre situaciones paranormales. En su cuenta en las redes sociales, llamada El Fantasma del Barolo, piden a los usuarios que compartan fotos y videos de situaciones misteriosas que experimentaron. “Acá pasan cosas raras”, asegura Miqueas.

“Me da un poquito de miedo. A veces estoy solo en el piso de mi oficina y me está esperando un ascensor. Y nadie lo llamó”, cuenta el primer guía del edificio, que además es médico y miembro de la comisión directiva de la Fundación Los Amigos del Palacio Barolo junto a su hermano Tomás.

La muerte de Luis Barolo en 1922 también esconde enigmas. Los diarios de la época informaban que la causa del deceso fue un ataque cardíaco, pese a que no presentaba problemas de salud. También se habló de suicidio y envenenamiento. La única certeza es que, a los 52 años, no llegó a ver su Palacio terminado.

Como en la Divina Comedia, el Palacio se divide en tres partes: infierno, purgatorio y cielo. Las nueve bóvedas de acceso representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales; el faro representaba los nueve coros angelicales. Todos los años, en los primeros días de junio a las 19.45, la Cruz del Sur se ve alineada con el eje de la torre del Barolo.

Cuenta Miqueas que, en junio de hace muchos años, un conserje del edificio subió al faro y nunca se encontró su cuerpo. Solo hallaron su mameluco. “Por estas cosas, a veces me pregunto qué hago todavía acá”, dice entre risas.

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