La Acrópolis (“ciudad alta”) es una fortaleza natural que culmina en el emplazamiento del Partenón, a 156 metros sobre el nivel del mar. En una superficie de menos de tres hectáreas se levantó un conjunto de monumentos que nos ha legado la civilización griega. El espacio se caracteriza por dos aspectos: el aprovechamiento de una topografía difícil y la disposición visual de los edificios subordinada a un itinerario religioso.

La colina fue asentamiento desde la época neolítica (mediados del III milenio) y durante el período micénico hacia el 1500 se le construyó una rampa. Hacia el siglo V a. C., se ordenó la construcción del Partenón.

La construcción del Partenón la ordenó Pericles (n. 495, gobernó desde 454 a 429 a. C.) poco después de las victorias griegas sobre los persas. Calícrates e Ictino, bajo la dirección de Fidias, llevaron a cabo el proyecto de los edificios de la Acrópolis. La construcción del Partenón, data entre 447 y 436 a. C.

El acceso a la Acrópolis, rodeada de una robusta muralla, se hacía por una monumental entrada: los Propíleos, obra dirigida por Mnesicles.

El Partenón -término griego que significa “cámara de las vírgenes”-, es una de las obras más emblemáticas y bellas del arte griego, fundamentalmente por sus proporciones.

Sobre las ruinas de un edificio anterior, en el corazón de la Acrópolis y más elevado que el resto de las construcciones que formaban parte de ella, se construyó el Partenón con mármol pentélico, excepto los cimientos que son de caliza.

Templo consagrado a Palas Atenea, diosa de la sabiduría y protectora de la ciudad-estado, Atenas, el Partenón marcó un hito en la arquitectura griega.

En su interior poseía una cella dentro de la cual existía una doble columnata donde se podía contemplar la imagen crisoelefantina de la diosa Palas Atenea de casi 12 metros de altura.

Detrás de la cella está el opistodomo, grandes dimensiones.

En la fachada principal se dispusieron ocho columnas dóricas, y en las laterales diecisiete con los fustes surcados por aristas vivas.

En el Partenón se aplicaron todas las correcciones ópticas destinadas a corregir posibles imperfecciones en la percepción del ojo humano.

El templo estaba pintado de vivos colores.

Bajo la dirección de Fidias se esculpieron los relieves que decorarían al Partenón. Todos bajo un programa temático establecido por Pericles.

Los moldes se realizaban en yeso o arcilla y, posteriormente, los ayudantes los esculpían en mármol. En el frontón de la fachada estaban representadas la lucha entre Atenea y Poseidón por el patronato de la ciudad. En el frontón oriental se representó el nacimiento de la diosa Atenea que emergía de la cabeza de Zeus. Las esculturas de los frontones fueron las últimas en colocarse. Además, en las metopas del friso exterior, era posible observar la gigantomaquia -lucha entre dioses y gigantes-, la centauromaquia, la amazanomaquia y la destrucción de Troya.

El friso de las Panateneas, recorría el exterior de la naos: esta procesión se celebraba en honor a la diosa Atena.

Gracias al pintor francés Carrer, acompañante del embajador de Luis XIV a Constantinopla, es que tenemos noticias de la ubicación de estos grupos escultóricos.

Su actual estado es ruinoso, motivo de diferentes eventos: en la Edad Media fue templo cristiano; en 1687, Atenas fue sitiada por los venecianos, una bomba estalló contra el edificio que entonces era un polvorín. Las esculturas que sobrevivieron fueron vendidas al embajador británico Lord Elgin con el consentimiento del gobierno turco -hasta 1830, Grecia fue territorio turco otomano-. En 1816 Elgin, los donó al British Museum de Londres.

La reconstrucción del Partenón se ha realizado por anastilosis, consistente en recuperar los fragmentos y tratar de  restituirlos al lugar que ocupaban originalmente, sin estar exentas de errores y polémicas.

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