Apuntes de arte

5 cuadros de Murillo imprescindibles

¿Cuánto sabes sobre la pintura del s.XX?

La obra pictórica de Murillo contiene grandes muestras del arte español del siglo XVII. En este post encontrarás 5 cuadros de Murillo que debes conocer si quieres descubrir a este gran pintor español.

Aspectos destacados de los cuadros de Murillo

Bartolomé Esteban Murillo, pintor de la escuela sevillana, se formó en el taller de Juan del Castillo y presidió la Academia de Dibujo de Sevilla, que él mismo fundó en 1660.

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Los cuadros de Murillo se centran principalmente en las temáticas religiosas y burguesas. En sus obras destacan las escenas de género con niños (pícaros), los retratos y los paisajes.

Los cuadros de Murillo son el resultado de unir los valores formales y los conceptuales, consecuencia de sus conocimientos de la pintura italiana, flamenca y holandesa, a la que añade aspectos propios de su entorno sociocultural.

Los 5 cuadros de Murillo que debes conocer

Estos son 5 de los cuadros de Murillo que resultan imprescindibles para conocer la obra de este pintor español.

“La Inmaculada Concepción de los Venerables”, 1660-1665

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La Inmaculada Concepción de los Venerables, Bartolomé Esteban Murillo, 1660-1665. Imagen: Museo del Prado

Esta obra de Murillo muestra la fórmula del artista para representar la Inmaculada: la Virgen viste de blanco y azul, mantiene las manos cruzadas en el pecho y pisa la luna mirando el cielo.

El artista ubica a la Virgen en un espacio lleno de luz, nubes y ángeles, que confiere a la escena un marcado carácter ascensional y la convierte en un perfecto ejemplo de la unión de dos tradiciones iconográficas: la Inmaculada y la Asunción.

Murillo pintó unas 200 obras de esta temática, creando una iconografía propia, basada en la eliminación de lo superfluo y manteniendo los ángeles y los símbolos del Apocalipsis. Pero lo que distingue a esta Inmaculada del resto de cuadros de Murillo similares es su actitud triunfante y el marcado movimiento de ascensión que presenta la escena.

“Rebeca y Eliezer”, circa 1660

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Rebeca y Eliezer, Bartolomé Esteban Murillo, hacia 1660. Imagen: Museo del Prado

Murillo estaba muy interesado en mostrar escenas de la vida cotidiana. Para ello se servía de escenas donde aparecen niños o, como aquí, de narraciones del Antiguo Testamento.

El lienzo muestra el momento en que Eliezer, que busca una esposa para Isaac, encuentra a Rebeca y ésta le ofrece a beber al pie del pozo. Este punto de partida le ofrece a Murillo la excusa perfecta para mostrar lo que podría ser la escena cotidiana de cualquier plaza andaluza; cuatro mujeres que van a llenar de agua sus cántaros.

En la observación del lienzo destaca como Murillo muestra una gran variedad de expresiones femeninas, cuyo resultado deja constancia de la capacidad de observación del autor, aunque su punto de partida fuera, en parte, una estampa de Luc Vosterman, grabador flamenco contemporáneo de Rubens y Van Dyck.

“Aparición de la Virgen a san Ildefonso”, 1655

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Aparición de la Virgen a san Ildefonso, Bartolomé Esteban Murillo, hacia 1655. Imagen: Museo del Prado

Este lienzo muestra una de las temáticas marianas más queridas en la España barroca: los favores de la Virgen a aquellos que muestran y promueven su devoción. Murillo presenta una multitud de personajes, con gran repertorio de posturas y expresiones, aunque sin distraer al espectador.

El lugar más importante de la composición lo ocupa la dádiva divina, que el artista reproduce como un tejido rico en texturas y colorido. Es una prenda que une lo sobrenatural con lo terrenal. Es decir, la Virgen, elegante e idealizada con el obispo, de rasgos muy realistas.

Finalmente, los ángeles que aparecen ya no son niños, detalle nada habitual en los cuadros de Murillo.

“Sagrada Família del pajarito”, circa 1650

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Sagrada Familia del pajarito, Bartolomé Esteban Murillo, hacia 1650. Imagen: Museo del Prado

Este es uno de los cuadros de Murillo más conocidos y muestra una de las temáticas con las que se sentía más a gusto, ya que le permitía mostrar sus habilidades narrativas. Además, eran obras bien acogidas por su clientela y, según sus biógrafos, se adaptaban a su carácter. Representan escenas religiosas tiernas, en las que lo sobrenatural se enmarca en un entorno cotidiano. Todo ello se muestra en este lienzo, que nos acerca a un episodio de la infancia de Jesús, en lo que resulta una escena encantadoramente doméstica.

Además, este cuadro de Murillo muestra dos devociones muy comunes entonces; la del Niño Jesús y la de San José, que ocupa un lugar destacado y representa la discreción y la generosidad.

“El Buen Pastor”, circa 1660

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El Buen Pastor, Bartolomé Esteban Murillo, hacia 1660. Imagen: Museo del Prado

Murillo fue uno de los grandes pintores de temática infantil, por escenas costumbristas que protagonizaban niños y por imágenes como esta, en la que el Niño Jesús representa la metáfora bíblica del pastor que cuida de sus ovejas.

La gran capacidad compositiva de Murillo le hacía capaz de unir un estilo delicado con un contenido dulce además de añadir un gran equilibrio y monumentalidad. La imagen del pastor junto a restos de un pasado fastuoso, responden a la iconografía cristiana, que usaba las ruinas clásicas como símbolo del paganismo vencido.

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