4. NIPPUR
DELABASH
AL BU M D E NOVELA S
G RAfiCAS COMP LBTAS
- - - - - - - - DIRECTOlES - - - - - - - -
RAMON COLUMBA (h), CLAUDJO COLUMBA (h)
m ,.·EOITOA AESPONSAIU
g co~~~~.~A~A
SAINIENTO lllt · IUIHOS AIIU • T. 1. 4-114
Publ lcac l6n Inscr ipta en la Dirección Nacional de l Derecho de Autor bajo 11 N• ~9 . 188
" iempro de la A.A. E. R., A~oc i ac lón Argent ina de Editores de Revistas y del C.I . P., Cent ro
de Informaciones de Public idad. Editada por COLU"IA S.A. C. E. I. I.F .A. , S.r•lento 181'
(Cod . JOI¡I¡) Teléf . :I¡S·JI I¡S/4297, fs.Ai res , Argent ina. Venu Interior y uterlor: Dlstr l·
buidora Bertrín S.A. C. , Senta Magda lena S4t , Buenos Ai res . Venta capital : Distr ibui dora
TRI-81-FER: San Nlcolís )169, Buenos Ai res . Impreso por A.G.r. .S. Industr l•• Grl f lces S.A. ,
RTo de Jenelro, Bras il . Prlnted In Brull.
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"Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que las soñadas en tu
filosofía" dice Shakespeare, tal vez porque el misterio del hombre tiene su
solución en la vida misma, en el cielo y en la tierra que escudriña y pisa,
respectivamente, en ese devorar distancias desde que nace hasta que muere.
Nippur, el caminante, deja y vuelve a su Lagash, a su Sumaria, una y otra vez,
porque todos los caminos lo conducen a sí mismo.. Entra y sale de la vida de
reyes, esclavos, vasallos y emperadores con la sabia melancolla de los que
buscan sin buscar, y hacen la justicia allí a donde vayan. Hombre hasta los últimos
limites, hombre de todo tiempo, remoto y tan próximo a la vez, Nippur llega a
parecer nuestro hermano.
Y en esa verdad simple de hombre-de-todo-tiempo enfrentado a la aventura
de la vida y los misterios de la eternidad, reside el éxito que Nlppur de Lagash
lleva consigo desde su primera aparición, en 1967. Junto a él comenzaba a crecer
el más brillante escritor de aventuras de la última década.
Con Nippur se abre una nueva perspectiva en las novelas ilustradas sin que
el tiempo, constante devorador de famas y leyendas, haya podido envejecer en
estos 14 años su sueño de gastar caminos, donde se encuentra con el lector y
trama con él una confesión o una historia donde otros hombres y mujeres aman
y son amados, nacen y mueren con la inagotable magia de Robín Wood.
Nippur es la voz del hombre y su errar es el vagabundeo sabio que busca lo
que muchas veces tenemos en nuestras manos y al perderlo añoramos: la ati'iiMad,
el calor de la lumbre, el ríspido trago de vino compartido, una ilusión, y lo que
para nosotros, hombres de esta latitud y de este tiempo, los iluminados por la Cruz
del Sur: el gotear nostálgico de una guitarra.
Nlppur es la voz y la esencia de Robín Wood, el recordado autor de "Dennis
Martln", "Dax", "Mark", Jackaroe", "Savarese", entre dos docenas largas de
titules que. por espacio de una década brillante consolidaron definitivamente el
mundo del relato ilustrado.
Esta edición representa un homenaje al lector, al consecuente amigo- del
hombre de Sllmeria, que tendrá, nuevamente, acceso a los mejores episodios,
de la mano de los brillantes ilustradores qlfe dieron vida gráfica a los· senderos
recorridos por Nippur.
Y es también la demostración del esfuerzo y el hechizo de uno de los más
grandes ilustradores del mundo de la aventura, llamado Lucho Olivera. El ha
sido la raíz y génesis de muchos sueños, Gilgamesh el Inmortal, entre ellos,
donde el vivir mismo es, en definitiva, la mayor aventura del hombre, en este su
incognoscible universo.
RAY COLLINS
6. Pag.
Historia para Lagash. . . . . . . •. •. . . . •••••. . . •. • 7
Nofretamon . •. . . . ••. . . •. . . . . . •••. . . •. . •. . . . . . 31
Las lanzas y l a arena.•. .. .. . ... . .. .. .. .• . .. . 51
Minotauro... . .•. .. . ... . . •.• . . •.. . .. . •.• . .. . .. 65
El mirlo vol6 primero. .. . . ... .. . . ... .. . .. . .. . 79
La fugitiva de los hititas.. ... . . .. .. .. .. . . .. 90
La fl echa sobre las hogueras. .. .. . . . .. .. . . . . .104
El Viejo ..... . ... . .•. . ............. .• ... . . •.. 116
El hombre que vino de Akad. ..... •.• .. .. .. . .. . 128
En r..arth,al atardecer.....•. . .....• . ...... . •. 140
La doncella de la tierra de Merem.. . .. . .. .. . . 151
Mi nombre entre los bárbaros.. . ........... .. . 161
Un río llamado L6nemer. . . ... . ... ........ . . .• . 171
Bajo un cielo de estrellas y pastores . .. . . . . . 183
Hacia el mar....... . ..... ........ . .. . ..... . . . 194
La furia de los dioses..... . . ....... . ..... . .. 205
Leyenda del rey que muere..... . .. .. .. . .•... .. 216
El Cuervo........ . .. . ...... . .. . .. .. . .... . .... 227
Un día en que yo era feliz .. ........ ......... 239
La justicia de Janipo............. . ..... ..... 250
El carro de estrellas............ .. .. . .... ... 261
El enviado...... . ..... . .. . . .. . ............. . .272
Ram,el arquero . .. ..... .... .. .... . ...........•. 283
Un misterio llamado muerte..... . .. .. . ... .. . . . 293
7. 1
Me sentía enfermo de sol ydesierto, enfermo de
los lllrquina:ros de mi carro de mtalla, del olor
de grasa ardiente que subía de los ejes ydel ~oi
YO acre yasfixiante que nos enYOMa sin cesar.
Oesealll tan sólo. YO!ver a l.agash, sentarme en
un fresco pórtico ybeber a la salud de Nlnkarsag,
la diosa-madre. para que diera frescura a mis días
ytrigo a mis graneros.
iOh,madre-Ninkarsag, líbrame del
calor ydel sudor1 1Oh Sa!Ms,
aparta tus ra)OS de mr!
Las planicies de Elam, las tierras
eran mala tierra, pedrego·
El sol se derramata
~s-obre nos-otros, pesado yca
te yhasta mr llegalll el olor a su-
dor, a cuero h6 medo ya metal
recalentaoo que emanamde mis
·soldados. Avanzallln, to.,es y
~ pesados, grunendo maldiciones,
con la arena entre los dientes
y los ojos rojos e hinchados, ba·
jo los cascos de cuero.
Quince dras yquince noches halia-
mos peregrlnalb por las mesetas y
las escabrosldades de Elam, a la ca-
za de un hombre. lo haliamos ws-
cado en las Tierras del Umite, en
los montes esca,ados oonde viven
los deformes comedores de hlerbls
ypájaros, que se llenan el cabello
con cenizas. Yahora wscálllmos
a los hombres brutales de Elamqlfe
viven en cavernas yguardan su fue-
en odres de lllrro que no se
8. La culpa la tuvo aquel pastor, estúpido de
soledad y desierto que trajo la noticia a
nuestro Uru1ca91na de Lagash.
Era 1núti1y nuestro abu rrldo.rey
Uru kaglna, querra alglgante pa-
ra entretener su pereza yyo tenía
que hallarlo.
Varias veces consegui100s echar mano a
alguno de los estúpidos comedores de car-
ne cruda de las cavernas de Ela m. Pero
no conseguilll>s sacarles ningún Informe.
Aveces chillaban bajo el hierro, pero lue-
go enclavijaban los dientes y morían sin
decir una sola labra.
Efectiva mente. Elhombre debió pa-
sar en la madrugada, mientras la
tierra estaba aún húmeda por el
rocro y sus huellas quedaron mar-
cadas claramente. Huellas enor-
mes pero fjen formadas. Mientras
las estudiaba me sorprendió la YOZ
a mis espaldas.
1Habla,comedor de gusanos1¿Has
vistoal hombregigante? il'iabla... 1
Estaba sentado sobre unas enormes rocas
yme contemplaba con la bu rlona insolen-
cia del b1
10. caverna, mn las espa-
das y las hachas empu
das. Me hu mlllabl en
frentarme mn esos mi
rabies brutos que torpe-
mente e~u i'labln
ypiedras, tropezan-
nos con otros. Al
las mu¡eres se
rraclmabm au liando
mmo·lollls y sujetando
s suelos crfos. -¡AI-
1No qulero lucha,
hombres de Eln-Ru r.
1No IJJsm esclaws ni
1
no IJJseas lueha,
ni esclaYOs, ni muje-
lres... ¿Qu' IJJseas, .
hombre de lJgash?1
¿Aqué has venido?
11. , la wz era clara ytranqu1-
la. pero dal:lil la Impresión
de salir de un foso profun-
do~---
Tú eres el gigante de Elam. Mucho hemos oroo de
U. Hasta el rey llegó el ru mor de tu fama yél me
orden6que te llelera a su presencia.
Hablaba con brillantez yparecra sabio. No separecía
a kls bestiales hombres de Elam.
13. 1
Todo
El gigante }'~lee,
. por fin,derri oodo.
• ; · Mis soldados, mal-
n trechos y heridos
~ lo encadenan. Al-
~ gunos yacen muer-
tos.•.
14. No. TG no perteneces a las cavernas. Eres
ru lllo yde ojos claros como los hombres
que llegan aveces en los blrcos por el ·
Urukaglna establ rnfs vie-
jo y mlfs gordo yqu12l1
rrás tonto. Ahora prepara-
bl leyes para protejer los
sembradfos de los jinetes.
Asu lado establ su conse-
jero ygran sacerdote,
Mar sin Peces.•• :'
Su mur, esquelético y ma- €~1"
ligno como una vilnra.
¿De manera que éste es el gigante
de Elam? Adelántate,b.frblro.
15. se llama tu prisione
1 Te oarán la paz las espadas
1
que aplasten a tus enemigos,
no lastabletas de arcílta de
Surnu r. Luggai-Zagízi dará
largas a1tratadoycuando lle-
gue el momento de actuar
usará las tabletas firmadas
para adornar sus cab3J
16. Ou iz<i, pero todo rey necesita un
hombre asr. Pero, !liSta ')0, vete Ni-
ppu r y ~vate, ·pues apestas, y lue-
go dale mis saludos atu Gerien.
puerta en sus goznes y
pude ver al gigante sentadO en el
piso de piedra. El repelente olor
a moho y a comida podrida me re-
'101vi6 el estómago.
17. Vendrá a visitarme con su
corte dentro de dos meses.
Traerá presentes, una de
sus hijas para desposarse
conmigo y un grupo de lu
chadores para animar las
festividades.
21. 21
nkarsag, toda la ciudad enloque-
ia. Ur-EI contempló al pueblo que bailaba pOr las calles
y rezongó.
Los hollilres de las caravanas. ¿No
pueden tomar oarte en los festejos? Pues
Clesde aquí los veo muy graves y tranqu i-
22. El sol era ardiente en el centro de la plaza y nuestras sontras
se alargaban en la arena.
--------------------~
los lu entrido en la
con paso lento y fell no, hombres altos con los rostro~ pln&l·
dos con rayas de colores vivos. Empo liaban redes, lanzasdt
tres pu ntas muAs de piedra.
23.
24.
25. Ami alrededor hay muerte. Los viajero~ han arroj<ldo las tú-
nicas al sueloyahora exhiben sus armaduras. Los guardias
heridos
paleo rea1veo
a Urukaginaquese
eseurre hacia el sue-
lo bailado en sangre.
Asu lado Su mur em-
Pil i'ld el pui'lal de pie-
dra enrojecado. el ar-
ma con la Que acaba
de dar muerte a aquél
que le sento a su dere-
cha, en el trono.
26. Corro mmo un hombre enloquecido
hacia el palm. En la mano tengo el
tridente de uno de los comedores de
pescado. Su mur.••
27. No sé cómo nos abri-
mos paso hasta las
murallas. Se me rom
pe la espada, pero con
sigo tomar un hacha.
Sangramos por cien
heridas.
28.
29. Salimos al sol. Pero',<! s1ento en mí la oscu yet
frío. Del otro lado de las murallas se oye el aullar de
los heridos r de los incendios.
Galopamos durante todo el día ydurante toda la noche y
durante todo eldía.llegarros a las cavernas de Elm-Rur.
IJ:ls hombres brutales reciben a Ur-EI con jObilo y no me
molestan a mr y tal1lJOCO a Shelho;.
2
Hu del estruendo.Econtramos un carro de los enemigos
custodiado' por dos soldados. Vigías seguramente. IJ:ls matamos
y nos apodera de él.
~~-
'~---
l ¿Que haré? Notengo rey, ni ciu-
, dad, ni techo,ni fu ego. Soy nadie
, de ningún lugar. Me iré a recorrer
el país de los grandes ríos yqu1-
zá. las tierras del paplro, hasta
sanarme el dolor. Después volveré.
31. Por ROIIN WOOD
7
DIBUJOS DI LUCHO OLIVERA
~sabio río que corta las tierras
las y millas. bajo e1sol,
nos
/'I.UIU~UU en
11e dejo do111lnar por
el arorna del alre, y
el saoor a;¡ridut:e del
rfo de los papiros. El
navfo avanza dando
oordadas en di recci6n
a Tebas, lento yeru-
jiente. En un rfnc6n
sornbrfo de la cubier-
ta Ur-EI reposa de1
monótono viaje.
32.
33. ¡Una palabra 'll~s y te hare aoa-
learpor mis caballerizos! Una
vez me sacaste de entre las ga-
rras del le6n cojo yotra de en-
tre las lanzas de madera de los
salvajl!s de la rnontala. ¿Y rne
hablas CO'llO si fue ras un men-
dicante?
La semana trascu-
rre entre paseos
ycacerías por los
alrededores de Te-
DaS. Al volver una
mañana en el carro
de caza de Krista-
ton. embanderado
con la sangrienta
pie1de un le6n ce-
badÓ,nos topamos
con la corte del Fa-
raón que eruza
las calles.
33
36. Muchos dioses tenernos
en f9ipto, pues son bue-
nos para focllitar la vi-
da y las cosechas, pero
Jo m~s sagrado en noso-
tros es la sangre del fa-
raón. Nunca ni en el Ba·
jo ni en el Alto paí~. el
faraón ha sido objeto de
un
ra inteligencia. pues
bien sa~s que todas esas historias de san
sagradas son sólo balbuceos de viejas.
Muchos faraones habrán eruzado el um-
bral CJitlmo por el puñal o el veneno.
37. . como e rayo y
em~Jesaba como las flores; co-
mo el vino embriagaba ypodra
destrozar elcorazón como el mas
afilado metal de guerra. Era alta
ynrvea, con o)ls sombrros y
enigmáticos. Sobre su hombro
derecho se posaba un gran hal-
. .....~$.- salvajes.
con galante
Llgash, pues mi halc:6n
mira con fastidio.
38.
39.
40. pronto se aparta , como aver-
gonzada ycorre hacia las puertas. Ho-
rus,el hat:ón, con las garras a(ln
grtentas, la sigue.
41.
42.
43.
44.
45. 45
ro pooeroso de Baknath se congela de est~rr de pronto
un grito ronco y sale violentamente del reciniD.
46.
47. Lo arrojo contra __
muro de la r--j -
ysiento
su cráneo
Me apodero de su espada y me lanzotras
Baknath, arriba, muyarriba, h~ia el
cielo azul que gira ante mis ojos.
48.
49. Le h1neo mi espada
e1 vientre y lo siento
retorcerse como un
jabaIrherido, mien-
tras eleva hacia el
su rostro
visto a m1h1ja Nofreta-
mon contemplarte con ojos
de mujer. Yt(J le respon-
días con ojos ardientes. To-
do te delXI, pero mi hija es
lnatanzable para 11. Por
sus venas corre sangre de
dioses y se debe a su
50. a su me ron a No-
tretarron. La volvra ver recién en el muelle cuando
embilrdbilrros. Kristabn yUsertes nos habían trardo
presentes yoro dtl faraón. Ur-EI habfa quedado estupe-
facto ante las arcas sus contenidos.
Asres,princesa, no
del» permanecer más
tiempo en tu pafs.
51. LAS LANZAS Y LA AR
reo, como un ave o
como una flecha, atravesando el ~r sin
Peces. rumbo a las tierras que fueron po-
bladas por los prlmeros gigantesqueaIza-
ron tortalezas ydesvíaron mares y rros.
54. la bahía los barcos cazadores se
br1n detenido en semlcrrcu lo a·rrlando
las. Nosotros atravesábamos la orilla da-
.---.u trás de nuestro línfellzgur~ue miraba
espantado a Kalilas.
55. expuf·
sados de nuestras
tierras porcrrme-
nescontra Jos tem-
pfoS!Fue¡Unnll y
falsa acusacl6n, pe·
ronadiecreyó en
QuINspuedes hacerlo;
perderás derraslados hombres. fMr·
ranos1 lNos crees una presa fácil?
56. Por un momento la situación fue grave.
Una multitud es fácil de enardecer. Ur-
'El desafío en el aira como puede no-
lar la bruma o el polvo de las caballerías.
El pirata se sintiócontemplado ¡x)r mil
ojos. Algu len le dijo algo y varios rieron.
57. gran
reinó en la playa.
A~na ~ ~¡ se oía
el batir del mar y
el chillido de los
pájaros. Skyron
seacercóal muer··----:-t~•~
to y lo hurgó con
pie. Sonrió co-
mo ~lo sonríen
los lobos. los lo-
o los hombres
son lobos...
...
58. mi mensaje al pr(nclpe yvolvr
luego al centrode la hecatombe, donde
Skyron ahilo de carne, bailado en vino,
ebrio, con el rostro congestionado,ron·
caba contra la mesa.
prrnclpe Teseo... ¡Si el enviado de Ka·
lilas cumple bien,no tendrás muchas más
orglís. Skyron! 1
59.
60.
61. aparté con la princesa co11}3da de mi
mano y sintiendo un acre sabor en la bo-
r.a alpensarque en alguna parte de los
bosques avanzaban los ltombres de Teseo.
l
62. a Thamar, con
loscabellos de oro escapan-
do bajo el an:ode bronce del
casco. Luchaba. efectiva-
mente,como un guerrero.
Como el mejorde ellos.
Mása kyron.
ganiz:ar su horda,pero
inútil. El alaque feroz y
de . los helenos. todo rabia y 11-
lo~,hacía hu Ir espantados a los
bandidos en dirección al mar
donde esperaban los carrosde
guerra. ·!Malditos cobardes!
1Tomad vuestrasarmas! 1Ape·
63. de pronto ante y se enfrentaron. El
pirata leo ypesado corro un buey y el heleno
bello yferoz como un leopardo.
IP~tal 1Heven2
a buseartea ti!
~
64. Cruzó el airecomo un relámpago y
lofue como una arista de luz en el
PIN
65. MINOTAURO
;.;;:?_.
sol del mar era roJo como la sangre. en e ata~
llegamos a Crela, la isla del toro, con sus rocas
ygrises emel'!liendo de las aguas, revueltas por los
tilanes de las profundidades marinas, según declan los vle·
jos de la costa. El puertoerJ grande, bullicioso y surk>, co-
mo todos los que conoclen mis viajes.
66. El Minos, viejo y sabio,
yacfa hund1do en su
gran trono de piedra,
coronado por una enor- ~(11~1....,!111
lllít cabeza labrada en
!)ro y granito. Recibi6
a su hija congran sen
timiento y voces, ln-
dighas de un rey que
debe cuidar su com-
postura. Luego...
67. con el livor real, no nos multó
rla Isla,desdt el puerto hasta Jos 100nles
Nuestro gula fue un sacenkte,devoto y lad
llamado Flrlatos.
68. -¡Nippur! ¡Hombre de Lagash!¡
presa verte aqu 1!
__:--~--:----:--...-
No creo en ese dios que vive en er
fondo de esa gruta ydevora lacar·
ne de mi pueblo.Quien mata a los
mros. me mata a mi tarmién.
69. De pronto•••
cuernos y sus
manos se apoya-
ron sobre el lo·
mo nec,¡ro y cer-
doso.
Tembló la tierra cuaroo cargó con los
cuernos ensangrentados y rasaroo el
suelo. Pero Teseo no se movió ni un
palmo.
70. estaba en su apogeo y ca
bebido en exce~o. Sólo un hontre se veli! sobrio y apar1ado. ln-
quirf a Arlildna.
~------
71. Nos internamos por unos gigantescos es-
calones tallados en la roca vlw, mientras
un sofocanteolor a mu59oy humedad
brotaba, envolviéndonos.También sentl
un extrano olor,dulzón y l'l!lltHin•'n"'
reconocr nun
72.
73. yyo también lo ayullaré. Teseo quie-
re verte esta noche en el mismo lugar
de la vez anterior.
,Nuevamente esca los muros
sagrados y.me hallé junto al
ventanuco.
empapados,envueltos en sus
negros mantos,aguarllaban
mis órdenes y Ur·EI, conel
rostro cubierto por la visera
de su caso de guerra, se apo-
yaba en su hacha de dos ca·
bezas, sin cuidarse del agua
que chorreaba sus
Muy bien. Escúchame en-
tonces. Entrega una espa
da a Ariadna. Ella acompa·
liará al Minotauro hasta
la entrada del laberinto.
pues es sacerdotisa y una
vez llegado el momento,
me la entregara.AsT pe·
netraré armado.___,.
74.
75. En ese nmmen_, un grl_, horrible hizo
estrlmecer lacmma.Teseo habra arro-
jado su caP',. yempunando su espada
que llevaba ocultJ,de un certerogolpe
habra tlndldo asus pies al guardia mis
cercano.
4
:::::--
76. Chocamos con furia en el centro de la enorme caver-
na. escudo contra escudo, hachas y espadas chispean-
'''~"""'"'~':::·~~m:~~·~
77. Fue como una rama seca al quebrarse. El co-
gote de toro de Tekapls quedó 9rotescamente
torcido entre las manos
Los
espantados la escena.
Al mismo tiempo un
trueno fragoroso pa-
reció brotar de las
entrallas de la tierra,
y enorrres trozos de
roca cayeron de la bó-,
veda.
Me abrl paso a QQipes de hacha hasta lle-
gar junto a Teseo, ylo cubrl con mies-
cudo.En ese momento un telltllor de tie-
rra, más fuerte, sacudió la caverna.
Evitó el golpe con facilidad de guerre-
ro experto y sujetó los largos cuernos
de la máscara de la misma manera co·
molos matarifes de la Hélade sujeta-
ban los de sus toros para derribarlos.
78. mos el ovillo nuevamente, hasta sa-
iral aire libre. Ariadna se arrojó en bra-
zos de Teseo, llorando emocionada. Detrás
nuestro, el túnel del laberinto se hundla
medio de Infernales •nruenm"
79. Ur·EIexlendra su gran cuet"DO de l.uchador
al dedo amJrlllo del sol haciéndome reex~rdar
a los perezosos leones de mi pals de Elam.
de nuestro barCXI corrla la orl·
Ita e5carpada ygris de la tierra de tos
helenos, agreste y vital, CXIO viejos al·
tares abandonados que en la época de
los titanes se alzaron a los dioses.
S1no hublera estado fastidiado por el
monótono cantode los remeros, qui·
zá no los hubiera visto.
80. Entonces el gue-
rrero sedio vuel-
ta y nos contem-
pló. Su rostro es-<'
lilba liln plilooco-
m la espuma de
las olas y su sonri
1sa, fria y clisliln- -....._ L7
te.careda de ale- -~
gr1a yde vida. Só-
lo entonces vi la
sangreque le ma-
naba de la clntura.
··:
81. El Insulto fue brutal como un golpe ycla-
ro como una copa de vino arrojada en el
rastró.
Me llamo Milemónides, extranjero y
mis familiares, ésos que ves detrás
pedirán una olla de sangre por cada
El tespio retrocedió asustado
mientras contemplaba con·
ojos amarillos por el miedo
las manos de gigante de mi
amigo.
~---1
¡Dile a tus familares que vengan, bra-
vo tespio de rodillas flojas!
84. -S(' Lo malo es que
de por rr-'bel amor
proplo de la eludid y
su antlpatlí hiela los
helenos. Deben c:.onsi-
deraresto c:.omo un en
tretenimlento agrada-
mejorque ca-
¿C6mo c:.onslguts que yo crea que g~no
las discusiones y lermlne haciendo lo
que tCI quieres?
86. ............,.....,......rguarnición y cumencé a vocear mi mer·
canela, no sin anles haberme metido
varios granos de malz en la bciu para
disimular miilcenlo extranjero. ~horil
debla esperar. ~
J )
J
87. soldaclo entre unos arbustos y por las duelas ledi
otro porrazo. Luego tomé el asno por el ronzal y con p1so len·
ID y unslno nw dlr~r1 la salba del oueblo.
1.1 joven era .1gll ysus pies
volaban sobre la arena m-
mo los de un ciervo, ~ro
de pronll6oltl estruendo
de los cascos de cabillos
tremecltndo 11 tierra.
89. ¡No te la podtis llevir' ¡No mientras
Yo viva!
90. L
S
Atenas hervla de gente,pues la ~certada dirección de Te-
seo la habla convertido en una gr~n urbe comercial. Por
apretadas alles se empu¡allan hombro con hombro
cien rilas diferentes. Negros, sirios, hilítz, tesplos, to-
cios. fenicios, egipciOS...
91.
92. l<l alle¡a, vrctlma de las mirad<ls espan-
ntes.Nuestros o¡os se encontraron.
93. Sonrió orgullosamente y me mostr6
sus enormes manos nudosas.
¿Con estos dedos? No. las ha hecho
mi hija.
94. Me desagracia la boca de cler·
tos honilres y carezco ele di·
plorMCia.
Me llamo Nwur. NipPur,el hombre de Lagash, cp·
mo me llaman. :
95.
96. Su idioma no es florido como el cretense ograto al oijo
heleno. Se asemeja más bl,n a un ladrido áspero ygutural
el de los chacales del desierto. Me desagradaron.
Vengo en persecusi6n de una esclava que se lug6 de los do-
minios de mi sei'lor. Tengo órdenes de llevarla de vuelta,jun·
to con el villano que la aco¡npai'la.
97.
98. Abandonamos los caballos y nos lanza-
mos a buscar por los·senderos deca-
bras.los hoplítas, guerreros pedes-
tres, no daban sel'lales de fatic,¡a;pero
Ur-EI p&recra vo'lu sobre las piedras.
Ala vista de las alturas escarpadas los
ojos de mi amigose volvl'andulces ymf·
lancóllcos. Yosabra que estiba miw00
por dentrootras montanas muy lejanas.
Aquellas donde vagarasemisalvaje en
su mocedad. Las blancas montanas
Elam; las rotas de los dioses.
99. un pequeño anfiteatro natural se enfrenta-
los dos colosos. Ur·EI, gigantesco y hermo·
socomo un dios y Borak, contrahecho yespan-
toso como un titán del Averno, pero feroz y mor-
tiTero.
El aviso estaba de más. El joven heleno ya
estaba trepando con la espada cruzada a
la espalda.
-
Cuando lleg~mos,el especUculo
nos de¡6 mudos.
e
101. l¡¡¡;;-U hallf cuando era niña entre los res·
los de una caravana destru Kla por los bando·
leros. La crié conmigo.Cuando rue mayor
gustaba de traba¡ar con artistas, dibujando
en la tierra. Entonces le tra¡e cobre
para labrar.
.T,;~~~~Ia joven tomó una ma
de Dosio yse la besó. E1pobre joven enro·
jeci como una remolacha.
Una yran terquedad s• despertó
en Thaler. Envió a sus me¡ores
hombres tras de mí. Yasres
perseguHlo,.he llegado hasta
aqui.
102. VI a Borak derribar a un
jinetr,asiéndolode las
piernas.
~os atacaron rápida yferoz·
mente, pues eran guerreros
expertos que s61o sabian de
lucha.
Pero los hoplitas de Teseo
no eran carhe de ganado
sino hi¡os de mil batalla;.
,--_.: -·
El y )O avanzamos tnZí1n!all
molinetes con nuestras
chas de combate.
103. El resto de los hititas ní si¡uíera pudo
huir. Hombres del d~IP.rto, eran torpes
entre las rocas,y los hoplitas los caza-
ron a punta de lanza yde pul'lal.
Borak me miró confundido. De pronto
entendió y ~onrió. lu~ comenzó a
reir estruendosamente y t!ldos te h1·
Cll'lOS coro.
Fin
105. Durante largas semanas veníamos atrave-
sand~ los senderos de rocas yarena de la
tierra de Khule· lhiet, buscand~ el Mar
con Cnllas del que t.anto oyére~mos.hablar_
•
106. M a la de Ur·EI y la bes·
tia quedó illllóvll entre un remolino
de polvo.
107. pareela muy servicial y era gallar-
do pero habla un no sé qué de reptilesco
en el fondo de sus OJOS que me desagradó.
cuando llegamos al Dedo de
Piedra y nos encontramos
coo los Belek Rímik. H'lm·
bres de pequet'a estatura
pero.vigorosos.
¡Alto' ¿Quién soís y qu6tieseáis?
108. a nosotros se sentó Kafllas.
nuestro ayudante ne<¡ro. uno de
tos me¡ores hombres que recuerdo.
Ycomímos ybebimos
109. Una
queridas turbó mis sueños,
hasta que...
Perdóname, Malek. Abandonar~ un
momento tu 1íesta.
110. He sido muy afortunado al encontrarte.
A'<lteky yo nos repartiremos esa recom· centellear las puntas de las
l'.os amontonaron en un rincón
nel camoamento.
J
113. Walek se aproximó a m Vestía todo
de blanco y se ve~ mcreíblemente
v~ejo yat.ahdo, pero en sus ojos ardía
el luego del odio.
114. Y un sequndo después. el salvaJe
qrito de querra de Ur-EI haciendo
pedazos el canto de los Ir ibeflos.
¡ Aquf est.i Ur
--~~ Etam'
1¡Los esclavos• ¡Ur-EI los debe ha-
ber soltado aprovechando ta distrac-
ciÓn ele m1 e¡ecuci6n• 1
La flecha aulló en el a1re. sobre las ch1s
pa~ y el roJO de los hoqueras.
117. yyo nos lanzamos por la llorestacon
listos. Habíamos rechazado los caballos
sa!!famos por experiencia que entre el lolla-
trJn más un estortlo que una ayooa.
Celta m
de Teseo, un jove11 •rattmúo y v•o¡.en-
so a los ataques de furia. ~ero un uce-
lentecazador y mejor Jinete.
El ciervo cayó de costado con la flecha
elavada en el cuello.
118. Deber[as pensar un poc, más en tu rey. Trata al me-
nos de disfrazar tu regocijo.___ _ __ _ _....j
119.
120. en la
bruma del t1empo pero
pUIÓO asegurarte que su sa·
bidurla es real y valiosa
como el oro puro. No sé
si podrás convercerlo de
que te ayUdepues rehuye
el trato humano.
sol. arriba, girando amarillo y
cruel. •• y abajo los duros guijarros.
roca polvonenta••.
Maimón era un hombre honesto y no le moleslalla
reconocer la mayor sabiduríadeotros.
121. Oesu la muerte de Teseo, una muerte que lo deje a élli·
bre, sinculpa ni mancha para poder izarse hasta el tro
no, de ser posible.
122. Fui guerrero y vi hundirse
más reinos. l~ mien·
tras los alos segofan corrien
do, los reyes continuaban
lundiérdose con el polvo y
las murallas de las grandes
ciudades se votvran escombro
y maleza.
123. Nada para m el bri-
llo de su corona oei llntinear
su oro, pues soy hombre
ycon conciencia de
Pero sr significa y mu-
la riqueza desu justicia
pureza de corazón.
que los re·
yes sólo polvlr son. Es
cierto, pero el polvo
de reyes como Teseo
será la argamasa que
alzará un monumenro
prodigioso para los
hombres y sus
124.
125. Con un mazo hizo resonar un gran
tseudo de oronce. No tan16 de aparecerel gi·
~Jinte de la entrada.
1estaba acuclillado junto a la m~~~r~r;-1'1<'•"-l!l~...r~Aft,:.
a dos asaltantes que lo apuntaban con sus arcos
ttec.has centradas en él.
126. Sonrió. Se sentía triunfante y podfa tole- ;
rármelo.
i Bah! lnsúllame si quieres. pero cuan·
do muera Teseo seré rey. Rey de Aten1s.
127. ... ""
Se fue durante la no·
che. La lUna lluminr
ba la enormt slluetil
torpe delgíglnte y la
pequeia INnchl ne·
gra del Viejo en su
hombrl). Los perros
callaron sClbi¡,I'Jien·
te .Cuando vl)lvieron
a ladrar, comprendr
que El Víeio )Q se hl·
bil ito.
137. n se enrollado
el manto en el brazo lzquierdo y lo utili-'
uba para detener los golpes. En el put'lo
derecho, blandia su cuchillo
para herir.
138.
139.
140.
141. El sendero desconocielo tiene una extralla .nagia ~ra quien lo ~isa _El patvo
yIn piedras le hablan yel viento es lodo un gor¡eo de rumores. Pero estas
piedras eran duras y negras-y su vtento era cruel, tal vez negro también como
las piedras. ·
142.
143.
144. Se disolvieron en el horizonte polvoriento
como un grano de sombra en el gran arenal
del desierto.
No. El honorable lataos. hijo de los dioses,
murió hace una semana en un accidente
de
145. ¿Y para capturar a dos mujeres indefensas 1
ocho hombres de armas?
---------
..- ·-·
·-·--·- -:.:------- =
El pelotón se alejó
con gran estrépito
de armaduras y
espadas. VI que la
dirección que se-
gura no dlferra mu-
cho de la tomada por
las fugitivas. -ur-
El.!prepara un grupo
de hombres y caba-
llos•
men-
146. Uno de los jinetes, obedeciendo a una se-
lla de Serek me alac6 con su lar-za.
147.
148. .
TodO el pueblo de Carth se había volcado ~n efecto en las calles.
pero no se veiln alegres. Pelotones de mercenarios sirios·mar-
challil' de iqU rpar¡ allá ipartindolos a puntlp~s ya lanzazos.
149. ~ llablámos dls-
trazado como bu-
honeros y cómi-
cos trashumantes
yen un pequet'lo
cmodescubierto
lltvlbamos un
cesto de mimbre.
¡Pueblo de Garth! 1AQureslá tu reina!
¡Aqu res~ tu rey! ¡Defiéndelosl ·
150.
151. Amliado, Ur-EI
se golpeaba las •
piernas para ha-
cer correr la
sangre con mAs
rapídez. Su ros-
tro eslaba oscu-
ro yatezadoy su
cabello rublo, ca-
si blanco por el
sol del deslerlo,
hacfil resaltar
sus ojos celestes
como piedras chis-
peantes_
No creo haber vfsto
en m1vida lugar mAs
hermoso que éste_
152. En el centro del pal10 pendia un gonq de co·
bre y una maza. Aferrándolculi tres golpes
que retumbaron ~onoramente en el gran
jardrn desierto. S61o nos respondió el so·
plo de la entre tas flores.
En ese momento se abrió la gran puerta
central yun an(lano ricamenle vestido,
seguido de media docena de corpulentos
guardli!S se encamin6 nosotros.
153. Su rostro dulce y
qrave, risuello un
momento artes, se
nubl6 abruptamen·
te.Crefpor un m?·
mento que Ur·EI .,••,..........
bil cometido una
qrave indiscreción.,
Río hasta que se le saltaron las !4gri·
mas m~entras apuntaba con un dedo
aur·(l,
154. n ruerte empel IC> apartó y un enorme
guerrero de armadura efe cuero con dos cu·
chlllos sobre el pecho penetróen la sala.
looas las p1ezas de su drnlJdura. sus ar
mas Vsu cascl) estaban lt>flldos rte neqro.
Su barbd estaba entrete¡lcla con hílos de
'lro y su rostro cosido de ciC<ltr~ees.
No puedo decir lo mism'l, Bakhr.¿Es
ésta la manera de entrar en mi pala·
clo? ¿Crees aún que eslás en la
uerlza que te sirve di! morada?
IJn enorme gandul que escolla!» a aquel
jabatfhumano rlo groseramente mientras
apoyaba t'ldo el peso de su cuerpo en una
qran es~Jidi.
155. [llllmldo Bakhr pared1 mis que nunca
un jabllflurioso y los hilos de oro de su
bu1lól temblaban ilirados.
alqunos de los pretendien-
tes os envran sus respetos y se retl-
~~-.~- ------A
lenes raz6n. Es uno de los guerreros mis
tremendos que han cabalgadoen estas tie-
rras. Notar<Yrln en Irse 11 mayor(l de
mis pretendientes al con(lttr su presen-
Já! El jabalfde Asur ha bramidO luerte
todos han corrido espantados al ofrlo.
156. De pronto lo vi inclinarse
sobre el parapeto observan·
do algoentre la rronda.
De un tremen·
do salto abandonó la terraza.
VI su siluelil enormuvan·
zar entre los macizos de llo-
res y los .írboles rrutales.
157. U! joven sintí6 1~ braz~ cmch~ de Ur-EI ro
dearla con suavidad y reclín6 su cabeza en el
pecho de mi amlqosollozando m.fs suavemen-
te.
p ~ensa un poco. Desde que sah
de nuestra ciudad de laqash, ¿cuAntos
al'l~ hemos vividojuntos?¿Cuántas tie·
rras hemos cruzado?¿Cuántas luchas
hem"s tenooque afrontar?¿ Cómo pue-
des lmi!ginar que nn te conozco bien?
A tr. que eres como un hermano para
mr.
detengo, Nlppur V~OiiiOr;;:;;:¡;;;-h:=~
V(/oj a luchar por Me-
rielem y si triunfo
me casaré con ella.
Es reina de todo el
temtorioque n~
rodea, cinco CIUda-
des y mlles de hom-
bres y mujeres. Po-
dré ayudar a su gen-
te con 1~ conoclmien-
1~ que adqu lrfen mis
viajes, yyo podré ha-
llar la paz.
s1ento como un Iraidor
herman1, pero he estado •
en el ¡ardfn y he tenidoen
mIS brazos a la JOVen y la
he consolado y he enjuga-
do sus"lágrimas. He conse·
gUido que volv~era a son·
reír y me he sentido bue·
no y suave.
158. Ew noche tos ancianos metieron los dedos
en u111 e~llbua hueca y extrajeron uno
de los hueseclllos que conlenl'a para saber
quéa lzarl'an.
~------
unohacia el otro. En la mano
derecha la maza de piedra.en fa Izquierda
el escudo.yen el cirturón el cuchillo de
e~za. Ak¡u111s gotas comenzarona c.aer y
los truenos nos ensordecieron.
he enterado que luchar.fs conmigo, hom·
brede Elam. Es u111 butlll noticia. Todos mis
Jnemigos duran pocoy meaburro. Tal yez tú
dures un poco mis.
Eldl'a siguienteamaneció nubladoyII!IT1j)8Stuo·
so.Violentas r.fragas de vientoalzaban remoli·
nos de polvo y los rellmpagos acuchillaban el
horizonte. El mustio.
'J'I /1 .
PeroUr·EI sin lnmutlrse. le n••r.noo
un tremendomazuOJ¡ut elasirio con·
S1CJu•6 detener aduras penas: AIHsede·
tuvo su ataquey susalaridos.
159.
160. Volvf los ojos al campo deba·
talla y vial jabalfde Asurque
retroc:edra tarnllaleante entre
1a lluvia torrenclallropeun·
do en el barrO-t>e<JclJOSO
tras Ur·Et avanzaba sObre él,
i~nplacable como la voz de los
dioses.
¡~;-
AN
161.
162. la anciana se encog16de
hombros ycon el pan a·
prelado cont11 el pecho
se sumó a la cohrnna.de
IU]itivos. Por un rato
quedi obstrvandO esa
StiJlllntede dolor y mi-
seria humana.
En ese momento se acercó Kalilas, mi
lugarteniente. un negro de gran estatu·
ra ypesados hombros. Su rostro tahe·
dO se ve~ preoc1411do.
topan dra y noche
y atacan con la rapl·
dezdel viento. Que·
man. roban y matan.
Llevan esclavos, ga·
nado yalimentos. En
las puntas de las tan·
zas hincan las manos
debs cardos.
163. Amo. eso será mtty culto pero en las ba
tallas l)e v1sto a Jos gnegos correr como
gak}os sm detenerse apensar s.1su
estaría esenta o no. De manera que de·
t>en ser papa rrucl'lauas.
Desde lejos poora oír el ulular jlbiloso
de los bárbaros que se reunían prepa·
rándose para atacar. H1ce que los por·
teadores cava r'in pozos aquí yalUal·
redeOor nuestro. de no más de medio
metro de prolundidatl.
164. Yentonces atacaron.
Llegaron a galope
dido con los vientres
de los caballos rozan·
do el suelo. los o;os
chispeantes y las bo-
cas abiertas en un
alarido inacabable.
Llega ron er> multitud.
'
Pero lle<}lban más y Trepaban
er>clma de los carros con una lanza
entre los dientes ydos en cada ma·
no y desde amba nos herían. En-
tonc;.;;e.;.:.s•...;;.;.;;.;.; li'.;..-----'- l
Resecas por el sol arole·
ron como paja y los bár-
baros encaramados en-
cima de ellas saltaron
con sus ropas de pleles
salpicadas de llamas.
Muchos corrían ardlen·
ro ahora los rtlaros
estaban enloquecidos por
nuestra obstinada resls·
tencia ydaban saltos in·
ereibles yatravesaban el
cerco de llamas ycaián
sobre nutstras lanzas y
lodo se volvíá una carnl·
Yllegaban más.Ymás y más y¡N¡
Por todos lados entraban yya no
les impor1aba monr. A! frente vi
a dos guerreros cubiertos de joyas
que debían ser sus
165. lhachaaullóen el a1
y uno de los dos jefes
saltó de costadO como
E1otro vac116 un momento
y entonces lo herf debiljo
de la mandlbula.
en querer poner los
dedos enelr111 de NIp-
pur de ~gash?
Miré a mi alrededor y vi
a los bártlaros llenar mi
campamento. N.is hom·
bres eran atacados de to·
das partes.
No vi al lancero bárbaro,
pero sf lo vio Kahlas.
166. ¿Tú te has atrevklo a pelear
ms hombres 7
~~----,.,.........- --, ,.. .,103 Pete6 contl'1 tilos y JOS maté por
nas. En venlad. son malos gue
167. Por un momentocrefque 1ba a matarme
allf mismo. Su !hermoso rostro estaba
rojo como un pimiento.
1Y1hora. corre si qulern vivir.
perro!
168. Naturalmente esto mecos·
taba una nueva piltza y
las costras y las herulas
se s~e11>0nían unas a
otras.
Luego lle!Jilrnos al pueblll !le Niver una
enorme aldea oe chOzas <le pa¡a , p1e1
yallí un pus1eron a tra11a1ar en los
sembrados.
169. Yahora. seflora,perdona-
rás lo que tengo que hacer.
N1ppur de Lagash nunca
será un e:_:s.::,cl:::a:,:vo:;:. ~-..:.:;;:...,::o-..
1
170. Luego tomé una docena de.flechas y
envolví sus puntas en trapos que em·
bebí en aceite.
De un cu::hitlazo hice un bo·
quete en la tienda. luego me·
tí la punta de la flecha en la
hoguera hasta que tomó
171. ca•slno mediJo que el rro se llam~ba LóQe-
mer yyo aceptl su palabra. Hablame separado de
una camana con la que cruzara el desierto
con monedas y un CJballo paludoy feo
la caza era abun-
dante y a veces
tropeubl con
ciervos. Erton-
ces derribaba
uno ycomfa en
alg6n bosquecillo
untrro y salpl:
cado de flores.
rte.
••
172. Cuando la noche
era oscura y la
luna dormla como
un pulladode polvo
de plata sobre la su-
perficie del agua, me
sentaba terca de la
orllla. Era hermoso
estar solo sin otra
persooa ysin otros
suelos yoler la hu~
medad del rro yde la
savia de los árboles.
178. Eran horrores ínquíetantes.
ci! gnll'l estatura y tuerposdt
luchadores. El que pareda
el jefe te, ra un brazo ampu-
tadoa la altura del codo.
Vestían armaduras de cuero
y llevabil11 hachas a la tspll·
da al estilo aqueo.
179. )erek como un rayo por la ancha
pradera verde ygris y el retumbar de sus
cascos arreciaba cada más.
,.,!Jnode ellos para
la retirada de sus compaleros. lo supe
cuando un par de aves volaron espantadas
desde un matorral.
180.
181. jugué el todo por
To~el pe·
pulla! por la
y•••
Un campesino m8'
diJoque el rfo se..
llamaba Lónemer y
all( en el centro'
. de la corrlente;vl
los.dos caballos
que avanzaban.
182.
183. 'un nli'lo apenas, envuelto en pieles de ovejas
yapoyado en su cayado. En la clr1tura llevaba un
zurrón de cuero y una calabaza y me miraba con
'ls ojos lentos y meditativos de los pastores.
No hay mucho para hablar
coo un pastor. Su mundo e~
limitado por un prado o por
una manada. Son sencillos
y supersticiosos.
No s por ella,
pastorcillo. El correr
por todos esos cami-
nos sólo te ensella
Ul'a cosa. El bronce
de una espada o
el tintineo del oro da
lanta dignIda<! como
la honradez.
He recorrido mu-
ehos caminos. He
visto los toros pin-
tados de amarillo
de Creta y los JI-
netes que tienen
el caballo tejIdo
con hierbas en
las orillas del mar.
184. ¿Ves los callos de mis menos1Nacierondel
usode la espada, de la lanza, del hacha.
IIAis ordos aprendleron a ser sordos a los
._,-.:o::-de_p,iedad da los h,..er"'ldO"lo~s.=-----'
Hilera mucho que va-
gaba solo, a lomos de
mi reo caballo Wrba-
ro y casi habl'a oerdl- '
do ya el gusto oor la
comoanfa humana.
El oastorclllo me re-
cord6 la lumbre de las
hogueras y las rami-
llas a su
He sido recibido por so-
beranos de muchos par-
ses pero aquella InvitaciÓn
rue la más vallosa de mi
vida pues se me olrecl'a
ni más ni menos que to-
do loque tenían.
185. Perdr cuar>to[lOsera
en un desdichado via-
jea la tierra de los
bárbaros, hasta mi
1iler~d. GOI'Isegur
huIr y desde entOI'Ices
vagabundeo oor los
países sin nombre.
Nippur, Nip¡¡ur al
errante. ~ lppur,
el hombre de 1.1-
gash. Me llaman
de muchas mane-
186. Nuestro vecino Garuth
t*'e cuatro hijos fuer-
tes y más de ocho pas-
lres que trabajan con
sus ganados. Qu lere
tener más ovejas.
Quiere tener más tie-
I.Js mujeres deben te-
ner hombres que las
cuiden y las dtflen-
dal'l. De lo contrario
deberán ser tomadas
MIpadre tiene muchas ovejas yademls
qran sacerdote de llr le concedl6 estas
rras. 'v11 padre no tiene más hIJo var6n
que yo, en cambio llene seis hijas.
187. de los pastores me
mó la aterociÓ!l. A
ifererocia de los de-
más se ma11terora ero
hosco sllene io. Era
el más alto de todos
parecra muy fuerte.
188. ¡llv1irad estol ¡El viejo Branae ha trafdo un hom-
bre para proteger a sus hijas!
na carcajada atronadora estalló. Era el pastor que yo
advirtiera silencioso. El viejo Branae, las jóvenes y
el pastorclllo lé hicieron eco.
~o s4quién salt6 primero.No estaban acostumbrados.a
eSjrlma que los lés ycabezazos,y eran lnh,blles
lucha
190. 190
Los hicimos retroce-
der confusamente. los
perrazos exeltados co-
rrl'an de aqur para allá
morof6ndolés las pier-
nas y las manos. Joar
·arrojaba ~ledras que
resonaban contra sus
cabezas.
Por li11 se fueron. En
la oscuridad orsus
maldiciones ysus In-
sultos.
191. acercó lo pude estudlar
de aspecto recio y posi-
lhl•"""'"tA tendrra mi edad. Su ar-
era vieja y reparada &ll va- ¡.¡;.¡¡.r,:::.:.:~
tios. Usaba una espada muy
arma tonta de muchos ejér-
sumerios. Me oareclóbona- •JN~r.~
y con pocas ganas de •••••¿,r,..li~!!!l!:::;;l
192. Esta vez ataQu' yo.
Sd loque te ocurre,
Torres. Sientes que
eslis envejeclendo y
tus huesos te due-
len aldespertar en
la manana erwuelto
tu manto de roero. Y
temes Que tu vejez te
Iralglla miseria y la
soledad.
193. Deja el camino, amkjo. Deja tu
fama de guerrero. El antiaM
aranae necesita pastores yqua
dlanes fuertes. llene tierras
yowjas y vll'ledos... y seis
hijas casaderas.
-¿Seis hijas?
-sr. ,l calor del
fuego, tus huesos
volver~n a endu-
recerse y el vino
caliente en las
noches de invierno
te hará refr feliz.
Y puedes hallar
lo demás en los
ojos de alquna de
las mozas.
t.as pieles de C!Yeja eran y el
no picante. El viejo Branae, el joven
Joar y las muchachas corrieron detrás
da los dos hombres cara observar todo.
Qued4 solo junto a la hoguera.
194.
195.
196. ¡Recordar' tu manera da hablar, extran-
Jero, y te podrcls considerar feliz de que
no te arranque la lengua1
ron a una
argona de hie-
rro em¡.otracta
en la ¡:ered cas¡
aliado •nro.
197.
198. Wró a su alrededor
y¡.or un segundov1
ullol luz de desas¡¡era-
cl6n en sus pu¡Aias.
sin quitarme los
junto al mar y mira dónde
trafdo. út! tierra de
y arena me hace más
que los grilletes y los láti-
Hace corto tiempo que yo t!m-
bli!n tul un prisionero y un
esclavo. MI suerte fue buena
pero no me ha lavado la me-
moria.
Yahora a rt!-
te de MI lado,
viajero. Se acer-
ca la hora del
descenso del
sol. Yentonces
me vendrán a
buscar.
¿Nost!tgta? iOjl"
pudiera dar un nom-
bre 1an sencilloa lo
que sleno! A la no-
che pego mi oreja a la
Uerra tratando de
oír el rugir de las
rompientes. pero na-
da oigo.
Alas maianas aspl ro a ~leno pulmón el
al!'! tratando de sentir saborde sal. Pe-
ro sólo sieno la uemazón de la arena.
199. Me atongo¡o orno.
Sus palabras rne
traran JI recuerdo
latl!nte de mt t.agash
blancas mur.~llas,
Lagash más allá
las distanelas.
200. ¡Mocoso de tobillos suelos! ¡No
debes pegar a un guerrero veterano!
¡Tal vez esto ta sirva ¡.ara estudiar
otra resvuesta que me agrade más!
201. No t.enra tiempo de llegar has1a mi
caballodondees1aban mis armas.
de.lmanera que desenrollé el láti-
goque llevaba a la cintura.
202.
203. Sí. Desde ~~ tron-
co proteclor de
una palmera lo
vi. Tenra el ros-
tro como una
bolsa de carne
cruda ¡..ero reía
ybebía ¡unto
con varios que-
rreros y muchas
pvencltas.
Lo coloqué como
pude sobre rnl caba-
llo y me dirigíal
l
~so lento, con
la cólera burbujean-
!~ como una lava
negra, hacia el
viejo palacio de Ur.
204. Salrdel jardín con rapidez y troté
hasta ml caballo. Límides 111e miró...
su}elílrlo. eay6 lll!sada1Tl8n-
18. vez ya habfa' m~:~erlo antes
de tocar la arena, con sus ojos llenos
da mar ysu piel ebria de sal.
206. 206
Era bueno para mí pisarotra vez las tierras hele·
nas. Marchaba a lo largo del camino, vestido co-
mo cualquier caminante,disfrutando de mi sole-
dad y de la paz del ñiimento. Un viento caluroso
mecra los olivares y acunaba mi satisfacción.
¿A que'otro lugar puede ir un gue-
rrero?
Y asícomo el cenlo
queda ahllo de so·
bras y lodo, asres-
taba yo ahlto de
grey de sol.
207.
208. Una nube de espuma y agua sala-
da caía contínuamente sobre mí.
Debí envolverme en mi manto y
continuar mi marcha trastabillan-
do sobre la arena a la luz de los
relámeagos.
de
sombrías siluetas que hurgaban aquí y
allá, como buitres que picotearan un
animal muerto.
209. Vete extranjero. En nuestra debilidad somos
fuertes y nuestros dientes de perro pueden ma-
n león. Vete.
Estaba. tendido sobre la arena con los
ops niuy abiertos. Las olas que llf9a-
ban hasta él mojaban su cabeza y sus
hombros.l-b estaba ensangr~ntado•
./ ./~
-V'
Se volvieron como
hienas en mi direc-
ción. A la luz de
los relámpagos pa-
recfan demonios
de la noche. Jo-
cojls, tu-
11 idos, tuertos...
Sus ops amari-
llentos me mira-
ban desde su
masa de harapos y
muletas.
209
210. 210
Me despojé de m1
manto y lo arrollé
en el brazo Izquier-
do para defener los
·pui'lales. Luego.:di
un paso hacia ellos.
Hubo un movi-
miento rapidrsl-
mo...
Empui'lé mi esp..,a con dos manos y avanc~
descargando terribles golpes, pero mis ata-
cantes saltaban de un lado aotro como pe-
rros de caza,esquivándolos.
211. Sentr su Insoportable olor
a aps, sudor y v1no pútri-
do. Sujet~ su mano arma-
da.•.
Eran dos solamente pero no
querían huir. El botín era
grande yla codicia vencía
en ellos a la prudencia.
212. 212 .
El último fue muy rápido ycasi lo consiguió.Ca-
si...
Más allá los dioses darán cuenta de vosotros.
Malo es el que roba a un vivo. Sin salvación
es el que roba a un muerto.
Yde pronto. con una seca
toma de lucha hltita le rom·
píla ·mul'leca.
Me incliné sobre é). Era muy joven en
efecto ysu piel estaba helada.
mene el cuello roto... La cafda del carro,
sin duda. 1
213. Aspiré hondament~y enmeneé acaminar.IAI
PISO lenlo avancé pt¡r.la playa, dejanoo atrás
el carro de guerra. los caballos muer1os y
lo$ cuerpos negros con sus garras de mule-
tJs y CUChillOS.
( 1Atenas.:i)
o O
El palacio también estab'!.a oscuras. En
alguna parte oísollozar a alguien. 1n-
trigado me I'Oivr al guardia.
El camino era dilícíl. La arena me tor-
turaba absorbiendo mis pies como si
quisiera detenerme y el pesodel cuer-
po doblaba mis espaldas.
-------
f'b preguntaron más. Atenas estaba aoscuras. Apenas
si algunas ant>rchas titilaban débilmente.
Hoy es un dra nelasto. ¿ No ves la luria
de los dioses? la mujer del r11f ha muer-
to. Se dice que murió de reoordimlen-
los por ai!J> muy grave.•.
¿La mujer? ¿Te relieres a la princesa
FedraZ
('"?.-
214. Sí. Pidió a los dioses que locas·
ligaran. ¿ Comprendes,'forastero?
Pidió a los dioses que~o r:a(tln•,r.nl
Ylos dioses desataron sulüria
contra todos los Eréctidas. Con·
tra el rey tambl~n.
--=---~
215. Sabes que Hl~lito era hi)J de mi mujer an·
terlor, muerta hace muchos años. luego
me desposé con Fedra que era casi una ni·
~a. Ella se enamoró de Hlp61ito y un día se
loconfesó. El, espantado,huyó de ella. Era
un hlp e,emp1ar.
-----""
215
Yahora, hace pocas horas,
antes de la tormenta, Fe
dra muriÓ... pero antes
me dip 1averdad... Me
había mentido... MI h1·
):¡ me fue siempre leal. .
Mi hip... MI hlp que aho·
raestá mu
216. 2 l6 .::: ::::::::::::::::::::::::u:uu1n:m::::::::::::m:::::::::::::::::::
NIPPUA DE LAGA&H !!
·: ::u::::::::::::.:::::::::::s::z::::::::::::::n::1u:uns:::::::::::::::::::::!!!
LYE DA DEL
EY E UE
!~¡~¡¡¡ :~¡¡:~
Cuanclo yo era pven,
los caminos hablaban
para mry su polvo y
sus I'?CIS murmura·
ban al pasar las extra·
!las leyendu que se
forjaron en ellos des·
de los tiempos lnmt·
morlales.Cutndo yo
en j:lvtn.. .
()a
~
217. .!hora es l!lleren
es Id "e)el del
Id qu~ me ha
""·""·'"" smo la del
Me si~nlo so·
y ~ ,x>lvo del ca-
.,,no es tan solo poi·
.opara míy el es·
tamp1do d~ las rue-
!l.IS de n11 carro de
9uerra ya no me sue-
n~ a mús1ca Aptmas
si es ru1do.
1/,alabil du r~nte el tll~ y11urante la noche
descansaba y todoera IMl r1tertnle aaños
antenores.Cuando recostab-3 mi ca1le7a so-
bre el petate a la noche mi rab;¡ las estre-
llas inmóviles en el c1elo. Vo, inmóvil en la
llerra. Vtambién frío sin vida.
Nadie me res¡nnd1Ó.
Rodearon mi carro
y se apoderaron d~
las bridas de mis ca·
baltos. Vaqamente
alarmado coloqué
mi mano sobre el
hacha de guerra
que llevaba engan·
chada en el porta·
lanzas.
Atrás queda Atenas.
atrás que-Ja Teseo
Viaíé por mares pa
ra visitar a mi am1go
pero sólo hallé a un
hombre desesperado
ante la catástrofe que
cayera sobre éi.Et tu·
10 llameaba en lds lo·
rres de su c1uaad y
los tantasmas gr1ta·
llan junto alas rocds
del 111dr.
217
Por eso v~ap en un
carro de guerra ha
c•a atgund pJrte que
no conozco.llusco
algún rmtón donde
¡x~der descamar nu
esp(rltu M~ s1ento
v1ep Me s1erto so-
to
[n ese mstante vi a la multitud que cerraba ~~
Así II4!9Ué 3 ldS
rcg1ones oe Pa·
nalos. donde en
o!aépoca dos ro
busllS hombre
Iones de ma fá
Cll y paso fuer
te va~aron s1n
preocupaciones:
Ur·EI yyo.t Ha
ce tanto...Cas1
camino
0Ptuve m1 carro al ver que naoie se apartaba y los
contemplé intrigado Eran gente de pueblo de aspec
to común pero con un a1re sombrro vdPCidldo en
sus facciones:-(. Ouéocurre? ¿Por que no me de-
Pero nadie alzó una
mano contra mí A
d~c" veroad,1n~ Ira·
taron co11 casi thría
aooración.Como al
op qut m se atrtv~
rían ~ tocar
PIS pasar?
218. .tv.•urnn' Cll lln tlfOCIO SOfa-
rOlJ fYI' el retumbar d~ las rue-
ll't tarro SJbre las pti<tdS de
ey por el tl.rnor rronocorde de
Pd~s o~ la multttuo.
Ydesemoocamo~ ~n la pl.ua.l na ~rdn pla1a ctrcu·
lar, en uno u~ cuyJ~ t •t r~mo~ vt unpalactú y
nut'l~rosas mup:re y sol:ldU;Js...
IPor las npas que usan d~ben wr Id
corlt de a ctudad. t
Es la trddtclón. El
rey vive durante
un alo lu~ debe
luchar por su tro-
no y por su vtda
con el prtmer loras
tero que tn,¡a por
et Cdmtno, seaquten
fuere St vence
vtvtrá un ano más.
t no. M .
219. Avancé a su
~ncuen tro. Va
h~ía de¡aOO
d~ pensar Todo
estaba d1cho y
prepJrado y to-
do había esca-
pado al control
de m1s manos.
........
~om ehó un error estil ve¡ di atacar.
Consegur engancharlo en una toma
de lucha helena y lo derr~bé al suelo
Ya era m10.lo St...teté d~l cuello y doblé 'ldCid
diréis su espalda tmpuj.tndo con la rodilla. En
es~ momento odiaba a la gentequt nos rodeo-
ba. Esa gente que nos había sacrificado a
amt>os.
tra~ nv .t"'>dlld1110S
lkl m•r•rnos Teníamos
m1tdo :,lll-Jun... d~
lvs oos queríd rnor1r
y sola nenl• po~ría
sobre.,..r v'IO lla
bía Hl hu111brt conde-
220. i•faré •t centro de la pliJ
za . oonde el cuerpo
s1n v1da de un hombre
aqu1en nunca con~í
yque ~In ~mbargo du·
rant~ un segundo fue
mi amigo, yacfa olvi·
dado por tooos.
Advertí su exIra~~za y me
pregunté si serra yo el pri·
mer rey que expresaba una
•Oiuntad pero lO OlVIdé. rui
hasta el cadá~er y lo alcé
en mis
Reuní tOdas m1s fuerzas ly tiré viOlentamente.
Pocos m~tantf~ des-
pués toda la plald
era una tormenta
de gritos y flores. la
reina llegó tunto
a mí.
Has luchado bien y has ganado
tu corona. Mallana serás ungi -
do y te convertirás en nuestro
representante ante los dioses.
Además de ·,lna era sacer·
dollsa.Lo comprendí cuando
la vi hacer los gestos de con
tura conlra los maleficios.
221. l'i> lardé en comprender
que en el país de Panalós
el rey era sencillamente
el depositario de la suerte
y la desgracia de! pueblo.
Si no llovía era culpa del
rey, si los corderos no
se reproducían, si las vi-
des no madurabiln, era
culpa del rey. Y entonces
se esperaba con ansia la
llegada de la fecha en que
un forastero eliminaría a
aquel que no era grato a
los dioses.
nombre es Nip-
pur y una vez vi-
ví en mi ciudad de
lagash.Maté hom-
bres cuya memoria
no conservo y des-
de"é coronas y
mujeres. Yahora
no iba a dejar que
hlcleran conmigo
lo que quisieran.
De esa manéra vivían los re-
yes y de esa manera morían.
Eran simplemente piezas óe
sacrilicio para calmar a los
dioses y a la cobardía del
pueblo que no era.capaz de
responder personalmente
por sus culpas.
~..=·.... .
... su hermano Arta-
masos era amo y seMi'
del ejército.tm hom-
bre rorpulento. de
andar bamboleante y
trK>s o.Ps ae carni-
cero.
.•
222. ~lo~ que ~e ro~l>lcn
y horer1)> pfiSIUn~
ros d los :I€~1J>. Nv~o
Iros temnos solda-
dos. fl lus no los tie-
!JI 1t!, p.:ro
'lJ l~s >~l•t>li
lit'~, )tlci'P
ll nvfii~'"QU~
luCioa por su 11·
berta:! ~s un
No sé por qué me enfurecí
de pronto. Tal vez por el
recuerdo de aquella sónri·
~a postrera, comprensiva,
valerosa, aquella sonrisa
que compartíaconmigo su
desprecio ha~ia la
que ofrecía
un viento diferente, Selene.
húmedo, muy húmeoo y es sala-
pero no mucho. Ytiene ctllor.
ren cu1dauo.l'il olvi·
des que tu ciudad
debe una sangre que
aún no ha P<J9ado.
223. Nippur ydéjale de
a lo~ demonios.
Encerrado en mi prmci-
pesca cárcel, oí el estruen
do del ejército que se po-
nía en marcha.l'«l dejé de
a~~ertir que los si r~ ientes
que me rodeaban eran
de hercúlea complexión
que •ban a
t-i.lle gu~ló que
lo desafiora pero
tampoco 1e 1mpor·
tó. Sabía que lo
hul>iera podido
matar mcl uso con
las manos desnu ·
dds. Pero ldmb•én
sabía que el tiem•
po se encargaría
tle mí
224. Pero decidraue había llegado el mo-
mento de acluar. Ellos habían olvid~
do que yo er4 un ser c.ap.u de obrar
por mi propta ~ecislón. Yo no. Ala
noc:he.qued~b;! un solo gua'rdia en
mí cJmara y una veintena a las
las...
~
(
225. reconocer a los rugitivos y
a la distdncia distinguí a la
bamboleante que entraba
la carrera ef1 la torre.
lii las antorchas que corrían como locas estrellas de
ruego por fa ciudad.El viento me trap gritos alarma-
dos y espantados.
226. No hubo crueldad tit. Eran hombres que
querían terminar rápido para volver a
sus chozas y a sus redc~.
228. un guerrero debe
El temblor de un matorral.-el
.vuelo de un pájaro, todas son palabras
que hablan de nuestro Instinto. Dedos
que señalan a alguna parte diciendo: cul- Silencio. Pero yo sabfa que alguien
estaba all(.
229. ::uervo se 'OI~IÓ peor de
que era en carácter. Sus
hn,nlm•~ comenzaron a moles
eran rápidos para
todo con sus cu-
con sus hachas.
muertos.
muertos. El Cuer'0 reclamó tierras y
t6 a los que las ocupaban.En este wlle
éramos gente de paz y no sabíamos qué
hacer. Por fin decidimos que el Cuer110
debía morir.
230. PEi':i~~~¡¡rai'f¡~~~~ guerre-
ros negros y por ellopreparamos una em-
ooscada.Enviamos un falso delator para que
lo atrajera junto a unasgrandes rocas,
le)>s de sus viviendas. Habramos preparado
srse loorgritar mientras
su horda ¡¡pulalaba a los
hombres y obligaba a las mu-
jfres aentrar en las chozas
Incendiadas. Huoo gritos es-
pantosos. Y et .;uerw corrra
de aqurpara allá con su espa
da chorreando sangre. Hilbra
sangre por todas partes.Ave-
ces resbalaba en ella y cara
y se 1~antaba ro)> ygotean-
te. Humeante como un carni-
cero. 1
L-------------~ ~--~------------~ ~~~~~~~
r.-~--~~~~--~-,--~
lo juro por los dioses
malditos que viven en
los campos estériles
y en los mares enve•
nenados: lo juro por
los hips de la noche
que r(en 1tJnto alos
sepulcros. Por todos
ellos: lo uro.
231. ~ me agrada dejar a una
mujer abandonada de esa ma-
nera pero no tuve opción.
Fue inútil preguntarle na-
da pues cerró su boCay no
a hablar de manera ·
amanecer subíami
la saludéy me tul,
l<leiámlola de pie junto asus
ruinas humeantes yal ba-
rro rojizo y los buitres que
bajaban en círculos.
232.
233. nos de
nadie! ¡Que se vaya de in
mediato o lp arrojaré con mi$
propias manos!.
234.
235. plena oscuridad llegamos junto
a una mrsera choza de pastores,
Hacfa frb y el pasb estaba empa-
pado de rocb helado.
IAh!¿Eres t , mtamor? Adrcate. Aqu
tengo otro de eslos h6roes quequieren
~_;_:_n..echarme cltl mundo de los vlws.
236. "
El j:lVen aplastam ¡m las rocas
'Cuervo frunció el ceño y asintió
con la cabeza.
237. í al exterior yestupefacto vi ala horda que yo adiestraba
la montaí'a.escalando muros, luchando en los patios
los techos...
'
(
1
1
238. otropecado de es-
llera, porque era bondado
ytriste y lue su padre el
loempujó al sendero en
acabó. Hace apenas una
#Z~horaque murió, como si h
en mi
y me envolvíen
una manta pues
la noche iba a
ser muy fña. En
el momento de
tomar las rieri-
das me pareció
oír un
adivinado lo que sobre-
1..4Y<~m••· que,
fuerte relincho, saltaron en la noche,
torturando la tierracon sus cascos. Su po-
deroso galope me llevó lejos del luego y
del grito.Me llevaron hacia l•distancia,
hacia la noche, haciala nada. Fin
239. hambre y me
los caballos ¡¡ara que pastaran a
gusto y abrr mi morral y saqué
carne, pan, ace1tunas yqueso.
Me sentéapoyado en mi carro,
deJando que el sol ~quemara.
-ven. perro tonto. Tengo un
ra ti tambi~n .
Ptr ROBIN WOOD
$171
240. hermano,ycome. tendrás carne
en vez de un palo en el lomo y yo tendré un
ladrido en vez del muqir ele algún campesi·
no rabioso que me ve demasiado cerca de
sus hijas.
ervo surgío casi
nte a mí. Era un he
ani mal con los o·
minosos de miedo.
hermano ciervo.
En tus patas está tu vi ·
da.
Llegaron casi enseguida. Grandes perrazos
amenazantes, aullando con las narices pe·
gadas al su:lo. Me escupí!as manos, díver·
!ido.
""' .. .
241. Ten cuidado, an-
ciano simpático.
Puede ser que el
cuchillo te quede
corto.
El anciano del ca-
ballo pareció ~u
mamentc apesa-
dumbrado de ver
a sus dos criados
despatarrados en
241
el pasto. .,.,..,,,,,.,..""'
242. Puso una cara tan cómica
de estuporque me hizo rerr
hasta dolerme las costillas,
¡Por los diosesi¿Te sien·
tes feliz?¿Qu6 es lo que
h.ac:es entonces en tus
243. La )oven un sollozo antes·de
He observado que cuando laS' mujeres
comprenden que los gritos no servírán
de nada, de inmedianto recurren alllanl
lo. Arrak se volvió hacia mrbufando fu-
rioso.
Creo que a las muje-
res siempre les agra-
da el poder elegir a
sus maridos.
244. Ahora tal vez podre-
mos·hablar con al90
de tranquilidad, sin
cuchillos ni gritos.
¿Por qué intentaste
matarme, joven de
mente de mono?
. ..i'1:•.,·........·¡
·~M~··.·
~··
No quise decirle al pobre
quillo que dudaba de que el
buen viejo Arrak fuera capaz
ni de aplastar una mosca, a
pesar de sus terrillles gritos,
porque el respeto es una co-
sa muy saludable entre 1os
siervos. Po:tr lo tanto...
245. Piénsalo.joven Imprudente.
Matar no es algo fácil. Una
muerte tiene ecos como un
grito en una caverna. Pién-
salo.
Sin embargo no me apar-
té de allf. Eran tan con-
movedoramente jóvenes,
:Ut:~e!spe raban tanto de la vi-
Yde su amor que has-
ta de una piedrahubie-
ran hecho brotar teroura.
No sé quédeciros aho-
ra. Hoy dormiré y ma-
ñana hablaremos.
~
246. La codicia lo
como una rata. Yo
sabra que su cere4ro
estaba sopesando las
monedas de plata con
que cualquier reye-
zuelo pagarla por un
carrocomo el mío. U
na pequena fortuna..
Me sonrera con la rara cordla-.
1ídad con la que un avezado hom-
bre de mundo sonríe a un Imbé-
cil campesino y estuve tentado
de borrarle su excelente sonri-
sa de una bofetada.
247.
248. Los como por
una catapulta yla tierra voló en nubes a
nuestro paso. El carro se bamboleaba bajo
mis pies.Tratardo de conservar el equi-
librio aullé e Insulté a mis caballos.
249. 0. '11nmlnn•o mujer
mi hls-
¿Sabes?En
momento )'O
feliz.. En a-
uel dra, )'O era
feliz...
FIN
251. "Tendré que hablarle
de Jani¡x¡, el rey de
toda la región, el jefe
de armas. Un hombre
luerte y valeroso, un
¡x¡co tonto como mu-
chos val lentes. y ho-
nesto."
252. Deseo una esposa
digna de un rey y
aquí no la hay. Por
ello te envío ati co-
mo emisario mío pa-
ra que me traiqas
una.
253. Míra, para ayudarte
te permitíré que te
lleves aHeres, mi
tesorero. Es astuto,
mundano y te acon-
sejará con mucha
254. los dioses, e~tcepto cuando sotlcllé que el techo de
la casa de mi vecino Aclo se derrumbara sobre su esiCtplda cabeza después
que mató por error a uno de mis cerdos, pero íuro por mi honestidad que
hubiera pagado cualquier precio por ver a XI romantes buscando mujer
.. .......
255. rey va, rey
viene, el caso
es que Xiro-
mantes. que
era un moz~
muy corpulen-
to, la empren-
dió a espadazos
contra "
256.
257. iry tfsa fue la manera.
ISí. Un poco más de vi·
no. J La manera como
Xiromantes repuso a
Arsinoe en el trono de
su abuelo. Arslnoe era
la joven. Luegocuando
ésta, ruborosa y fellz,
le preguntó qué recom-
pensa solicitaba, el in-
signe y leal Imbécil re-
puso."
258. "XIromantes perdió el
apetito y se puso tan
insOj)Ortable como un
asno sordo. Comenzó
a deshojar flores en los
jan!ines y hasta se ol-
vidó de afilar su espada.
Vagaba de aqui para allá,
suspl randO y tropezan-
do con todos los guija-
rros del suelo y empeo-
tando a medida que el
dia de la boda se acerta-
ba."
.... ·
.' .
- ~it
259. YJanipo sentado
en su trono te-
nra la cara exac-
ta que se puede
esperar ~~ un ·
hombreque en-
contró asu pro-
metida besándo-
se con otro.
habrra eleglc*l?
hacha'/ ¿La
En el silencio total que sígul6 to·
dos volvimos lacabeza en dlrec·
cl6n al ruido repentino. Janípo
se habra puesto de pie.
260. y yo mi~mo rne en
contré rienoa hasta
salírseme las lágri-
mas mi~ntras el do-
londo Xiromantes
caminaba con dificul-
tad hacia su flaman-
·tc 1nctida y su rey.
Se acercó al inclinado Xíro
mantes poco a poco. Sus
sandalias resonaban sobre
las piedras...
Por fin se detuvo. En el Sil encio total que
reinaba sólo se oían los sollozos de Arsi-
noe. Un perro aull6 tristemente.
Fin
261.
262. ..sr.
dad que me dio el
nombre, Mis padres
nacieron auraun-
que cuandoyo vi la
1uz hacía ya mu-
chos ai'los que vl-
vran en Lagash,
la de las blancas
murallas. En su
nostalgia y recuer-
do por la vieja ciu-
dad me dieron su'
Desde lejos 1
pudo distinguir '
su cabeza afel- '
tada yrelucien-
te de ungDentos
(El cielo esti limpio.
Una nube. Una maravillosa
suelta ysola en el cielo. Tan
como yo. 1
y.su túnica de ••-tt.llltru•
na tejida, suela
de barro en el
borde·lnferior
Me hallaba a orillas de uno de los dos grandes rros que abra-
zan las reglones dondeel cultivo es lácll. Habra llegado a las
· cercanías de la ciudad de Nippur.
'1
Mi nombre. Nlppur,
el hombre de Lagash.
Ese soy yo, Nlppur
el errante, el que
nada tiene, el que a
ninguna parte va y
que de ninguna par•
te viene. Nlppur,
el na~le, el nada.
263. Tenemos orden
de gente muy al-
ta de castigarlo
porsus críme-
nes. Es un here-
je y un falsario.
264. Al instante se echa-
ron atrás. Nombre
conocido es el mío
en Sumerla y el Elam,
aunque soy casi pros-
criplo ycasi lugitivo
en tod~s partes. Una
espada es más eloeuen
que muchas le119
265. No hay·rey en Nippur, co-
mo sabrás. El sacerdote es
el jefe militar y religioso
de 1a el udad. El es quien
en tiempos de guerra diri·
ge el pueblo y en tiempos
de paz le da la ley.i---'
en Querella
tesorero del
:t!!"~t¡umJplu pues desco-
Que robaba parte
los regalos que
fieles hacfan al
mplo. Tú sabes
que es eso. Una
de oro 11$~
de plata
Enrojeció hasta el cuello y me sentí
conmovido. Era tan joven, tan terri·
ble y magníficamente joven y crera
de tal modO en la justicia y en la
honradez que daban deseos de pro-
tegerlo ode golpearlo con un palo.
266. Yahora espera. Voy a uncir
cabaUos al carro y te llevará
ta la clu::da::d:.. ----~
Nlppur no habfa cambiado mucho
desde la última vez que yo la viera
hacra de ello casi diez allos. Sus
calles arenosas, sus cuadradJs ca
sas blancas, ~u gente pausada y
morena, todo ello me pareció in
que por un momento ,... ~
mi v~/,tfy
~
1"
267. 267
Caminé hacia el anciano, apenas una
pequena momia viviente con ojos ln-
creiblemente vivaces. Al llegar junto
a 61 me detuve.
268. Un rumor sorpren-
du!o corrió entre la
muchedumbre y un
coro de excitados
comentarios estalló
en todas partes. He- ~ .....
muldu, pálido ysor- t
prendido,dio un pa "'.1
so adelante. /
un argo
no despegó sus ojos de los ojos
Hemiddu, buceando en ellos. Por
fin SUSplró.
269. 269
Balaim recorrió con los ojos los rostros
que lo rodeaban. Una expresión de ani·
mal acorralado florecia en su semblan-
270. 270
1 1
El patesi qu~d6 lnm6Yil en su sitio, hela·
do como si su carne se hubiera vuelto pie"'
dra. LulgO bajó los ojos con gesto atónito
y los detuvo en el mango clet cuchillo que
sobresa1r1 de su pecho.
271.
272. 272
NIPPUR DE LAGASH
Silencio es lo que siento en mis
ordos. Sr. Sllenclo. Esa extraña
clase de sllencio hecha de rumo-
res que nada signltican al instin-
to, ya sea el susurro del viento en-
tre el ramaje de un árbol, oel can-
to de un pájaro fingiendo ser cris-
tal contra el oro del sol. Aveces,
desde li!S altas montanas ora el re-
tumbar de una roca cayendo.
Yo sr¡y Nlppurde
Lagash, hombre
que ha visto mucho,
mucho yque por
ello mismo no Igno-
ra su pcxovalor y
su gran valor.
¿Suena esto como
contrasentido? No
lo es.
En un arroyo me de·
tuve y revisé mis he-
ridas, la mayoña de
las cuales ya habran
cicatrizado. Las que·
maduras en mis h
bros tardarfan a(Jn
un cierto tiempo.
Poco valemos, ¡oh.
hombres!,que tanto
nos envanecemos de
nuestras pequeí'leces.
Poco valemos por
nuestros actos que
tampoco significan na-
da cuando el tiempo
arroja sus puilados
Jle arena contra ellos
haclllndolos deshacer-
se en volutas.
válemos. eso sr,
por el soplo ~ivino
que llevamos ade
tro. Por alguna
fuerza inSuflada
desde el más allá,
desde la región
sin llanuras ni
fronteras donde
los dioses moran.
Valemos como hom ~
bres poralgo de
Dios que tenemos.
Marchaba con sumo cuidado,
pues marchaba en territorio
bajo la Influencia de mi lerri-
ble enemigo, Luggai-Zaggizi,
el usurpador que ocupaba el
trono de mi ciudad natal, La-
gash, la de las blancas mura-
273. Desde el dra en qlle'por
la traición y la sangre
se hicieron con el tro-
no, el miserable había
agotado los medios para
acabar ton mi vida pe-
ro todos habfan fracasa-
do. De todas maneras
siempre intenté mante-
nerme alejado de él y
en esta ocasión, al ver-
me obligado a pasar ter-
ca de sus territorios
extremaba las
Por ello vi volar al buitre.
274.
275.
276. El patesl, o sea el rey-sacerdote de
Tatas, era un hombre comido de arru-
gas y años, encorvado y desganado a
quien ya no seducra el palpar la reali-
dad de la vida que lo rodeaba. Unan-
ciano cuyo espíritu ya se negaba al
contacto humano.
277. Me sonrióotra vez,
con simpatra y buen
humor,pero su ma-
no acariciaba con
suavidad el litigo.
encerraron en una
bitación y me hicieron 1
gar carne, vino, frutas,
miel yquesos. No pcxlrra
haber sido mejor tratado
el más grande de los hu4s
pedes, pero toda esa cor-
tesra tenra un sabor dul-
zón y enfermizo. Sabor
278. Olisqueó el vino y con un gesto astuto
laentrada y al no ver a nadie.
un ojo con ges·
279. Contemplé un momento la
hoja que se tel'lra de rojo
con el retlejo de las hogue;
ras.
seu llegó sin que yo
1ne diera cuenta y una silue-
ta se recortó frente a mr.
280.
281. '
Entonces se ade·
lantaron los sol·
dados. Tenían
un aire lormida·
ble y sombrío
cuando me rodea·
ron. Un veterano
canoso habló.
Tardé casi dos meses en po·
nerme de pie otra vez y su·
bir a mi carro. Malik ysu
hermosa mujer me cuidaron
durante todo ese tiempo y
fueron ellos los que me des-
pidieron.
282. Por fin detuve el
rro y solté el látigo.
No mir• aquel despo•
jo sangriento. Sólo
dejé caer el látigo y
tomé nuevamente la
riendas,
lEs extrano1pero todo.
fue verdad. La san-
gre de su crimen ca-
yó sobre su cabeza..•
El me llamó enYiado
de los dioses para cas-
tigar el crimen...y
yo lo matl!•.• 1
Alcé los ojos hacia el
cielo azul. El arroyuelo
murmuraba cerca mro.
El cieloazul, infinito...
FIN.,_______
283. Vi la sangre porque era inevitable, porque
por los dioses que yo la vería estrellada contra la roc.a. como
una roja flor espinosa.•.La vi en un recodo del camino que
va hacia Sarmes. la que está a las orillas de uno de los gran
des rros.
284. Si. He oído hablar de Ram y su des ·
reza invero~ímil. Ha recibido mucho
oro por sus flechas, como un campe·
sino lo recibe por sus cerdos. Es
un vendedor de muerte.
sombra seextendióen la tierra ante
oíla voz ulma ylenta.
285. El hombre gor-
do calló. Eviden·
temente1l3!Jilba
a Ram por algo,
pero le temra. Y
Ram lo despre·
ciaba con el he·
lado desprecio
que sienten los
mercenarios
por el hombre
inútil que nece·
sita de ellos.
Vi a media doce-
na de hombres
de armas agrupa-
dos a la sombra
de un bosquecillo.
No muy lejos se
veían dos cuerpos
cubiertos con sus
mantas. Ram es·
____.....;2:::.,:85
Cállate, Infeliz tripu·
do, si quieres algún
día poner las manos
sobre la doncella. Cá-
llate.Oírte hablar me
1io es un simple pas-
tor, Ram.Socó espa-
ca ycuchillo yluchó
con sabrdurra, dando
tiempo a la joven 1 rez
para que huyera. Es
hombre de armas.
286. cuida:lo s1 te topas
con el joven. ~stando
yo en busca de huellas
tropezó con estos ordefla-
dores de vacas e hloió
a uno y mató a otro. El
herido es ese Ozor. del
orste.
incorrup·
tibie Nippur, pues si no eres escla'IO
d~l oro lo serás de alg(Jn suello, de al-
gun hombre o de alguna mujer. Todos
somos esclavos de
Me alejé del campamento de los per-
seguidores y retomé el sendero de ca-
bra que llevaba al sitio donde dejara mi
carro. Sentrzumbldo de abejas alrede-
dor mro.
287.
288. ¿ Por qui! hablas
asi'? No creo que
Sonqu Intente
nada contra voso-
tros... S61o de·
sea que la joven
ID sé. Me tope con
una partida de cinco
guerreros encabezados
por un tal Sonqar. a
, Los dos jóvenes se miraron y pude ver terror
en los de ella y una llama rabiosa de coraje
en los de él.
1nsultó yvoci•
!eró yhasta me
golpeó. Me orde·
nó que me casa·
ra con éi..Yo ha- ~
bía oroo rumores
de que codiciaba
mi fortuna ycom-
Fue providencial.Songar
envtó un asesino a mi
~
rto esa noche. Thi·
s lo sorprendió y lo
t6. Comprendimos
e sólo quedaba la tu.g~:
289. Ven.Subiremos a Thlnos
al carro. Los caballos son
fuertes y nos podrán ale·
jar un buen trecho antes
290.
291.
292. 292
El sol perezoso
y ardiente segura
lamiendo las ro-
cas y el sendero
de polvo. Con un
cuchillo, Ram
cortó mis ligadu-
ras.
Tú sabes cómo
son las prome-
sas de esta cla-
se de gente, NiP-
pur. Aire so-
bre polvo.Todo
te ofrecen cuan-
do le necesitan.
Luego te mezqui·
narán hasta la
última moneda
de cobre. Preferí
tomar solamen-
te las joyas de
Songar. Es tan-
to como lo pro-
metido.
294. Québellos son los dras cuan·
do el desfile del sol se va alar·
gando y su barca de oro demo·
rJ más y más sobre el cielo
y hace crecer flores y pastos
yagota los árboles bajo el pe·
so de sus frutos. Los arroyos
se ven limpios bajando a los
llanos desde lejanas monta·
nas que han sangrado su
blanca sangre de nieve que
luecjo correrá cristalina
entre piedras pulidas y he·
lechos rumbo a la mar lnmen·
sa.
Sobre mi cabeza cruzaban las
blancas saetas de plumas y
cantos,ebrlos de sol y efluvios
de aromas, volando locamente
ycantandO ypiando sin cesar..
IMira esas flores...
Cada una de ellas es
una obra de arte tal
que no hay joyero
ni artista hombre
que sea capaz ni si-
quiera de aproximar-
se nu belleza...l
yes·
toy tan encallecido
que debO hacer un
esfuerzo para sen·
tir algo... ¿ Tan
duro me he vuelto?
¿ Tantos allos me
alejan ya de ml]u·
ventud? ¿ Tanto
tiempo ha transcu·
rrldo desde mis
tan
295. 11.n momento.. . ¿ Oué ocurre aquí?
¿ Oué hay de extral'lo en el atre?1
o
o
Aguardé tenso como la euerda de un
arco. ~n el momentll de atacarme,
quien tuera mi enemigo tendrra que
hacer un ruido
o
o
pája·ros no can-
taban. SÓlo el vien·
to continuaba gol-
peando las hojas
de Jos ~ttoles y do·
bla ndo los tallos ~e
las llores. Algo col·
gaba de las ramas
de un árbol. l!n
fruto macabro.
Sentrun regusto
amargo en la txxa.
"Mis hermanos, los
hombres,han pasacio
por aquí. .. "
armas,
jinetes ycarros...
Cincuenta al
menos.•.1
Yde pronto un crujido de pedregullo y
un jadeo...
296. 296
Lo aferré de los cabellos
cuando pas6 junto a mí...
•.. y le en las
costillas con tal fuena que
las sentrretumbar como un
tambo!'-
¿Creísteque era uno
de los que exterminaron a lu gen-
te? -sr... Ellos también llegaron
;,:;.:..;..;..;;.;...;.._.c__ _ _..Jcon carros, escudos y lanzas. Pi-
dieron ganado y forraje. El an-
,___.....,ciano de la aldea comenzó a expli-
carles que no podían darle nada
sin correr el riesgo de pasar ha
bre nosotros. Un hombre acaba-
llo se adelantó. Ln hombre muy
hermoso de cabellos amarillos
muy largos. Llevaba un buitre
sobre el hombro. Sonreía. Yo
que estaba oculto tras un ma-
torra1creíque serraun ~-
uise matarte. ¿ Sabes? Mis
tres hermanas fueron lleva-
das con los invasores. Mis
Me sobre ese cuerpo
flaco yooblado por el dolor
y lo endered. Vi una carita
grisácea ylos dientes desnu-
dos en la boca
297. Yo me estaba arries-
gando, pero. me
arriesgaba sabien-
do con la clase de
hombre con la que
tenía que tratar y
cómo debía tratar
la. Escupídespec-
tivamente al sue-
lo...
Cuando Turmo se hubo afirma·
do con fuerza en el carro, sa-
cudílas riendas salvajemente
ygrilando en el estilo de los
aurigas helenos land mis
caballos en una loca carrera
¡x¡r el camino de tierra.
r! ¡Seflorl ¡ Vamos
en dirección a los ase-
sinos!
29"
Mi carro volaba y rebota-
ba en los ¡x¡zos y desni-Je-
les de la tierre lanzando
piedras y polvo en nubes
a nuestro paso. El viento
atronaba en mts ordos y
¡x¡día sentir el salva¡e vl-
go r de mis caballos lle-
gar a mis manos atra-
vés de las riendas como
si ésta.s fueran venas que
nos uníeran en un solo
ser.
298. Rulmente pareci'a
un dios, con su ,.,--- -....
hermosa cabellera /k_,_.. .¿
rubia, larga hasta '¡;¡; VD
la cintura y su ros·'#~
tro perfec1D, cas¡
femenino en sus
ICClones. Sobre
su hombro, el bul
re, repugnante e
Informe pa recra
J¡ya r en mrsus
pilas roJizas.
299. El ~campamento era un
caos. No habra nada en
él de orden militar ni cosa
pa rec1da. Se oran gritos
de ebrios y maldiciones.
pero recuerda que
quien ingresa en mi
tropa debeolvidar al
mundo que deja a
sus espaldas. SÓlo
forman en mis filas
aquellos que han si-
do malditos por los
dioses y¡x¡r los hom-
bres. Solo se llcen-
alos
Ahora encabezo esta horda con la cual
me alquilo a los reyes durante las gue-
rras y con la cual saqueo durante la
paz. llevo fuego y lanzas en misma nos
y mi sfmbolo es el buitre, el comedor
de carne muerta.
:>.Fr•tnr..-..< ve y desmantela tu
rro. Puedes solicitar tu
comida en cualquiera de los
fuegos, pero ten cuidado. En
'
'11;.,......,¡~ da campamento siempre de-
cadáveres por rlias.
300. Había uno, ebrio
y maldiciente a
Quten mi cuchillo
cort6 sus mald
nes ycur6 su
ebriedad por toda
la eterntdad.
!Por allractua-
ré... l
Haz lo que yo te digo y nada más. ¿ Ves
aquellos barriles en aquel cerro?
lodo ese infier-
ver la sombra
:h~o·mo~a y sombr(a de
las alas ex-
de su repug-
bultre, su srm-
de carroí'la y
te.
301. Pude oír con
lusos murmu-
llos de IIOCes
yluego s11en
c1o. las ¡óve
nes eran pas
toras y monta
sas acostumbra-
das a moverse
en silencio.
Muy bien. Vayamos hacia el camino. Hede-
jado mi carro cerca de él. Debemos saurio
junto con los caballo;:s·'-------.A
302. DesenvainE mi espada
pensandoque en efec-
to ue hombre cuya
negra silueta se recor-
taba contra el luego no
debía tocar bebidas.
Sus ebriedades proven-
drran de otras fuentes.
De las rec6ndilas y pon
zoñozas fuentes de
su esp(ritu carbonizado
por el mal.
Sonrió dlab611camente
yel luego tenra de
jo sangriento sus m<~
nos,su espada, sus
y sus ojos y
el viento hacra llamear
sus cabellos de oro.
El fuego continuaba
rugiendo yel buitre
rewloteaba locamente
sobre nosotros.
303. 1
1
303
,L---------------------------------------------~
Cry6 de rodillas sobre
el sueloy la espada
se hundió hasta la em-
punadura. Gemra ron·
cemente y sus ojos
le giraban lncrfdula·
menteen las 6rbitas.
Entonces mir~ otra vez el cuerpo de La-
rio y sentrun escalotrro al ver sus ma-
nos... Sus manos que instantes antes
eran fuertes y jóvenes... -Se están
arrugando, sei'lor... Como si enveíecie-
ran...
Cuando ya leíos
ormos el trueno y el aire se
llen6 de olor atormenta.
El vientocomenz6 asoplar
con fuerza, helado. Me di
vuelta hacia el valle. Todo
estaba oscuro y sólo los re
lámpagos iluminaban con su
luz el escenario.
-~
Yyo, hombreque me es-
cuchas, yo, Nlppur de La-
gash,comprend(que ape-
sar de no haberme asoma-
do al terrible ralsterio
igual mente habra perdido
el sueno de muchas no-
ches.