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Cien años de dictaduras, golpes y democracia: la cronología del poder en Argentina

En el último siglo, el país ha vivido más de 20 levantamientos, el nacimiento del peronismo y cuatro décadas de democracia ininterrumpida tras la última dictadura

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Una cuarta parte del último siglo de historia política en Argentina ha estado bajo el control directo de las Fuerzas Armadas. En 1930, el primer golpe de Estado tras la instauración en 1912 del sufragio universal masculino inició un periodo de intervenciones militares que terminaría sumando más de veinte asonadas y seis derrocamientos de gobiernos democráticos. Tras el fin de la última dictadura (1976-1983), sin embargo, el consenso político en torno al «nunca más» ha logrado mantener lejos del poder al Ejército y el terrorismo de Estado que caracterizó a la última tiranía militar.

Hoy, cuatro décadas después en las que la democracia ha sido capaz de consolidarse y funcionar de manera ininterrumpida en el país latinoamericano, ese mismo sistema ha encumbrado a un líder, Javier Milei, que pretende reescribir la historia reciente de Argentina y borrar las referencias al plan sistemático de exterminio que aplicó el régimen de Jorge Rafael Videla. Entre otras cosas, el político populista y ultralibertario ha restado importancia a los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional, a los que solo se refiere como «excesos» motivados por «una guerra».

El protagonismo del Ejército en la política argentina se inicia con el golpe de Estado de 1930 que apartó del poder a Hipólito Yrigoyen, representante del primer partido de masas de Argentina, la Unión Cívica Radical. La rebelión dio comienzo a la conocida como Década Infame, un periodo en el que una alianza política conservadora y vinculada a la élite militar trató de impedir que los radicales regresaran al gobierno a través de métodos represivos y los fraudes electorales.

Ese régimen vería su final con la Revolución del 43, que acabaría desembocando en la llegada al poder de manera democrática en 1946 de Juan Domingo Perón, secretario de Trabajo que se había ganado el favor de los sindicatos y la clase obrera. Su gobierno, además de impulsar un movimiento político llamado peronismo que todavía cuenta con un gran seguimiento en el país, marcó un punto de inflexión en la política argentina al aprobar el voto femenino e implantar un modelo proteccionista que apostaba por nacionalizar sectores clave.

Sin embargo, las políticas de Perón y su modelo económico ―marcado por la falta de pagos a raíz de la II Guerra mundial, el gasto público y la inflación― le granjearon el rechazo de los sectores agropecuario y empresarial y también de Estados Unidos, hasta que en 1955 un nuevo golpe de Estado lo mandó al exilio y dio pie a la autodenominada Revolución Libertadora (1955-1958).

El mapa de la geopolítica de Argentina

Este gobierno, junto con el de la Revolución Argentina de 1966 y los mandatos democráticos no peronistas de entre medias, acudió a la deuda externa para controlar la inflación, recuperar el libre comercio e impulsar la economía, inaugurando una época aún vigente en la que el Estado argentino ha sido incapaz de asumir las inyecciones de capital necesarias para sostener la economía y ha endeudado peligrosamente las arcas públicas.

La inestabilidad política y económica de los sesenta condujeron al regreso del peronismo al poder en 1973, que volvió a ser derrocado con el golpe de Estado de 1976. Ese año nacería el autollamado Proceso de Reorganización Nacional, la última dictadura cívico-militar de Argentina que, lejos de sanear las cuentas del país, disparó la deuda pública hasta el 60% del PIB. La debacle económica y la derrota en la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido apartaron definitivamente del poder a los militares en 1983.

La evolución de la deuda pública en Argentina

Desde entonces, el sistema democrático ha convivido con una situación económica marcada por la constante inestabilidad. El radical Raúl Alfonsín sufrió en 1989 la mayor hiperinflación en la historia argentina, las reformas neoliberales del peronista Carlos Menem estabilizaron la situación de forma momentánea pero dejaron al país al borde de una nueva crisis tras su mandato en 1999 y en 2001 el pánico financiero y el corralito pusieron patas arriba el país.

El trauma colectivo aupó al poder a una nueva rama del peronismo, el kirchnerismo, que gracias a la subida del precio de las commodities pudo moderar la inflación y articular un programa de ayudas para las clases populares. A pesar de ello, la caída de la cotización de productos clave como la soja o el maíz resucitó la incapacidad del Estado para generar más dinero del que gasta. En el final del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y durante el de Mauricio Macri, con el que volvió la derecha al poder, el peso se devaluó y la deuda volvió a crecer.

Cómo se rompió Argentina: historia de un siglo de crisis económica

El último mandato peronista de Alberto Fernández, caracterizado también por la emisión monetaria y castigado por la pandemia y las sequías en el campo, tampoco pudo revertir la situación. Y es en ese contexto en el que Javier Milei y sus recetas ultraliberales han recibido el encargo popular de tratar de poner fin a la sangría económica del país, una pobreza de más del 40% y la eterna losa de la insostenibilidad del gasto público y la deuda.

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