En verano, se suele emplear más calzado abierto para permitir al pie transpirar mejor y evitar una sudoración excesiva. Sin embargo, este cambio en los zapatos que empleamos habitualmente puede producir algunas consecuencias a causa del cambio de tejido, la humedad en los pies e incluso de suela, por ejemplo, una sensación de quemazón en la planta del pie y las ya conocidas ampollas.
Éstas suelen aparecer con mayor frecuencia en las zonas donde se produce más fricción, fundamentalmente, en la cabeza del primer metatarsiano -es decir, la zona redondeada y ensanchada del hueso que se ubica en la base del dedo gordo del pie- y el primer dedo.
Cambios de calzado
Los podólogos están acostumbrados a enfrentarse a ampollas de distinto grado de gravedad en sus consultas. A la pregunta de por qué aparecen con especial frecuencia en la época estival, los expertos ofrecen algunas respuestas:
- La humedad de la piel: Es muy difícil controlar la sudoración del pie, y en ocasiones el uso de polvos secantes -que ayudan también a prevenir y combatir las infecciones fúngicas- no es suficiente. Esta capa de transpiración sensibiliza la piel ante el roce o agresiones como las que producen en ocasiones las tiras de sandalias. De este modo, hay más probabilidades de que aparezcan ampollas y que lo hagan con mayor rapidez que con el pie seco.
- Ausencia de calcetines: Aunque hay quien los evita porque el roce les resulta molesto -probablemente porque la prenda que emplean no está elaborada con fibras naturales o tiene costuras-, los calcetines suponen una barrera que ‘acolcha’ el pie, absorbe la humedad de la piel y la protege contra la fricción que ocurre al andar. En verano, su uso es menos frecuente y suele limitarse al calzado deportivo.
- Cambio de calzado: Los pies sufren un periodo de adaptación cuando pasan del calzado cerrado al abierto. Podólogos de Andalucía recomienda que estos cambios se realicen de forma paulatina, siempre eligiendo la talla adecuada y prestando atención a cuestiones como el tejido y la hidratación de los pies.
- Exposición solar: Tan mala es la humedad como la deshidratación. En esta época del año en la que los pies se encuentran más expuestos, son más proclives a sufrir sequedades que, además de un peor aspecto, puede llegar a desencadenar la aparición de callos y durezas. En definitiva, la sequedad también sensibiliza la piel y puede hacerla vulnerable a la fricción y la aparición de ampollas.
Autocuidado, no ‘autotratamiento’
En conclusión, la aparición de rozaduras y ampollas está directamente relacionada con un cuidado inadecuado de los pies. Para mantenerlos bien hidratados en verano es esencial emplear cremas de urea y aplicar protección solar cuando se lleve calzado abierto, como las sandalias.
En caso de aparición de ampollas, Podólogos de Andalucía recomienda esperar a que se reabsorban y aplicar crema hidratante cuando sea posible, así como apósitos fríos para la piel irritada. Si la ampolla se explota, hay que esperar a que la piel se seque y evitar tirar de los bordes, dado que esto puede producir lesiones incluso más incómodas que la propia ampolla.
En este sentido, los expertos insisten en que no se debe explotar ni extraer el contenido de la ampolla, dado que el mejor material para cubrirla es la propia piel. Además, desaconsejan el uso de apósitos transparentes como tiritas o adhesivos, dado que éstos se pegan a la piel y se fusionan con ella.
Los podólogos también recomiendan evitar el limado semanal de la planta para tratar de eliminar las durezas y la aplicación de callicidas y exfoliantes que puedan dañar la capa superficial de la piel.
Recuerda que si sientes incomodidad, comienzan a salirte muchas ampollas o sufres cualquier lesión en los pies, debes ir al podólogo, que es el profesional capacitado para decidir qué tratamientos o productos son los más adecuados para mantener la salud de los pies.