La primavera es sin duda la mejor época del año para observar las aves esteparias siendo la parada nupcial de la avutarda común (Otis tarda) o el sisón común (Tetrax tetrax) uno de los fenómenos naturales más espectaculares que se pueden ver estas semanas. Las estepas se llenan de vida estas semanas no sólo con los cortejos de las avutardas y sisones, sino también con la actividad de los alcaravanes, gangas ibéricas, gangas ortegas, calandrias, alondras, terreras, totovías y trigueros que con las notas de sus reclamos forman una animada sinfonía.
Las estepas cerealistas del este de Madrid son un buenos lugares para visitar en los meses de primavera. Estos parajes albergan el 5% de la población actual de avutarda común. Ese paisaje de llanuras infinitas que parecía apagado durante los meses de invierno se transforma en una explosión de vida con la llegada de la primavera.
Mi objetivo principal era observar a las avutardas en sus paradas nupciales. Había que madrugar ya que la mejor hora es la primera hora de la mañana cuando las aves están más activas. Además en las primeras horas no hay reverberación lo que es muy importante si tenemos en cuenta que en la mayoría de los casos las distancias de observación van a ser largas. Tocaba madrugar así que ya estaba andando antes del amanecer mientras escuchaba el reclamo del alcaraván. Pronto empecé a observar las primeras hembras de avutarda.
Los machos se dejaban ver en los leks en esa demostración de cortejo que se denomina “rueda” en la que se convierten en bolas blancas que se pueden observar a grandes distancias.
Llevaba ya tiempo observando los movimientos de un grupo grande de avutardas y sisones cuando de repente empezaron a estar inquietas, algunos individuos se movían nerviosos y algunas hembras se tumbaron en el suelo. Me decía que yo no podía haber provocado ese nerviosismo ya que llevaba mucho tiempo observando desde la distancia sin que el grupo se hubiera movido. Miré alrededor por si hubiera alguna persona que se estaba acercando, pero no vi nada. Cuando levanté la vista al cielo me di cuenta de qué estaba pasando… había un inmaduro de águila real haciendo picados sobre las avutardas. Con digiscoping es difícil hacer fotos en vuelo, pero conseguí hacer la siguiente foto.
En uno de los picados todas las avutardas levantaron el vuelo y se marcharon. Incluso se levantaron una pareja de alcaravanes que me habían pasado desapercibidos hasta ahora. Yo me quedé sin avutardas a la vista mientras pensaba en lo tremendo que hubiera sido haber presenciado la caza de una avutarda por un águila real. También recordaba cómo en Canarias las avutardas hubaras se aplastaban contra el suelo al paso de los cuervos canarios, era un comportamiento similar al que acababa de presenciar en algunas hembras ante la presencia del águila real. Con esos pensamientos empecé a andar hasta que llegué hasta otro grupo de avutardas.
La avutarda es el ave voladora más pesada, impresiona verla en vuelo con esos aleteos pesados. La avutarda con un peso que puede llegar a alcanzar los 16 kg en los machos está en el límite aerodinámico para volar. En una de las siguientes fotos se puede ver la gran envergadura alar que hace posible sustentar el peso del ave.
En la distancia escuchaba el reclamo de las gangas ortegas (Pterocles orientalis). Me fui aproximando al lugar del que procedía el reclamo hasta que en la distancia conseguí localizarlas en el suelo. No es fácil dar con las ortegas en esta zona ya que normalmente las observaciones se producen en vuelo.
El Sol de la mañana empezaba a calentar, ya tocaba retirarse. Cuando me iba de la zona llegaba un grupo nutrido de pajareros armados con telescopios y prismáticos con los que estuve charlando que me comentaron iban a hacer un curso de aves esteparias.
Antes de volver a Guadalix de la Sierra paré en el embalse para observar de nuevo al macho de porrón bastardo, las cercetas carretonas, y tantas otras aves que animaban el embalse.
Saludos y feliz pajareo
Miguel Ángel Serrano Rubio
Birding Iberia 