El artista mexicano Gabriel Orozco. Técnica y naturaleza

Pedro da Cruz

 

Gabriel Orozco (Jalapa, Veracruz, 1962) es un referente obligado del arte latinoamericano e internacional de las últimas décadas. Más que una búsqueda de soluciones en el terreno plástico, su obra es resultado de un gran interés por la ciencia, las matemáticas, los procesos de crecimiento de lo orgánico, así como los límites entre naturaleza y tecnología. Le interesa lo efímero, e incluso durante distintos periodos ha sido un artista sin taller, realizando sus obras in situ.

    Entre 1981 y 1984 estudió enla EscuelaNacionalde Artes Plásticas dela UniversidadNacionalAutónoma de México (UNAM) de Ciudad de México, y en 1986-1987 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. En 1995-1996 vivió en Alemania, donde fue artista en residencia en el DAAD de Berlín. Su vida ha sido errante, ha viajado por todo el mundo trabajando y buscando inspiración para desarrollar el lenguaje de sus propuestas.

Papalotes negros, 1997

    Orozco es un artista muy reflexivo con gran interés por lo conceptual. Su arte surge como respuesta a inquietudes personales sobre el comportamiento del mundo físico y del uso no convencional que hace de distintos materiales y técnicas. Su principal interés no radica en terminar una obra definitivamente, sino que, según sus propias palabras, lo motiva hallarse constantemente al principio de un proceso, ser un principiante de algo.

    También afirma que “el arte importante regenera la percepción de la realidad, la enriquece y la transforma”. Una posición que lo lleva a una interrelación muy personal, con visos poéticos, con lo cotidiano. Objetos que en general no son relacionados con la creación artística, como boletos, pelotas de fútbol desinfladas, cajas de zapatos, papeles arrugados, etc., son la base de un arte relacionado a lo que conforma el entorno del acontecer humano.  

    En el panorama de la escena artística mexicana, Orozco es considerado un precursor comprometido, que contribuyó a cuestionar los mecanismos de distribución cultural, y a cambiar los parámetros para pensar, producir y vender arte en México. Aunque, para el propio artista, no es esencial considerarse un creador mexicano, ya que, sin renegar de su origen, da primacía a una visión y una experiencia universales.

    La importancia dada en México a la obra de Orozco quedó demostrada en noviembre de 2006, cuando se organizó una gran exposición que ocupó todos las salas del Museo del Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México. Para la ocasión fue editado un magnífico catálogo titulado Gabriel Orozco (que recién circula en Uruguay), en el que se revisa exhaustivamente la obra realizada por el artista durante más de dos décadas. Está generosamente ilustrada y recoge varios textos analíticos, así como una extensa entrevista realizada por Briony Fer (profesora adjunta de historia del arte en el University College de Londres) que permite al lector profundizar en las premisas conceptuales del artista.

PELOTAS Y BARRO. Las pelotas y las esferas están íntimamente relacionadas a la historia personal de Orozco, especialmente a su infancia, cuando inició su gran pasión por el fútbol y el movimiento de los planetas. El artista recuerda: “Desde niño me fascinaba la idea de los planetas. Estaba loco por Saturno, por la unidad de la esfera del planeta y los anillos a su alrededor. Me fascinaba la idea del movimiento permanente de los anillos simultáneo a la unidad del cuerpo esférico”.

    Luego de sus estudios iniciales en México, la estadía en Madrid a mediados de la década de 1980 tuvo como consecuencia que comenzara a alejarse de la pintura. Se interesó por diferentes formas de expresión y nuevos materiales. De su trabajo con el barro surgió Mis manos son mi corazón (1991), una obra documentada fotográficamente en dos fases: las manos del artista apretando un pedazo de barro, y las manos abiertas conteniendo una forma con las huellas de los dedos que semeja un corazón. Un sentido ritual que volvería a aparecer una década más tarde, cuando realizó Cazuelas (2002), una serie de piezas a las que lanzaba trozos de barro mientras un ceramista las iba torneando, lo que provocaba deformaciones inesperadas.

    En Piedra que cede(1992) Orozco utilizó plasticina, un material que no endurece, y que va cambiando de forma por su propio peso. El contacto con otros objetos (por ejemplo al ser presionada sobre una rejilla) produce huellas en la superficie de la forma, a la que también se adhieren partículas de polvo y basura, se ensucia, lo que cambia su carácter. Al artista le interesa mostrar la presencia de las huellas del tiempo en el entorno utilizando objetos que se transforman, se destruyen o se pudren.

Vitral, 1998

FOTOGRAFIAS Y OBJETOS. Después de su retorno a México, Orozco comenzó a viajar con frecuencia, lo que llevó a que la fotografía se transformara en su principal medio de expresión. Los motivos de sus fotografías son muy variados, pero siempre muestran una elección muy personal, ya sean papeles arrugados, un charco sobre el que el artista pasó varias veces con una bicicleta, origen de Extensión del reflejo (1992), o la marca del aliento sobre una superficie pulida, como en Aliento sobre piano (1993).

    En la serie de cuarenta fotografías Hasta encontrar otra Schwalbe amarilla (1995), el motivo principal es una motoneta amarilla marca Schwalbe en la que anduvo tres meses buscando por la ciudad motonetas similares, encuentros que registró luego de estacionar su motoneta junto a las que iba encontrando.

    El interés de Orozco por la técnica, y la relación de ésta con la naturaleza, fue plasmado en los trabajos que realizó con automóviles, por ejemplo cuando desarmó la carrocería de un Volkswagen y, mediante un sistema muy complejo, suspendió todos los componentes en el aire. La obra Citroën DS (1993) consiste en un auto cortado al medio longitudinalmente, que fue reducido a la mitad de su ancho, con lugar para sólo una persona. Orozco usó el coche como si fuera un pez o un cuerpo natural, e incluso lo asoció a la idea de una semilla. La transformación fue parte de una reflexión sobre la tridimensionalidad, la velocidad, el movimiento y la gravedad.

    La fascinación por las cometas de papel (llamadas papalotes en México) y el uso de materiales naturales fue el punto de partida de Papalotes negros (1997), una de las obras más reproducidas de Orozco, que consiste en un cráneo humano sobre cuya superficie el artista dibujó con grafito un cuadriculado de formas negras que en distintas partes de la obra cambian de forma. El lento proceso de trabajo de seis meses surgió de un riguroso proceso intelectual, materializado por un dibujo de carácter tanto técnico como ceremonial. A pesar de la postura internacionalista, esta es una de sus obras en que mejor se expresa la subyacente “mexicanidad” del artista.

    Un referente importante en el mundo creativo de Orozco es la mesa, que el artista ha transformado en una especie de espacio ritual, en el que acomoda con cuidado diferentes objetos, que él denomina reliquias. El material proviene de objetos de todo tipo que guarda en su casa en cajas de zapatos, que en intervalos regulares, de aproximadamente cinco años, son utilizados en instalaciones que semejan ofrendas. Mesas de trabajo, 1993-1996 (1996) fue mostrada en el Kunsthalle de Zurich, Mesas de trabajo, 1993-2000 (2000) en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles y Mesas de trabajo, 1991-2006 (2006) en Ciudad de México.

    Durante una de sus estadías en Nueva York Orozco, que entonces no disponía de taller, decidió crear un taller móvil. Así surgió el Proyecto Penske (1998), para el que alquiló un camión de la compañía Penske con el que recorrió Nueva York, deteniéndose junto a contenedores de basura para recolectar y realizar objetos en el lugar. Trabajó durante un mes, e iba almacenando las “esculturas” que hacía en el camión, que usó de bodega, para finalmente mostrar las obras enla Marian Goodman Gallery.

SISTEMAS NATURALES. Orozco explica que la noción escultórica de su obra está relacionada con los sistemas naturales, ya que no es lineal, sino que empieza desde un centro a partir del que luego crece en distintas direcciones. El centro original es visto como la espina dorsal de la obra, un punto de gravedad que conecta la obra con la tierra.

    El artista se mueve entre los límites de lo natural y lo artificial, la técnica y los significados culturales, lo geométrico y lo orgánico, lo conceptual y lo cotidiano. Asocia elementos de distinto carácter para potenciarlos y cargarlos de fuerza.

    En Árbol lunar (1996) insertó pequeños discos de metal en cada una de las hojas de un árbol, elementos artificiales agregados a un cuerpo natural de crecimiento orgánico. Los Mixtotes(1999) fueron realizados para la exposición “Economía de mercado”, que fue mostrada en un mercado de frutas de Ciudad de México. Las piezas, compuestas con hojas de maguey y bolsas de plástico que contenían pelotas de goma, fueron colgadas de árboles como si fueran frutas. Al usar materiales efímeros el artista era consciente de que las obras no iban a durar más que un par de días, a lo que se sumó el hecho de que el público se llevó algunas de las piezas, mientras que Orozco se quedó con otras.

Estanque con espiral, 2005

    La importancia de la gravedad en la configuración de algunos de los objetos creados por Orozco se evidencia en las Espumas (2002), piezas colgantes de polietileno líquido expandido que semejan huesos, fósiles y otros elementos orgánicos desgastados por los elementos. El material es tóxico y no se puede tocar, por lo que el artista preparó recipientes con hojas de látex, semejantes a hamacas, en los que vertía el líquido. Al realizarlos iba controlando el fluido, manipulando el ritmo de vertido, con lo que logró una suerte de topografía del tiempo, como la lava, en la que el tiempo deja huellas. 

VIGENCIA DEL PLANO. A mediados de la década de 1990 Orozco comenzó el retorno a la práctica de la pintura, aunque no a una pintura de tipo tradicional, ya que sus obras en el plano son y no son pinturas al mismo tiempo. Debido a sus características tienen cierta relación con la idea del diagrama, un sistema lineal creado para explicar como funcionan distintos fenómenos.

    En 1996 realizó la serie Atomistas (1996), cristalización de su interés por los círculos y los deportes de pelota. Las obras consisten en imágenes de deportistas recortadas de diarios y revistas sobre las que Orozco imprimió dibujos geométricos generados en computadora, que finalmente coloreó a mano. Los elementos geométricos son perturbadores, ya que se interponen entre la imagen y el espectador, y se relacionan con ambos.

    Hace poco creó la serie de pinturas tituladas Árbol del samurai (2004-2005), basadas en la racionalidad geométrica, con una perfecta intersección entre círculos y líneas horizontales y verticales, y una paleta de colores restringida al blanco, azul, rojo y dorado. La compleja composición de estos cuadros, basada en la idea de la rotación de un cuerpo en un solo plano, implica una construcción ordenada y estable, una nueva forma de expresión del trasfondo conceptual que es constante en la obra de Orozco.

 

GABRIEL OROZCO. Turner. México D.F., 358 págs. Distribuye Océano.

 

El País Cultural. No. 1133, 26 de agosto de 2011, Montevideo, Uruguay.

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