1

BENITO ROJO LORCA
PINTOR

2

BENJAMÍN LIRA VALDÉS
PINTOR

3

SERGIO CASTILLO MANDIOLA
ESCULTOR

4

MATIAS VIAL VIAL
ESCULTOR

5

GASPAR GALAZ
ESCULTOR

6

GONZALO CIENFUEGOS
PINTOR

7

ERNESTO BARREDA
PINTOR

8

RAMÓN VERGARA GREZ
PINTOR

9

MARIO TORAL
PINTOR

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Exposición «Nueve de la Academia»

Entre el 27 de noviembre de 2003 y el 4 de enero de 2004 en el Museo Nacional de Bellas Artes, se realizó la exposición “Nueve de la Academia”, que reunió a Benito Rojo, Benjamín Lira, Sergio Castillo, Matías Vial, Gaspar Galaz, Gonzalo Cienfuegos, Ernesto Barreda, Ramón Vergara Grez y Mario Toral, todos reconocidos artistas y miembros de la Academia Chilena de Bellas Artes.

MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES

La exposición NUEVE DE LA ACADEMIA que exponen en el Museo Nacional de Bellas Artes, se reúnen bajo el alero del Instituto de Chile, creado por  la Ley 15.718 en el año 1964, durante el gobierno del Presidente Jorge Alessandri, dando vida a la Academia Chilena de Bellas Artes.  El Instituto está integrado por las siguientes academias: de la Lengua, de la Historia, de Ciencias, de Ciencias Sociales y la de Medicina.

Los Académicos de Número, que constituyeron por primera vez la Academia Chilena de Bellas Artes fueron los siguientes artistas: Jorge Délano, Alfonso Leng, Camilo Mori y Domingo Santa Cruz.

El objetivo principal de la Academia Chilena de Bellas Artes es promover el progreso y difusión de las artes en todas sus manifestaciones: artes musicales,  artes visuales y artes de la representación y audiovisuales.

En la actualidad el área de artes visuales de la Academia está compuesta por nueve Miembros de Número vivos que, en esta ocasión, dan origen a la exposición titulada “Nueve de la Academia”.  Ellos son seis pintores: Ernesto Barreda, Gonzalo Cienfuegos, Benjamín Lira, Benito Rojo, Mario Toral y Ramón Vergara Grez, y tres escultores: Sergio Castillo, Gaspar Galaz y Matías Vial.

El Museo Nacional de Bellas Artes reservó todas las salas del primer piso (ala Norte y Sur) para exponer las obras de estos artistas. Esta convocatoria que los reúne tiene el denominador común el pertenecer,  como Miembros de Número de la Academia Chilena de Bellas Artes.

La exposición permite conocer orientaciones estéticas muy diversas, lo que revela la personal modalidad creativa de cada uno como, igualmente, el proceso y las opciones formales de los artistas presentes en esta oportunidad.

MILAN IVELIC / DIRECTOR / MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES

 AMIGOS DEL ARTE

Durante sus veintisiete años de existencia, Amigos del Arte ha llevado a cabo innumerables actividades en el área de las artes visuales, la música, el teatro, la danza y la literatura, junto con la colaboración de la empresa privada que, de esta forma, ha contribuido al desarrollo cultural y artístico de Chile.

Entre las iniciativas impulsadas, se encuentra la edición de libros de arte, como un medio eficaz para crear una memoria  de Artes Visuales Contemporáneas de nuestro país.  La recopilación de obras y el análisis profundo a cargo de destacados críticos, han permitido que un conjunto de monografías, realizadas también en años anteriores, constituyan un catastro visual de diversos artistas, disponible para el estudio de historiadores del arte, coleccionistas, estudiantes y organismos culturales, entre otros.

En esta oportunidad, Amigos del Arte tiene el privilegio de presentar este libro que da testimonio de la obra de los actuales integrantes de la Academia de Bellas Artes del Instituto de Chile, artistas de una amplia y reconocida trayectoria nacional e internacional.

Gracias al concurso de las empresas mineras privadas agrupadas en la Sociedad Nacional de Minería, como asimismo,  a la Ley de Donaciones Culturales, Amigos del Arte puede continuar con esta trascendente tarea.

MANUEL FELIÚ JUSTINIANO / PRESIDENTE

INSTITUTO DE CHILE

La Academia Chilena de Bellas Artes del Instituto de Chile se complace muy profundamente en poder presentar una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes, que incluye obras de todos los artistas plásticos que forman parte de nuestra Corporación,  en calidad de Académicos de Número.

Es necesario resaltar que por primera vez, desde que se creó el Instituto de Chile, que se lleva a cabo una iniciativa de esta importancia, por cuanto permite comparar los estilos de los plásticos chilenos más destacados y los valores artísticos que aportan al enriquecimiento del acervo cultural de nuestro país.

Estamos ciertos que este paso histórico marcará un hito clave en nuestro medio, el cual ha de fijar rumbos y señales  a las nuevas generaciones que recién se incorporan a la difícil tarea de expresarse, a través de un lenguaje, que llega tan a lo hondo del sentimiento espiritual de una nación, como que señala el sentir de un pueblo con significativa fuerza.

No podemos dejar de agradecer las facilidades que han sido ofrecidas por el Museo de Bellas Artes en la persona de su Director, señor Milan Ivelic.

CARLOS RIESCO GREZ / PRESIDENTE / ACADEMIA CHILENA DE BELLAS ARTES

Recordemos y recorramos esta exposición.

Los artistas y sus obras


Ernesto Barreda

«LO QUE QUIERO PINTAR»

Comenzar a hacerme  un verdadero “scanner”  de mis sentimientos estéticos y psicológicos que conforman  a esencia de mi trabajo, caí en cuenta que esto era mucho más difícil de lo que originalmente imaginé pues en el fondo del asunto está el tratar de conocer a mi propio  Ser, el cual no se puede definir con palabras porque simplemente “Es”.

De más está decir que mi Ser participa en las formas y colores que dan su carácter particular a los ambientes y atmósferas que pinto, los cuales son generalmente indefinidos y ambiguos en su significado.  En estos ambientes me propongo que todo parezca posible pero irreal al mismo tiempo como, por ejemplo, esa luz y sombras inventadas que han llegado a ser una característica de mi pintura, como esos ambientes íntimos pero cargados de tensión, como esos senderos que parecen fugarse pero siempre vuelven al mismo punto.

Estos ambientes son esencialmente latinoamericanos, lo cual se percibe sin necesidad de recursos vernáculos, rostros con fuerte carga etnológica, manos empuñadas a fáciles signos de definición social y económica.

¿Por qué mi impulso artístico busca expresarse de esta manera?  Esa respuesta la encontraría, tal vez, en el diván del psiquiatra, pero a falta de éste trataré de encontrar razones y palabras que me permitan explicarlo en estas líneas.

Los verdaderos “grandes maestros” de la pintura alcanzan tal perfección en su arte que éste llega al observador con un contenido adicional, subliminal, que sobrepasa el umbral de la conciencia conmoviéndonos profundamente sin que podamos explicarnos el por qué.  Las obras de estos maestros tienen un “algo más” que lo que tiene una obra, aunque ésta esté ejecutada con un magnífico oficio.

Yo no soy un “gran maestro” pero a falta de esa condición quiero que mi pintura tenga ese “algo más” que compense mis carencias.

Para lograr esto me esfuerzo en que mis “personajes” pintados, sean estos arquitecturas, muebles, objetos o seres humanos, estén emplazados en la tela de tal manera que conformen atmósfera de gran carga psicológica respecto a las relaciones humanas entre sí y su entorno.  Que esta tensión, ambigüedad y misterio que se percibe como oculto tras la apariencia visual, sea ese “algo más” que enriquezca mi trabajo y que lo haga más interesante. Quiero que el observador se pregunte ¿Qué está pasando en realidad aquí?  ¿Qué significa esto que veo?;  en resumen, que mirar la obra sea algo más que la contemplación  de un motivo bien pintado en el que los elementos de la composición son perfectamente identificables pero enigmáticos en su interacción.  Esto debe ser hecho con moderación y prudencia para no caer en lo grotesco o artificioso y que los múltiples mensajes que nos llegan de estas obras nos hablen de fuerzas ocultas tras la diaria apariencia  de realidad pero que no sepamos en qué consisten esas fuerzas.  Que mis obras planteen preguntas pero no den respuestas y que cada espectador llegue a su propia conclusión por medio de la gimnasia mental de nuestra fértil imaginación.

Sergio Castillo

«EL HIERRO VISTO POR UN ESCULTOR»

Los principios históricos de la utilización del hierro son oscuros;  siempre asociados a la magia o envueltos en brujerías.  Aunque el hierro era símbolo de poder militar y prestaba gran utilidad, igual era considerado un metal maldito y demoníaco, con connotaciones de maldad, dolor, prisión y muerte.  Al mismo tiempo, los herreros fueron sacralizados  y maldecidos por el solo hecho de trabajar este metal.

Creo que el origen de esta superstición  en torno al hierro y a los herreros es más antiguo de lo que la historia es capaz de contar.  Incluso, hasta muy avanzada la Edad Media, los herreros no podían vivir en los núcleos de población ni ser enterrados en lugares santos.  La técnica de la forja se hallaba envuelta en fórmulas mágicas y en leyendas aterradoras;  parecía imposible revertir esa percepción.  A veces, el origen de estas leyendas negras provenía de los mismos herreros empeñados en conservar sus secretos transmitiéndolos  sólo a sus hijos de generación en generación, esto hacía que su trabajo estuviera rodeado de un halo de misterio.

El hierro comenzó  a reemplazar a los materiales tradicionales, por ejemplo en 1777 en Inglaterra se construyó el “Iron Bridge”, que fue el primer puente hecho en hierro fundido;  en Francia Gustave Eiffel en 1887 construye la torre que lleva su nombre, en Barcelona Gaudi en 1892 comienza su famosa catedral con rejas, barandas y decoraciones en hierro forjados llena de elementos abstractos y figurativos.

Estos avances en la arquitectura y la creación de nuevas herramientas que permitieron trabajar mejor el hierro (cortadoras, máquinas para soldar, pulidoras, etc.),  hicieron que la escultura en hierro directo se convirtiera en el movimiento característico del siglo XX, revolucionando la escultura que no había tenido cambios desde hace 5.000 años.  Solo se trabajaba el mármol, la madera, la arcilla y del barro modelado se hacían fundiciones de bronce.  Lo más significativo e interesante en este siglo ha sido expresado con el lenguaje del hierro y de otros metales trabajados con herramientas directamente.

En Chile fui el pionero de la escultura directa en metal, necesité inventarme desde las herramientas, la técnica, descubrir chatarrerías, ferreterías, etc.   Quizás muchas de esas cosas ya estaban hechas anteriormente en otros lugares, pero mi camino fue más largo, experimentando todos los días.  Poco a poco, desde que comencé a trabajar el hierro en los años cincuenta, él se fue convirtiendo en mi maestro y compañero, enseñándome sus leyes y posibilidades, acercándose más a mi manera de sentir la escultura, donde el espacio es tan importante como la parte sólida, un cambio radical de la actitud que había tenido con la piedra o la madera, donde la escultura era sólo masa y formas sólidas.  Se me abrieron nuevos caminos y me faltaba tiempo para realizar todo lo que me venía a la cabeza.   Experimentaba con diferentes metales, algunos los encontraba tirados en el campo; pedazos de máquinas, arados, palas y picotas.  Después de muchos años trabajando con el hierro, comienzo a entender  esa complicidad mágica que se formaba entre los herreros antiguos y el material, ya que siempre he sentido una fuerza que me guía a hacer,  finalmente, lo que el hierro quiere que haga.  Creo que es eso lo que hace diferentes a las esculturas hechas en metal directo por las manos de su creador.

Gonzalo Cienfuegos

«PINTURA DE LA PINTURA»

La oportunidad de reunir a los miembros de la Academia de Bellas Artes, del Instituto de Chile en un espacio museal, nos permite extender hacia la comunidad, nuestra existencia y capacidad creadora.  Un intento de transmitir  desde las artes visuales, nuestra concepción del mundo que  nos ha tocado vivir.  Serán las visiones de cada uno de nosotros los que mostrarán diferentes aproximaciones al fenómeno del arte, sin intentar imponer un sesgo o tendencia alguna.  Sin duda hoy son innumerables las aproximaciones y sendas vigentes.  El término académico, muchas veces tan peyorativamente utilizado, no  es en absoluto el sentido de nuestra Academia.  Solo la resonancia de un espacio de reflexión  y encuentro entre miembros con un mismo afán.

Con la proliferación  de textos por parte de teóricos del arte, que dan una mirada más objetiva a la obra, nos hemos propuesto tratar de dar una mirada más personal, en un intento de verbalizar nuestras inquietudes y preocupaciones.  No puedo pretender explicar mi obra, sino que tal  vez dar ciertos antecedentes que expliquen su génesis, ya que la perspectiva necesaria para poder hacer un análisis desde la mirada del propio autor es muy inmediata al trauma del parto creativo.

Mi trabajo nace de un contacto prematuro con la historia de la pintura, a través  de la experiencia de las reproducciones de obras maestras.   Es la experiencia  tercermundista del contacto indirecto con el museo.  Es mi primer encuentro con la cultura del “cromo”.  Es el impacto que ellas me producen las que me instalan dentro de la filiación de la cita, como origen de la tradición de la “pintura de la pintura”.  Fue un contacto emocional y retiniano con el color, la expresión, composición, configuración y su misteriosa distancia original, la obsesión que me ha mantenido cautivo desde niño.

La figuración, con la libertad del automatismo se ha apoderado de mi proceso creativo, donde la estrategia del escenario virtual me sirve de soporte  sobre el cual sostener una estructura visual.

El recurso a la historia se hace presente, ya sea en la cita directa y explícita, o como muchas veces,  de manera menos evidente, en guiños a determinados artistas,  ciertas reminiscencias de vestuario, o referencias a objetos, muebles o artilugios inventados.

La memoria como dispositivo acumulativo de imágenes, gestos, climas y espacios, me permiten la remembranza de situaciones vividas o soñadas, plasmando una nueva realidad.

Gaspar Galaz

«7 CITAS BREVES»

“Reconstruir un ‘objeto’ de modo que en esta reconstrucción se manifiesten las reglas de funcionamiento de este objeto, es decir, del objeto/escultura”.

“Mi trabajo creativo es la parte clandestina de mi vida”.

“Expresar la conjunción entre el análisis del lenguaje escultórico y las ideas sobre el mundo”.

“¿Hay en mi escultura una representación del mundo? Creo que no. ¿Hay una suerte de planteamiento metafórico? Tal vez.”

“¿Será necesario que la percepción deba ser inteligible?”

“Proponer una escultura lo más cercano posible a una máquina… para caer en cuenta, muy pronto, que se trata de una escultura, sobre todo cuando comienza a percibir formas orgánicas”.

“La madera efectivamente tiene una fisicidad que hace imposible impregnarle el espíritu maquinal”.

Benjamín Lira

«ALQUIMIA CREATIVA»

El arte es aventura, exploración y, a veces, descubrimiento.

La expedición por la invención plástica es un luminoso y sistemático viaje originario del dibujo, la pintura o la escultura.

Comienzo con la selección  de materiales afines, que me permitirán dar forma a mi visión interna.  Fundirlos  con la imaginación es lo que dará vida a la obra.

Me motiva trabajar  sobre un dúctil papel de algodón grueso, una tela de lino preparada con arena o unos flexibles  kilos de arcilla para escultura.

El trabajo y el tiempo me dan la posibilidad de mediar entre el ritmo y la aprehensión  del espacio.  Después  de descubrir el horizonte que usaré para trabajar, lentamente se van gestando posibilidades, marcando límites, gestualizando símbolos, traduciendo manchas o impulsos de formas instintivas, mientras aplico materia y exploro la sugerente topografía  del campo de trabajo.

Y comienzan las preguntas, y las dudas…Borro lo descubierto, elimino el punto de partida, cambio las formas sugeridas, se producen  encuentros fortuitos, raspo texturas que ya no sirven, si estoy trabajando sobre papel recorto lo que me sobra y si me hace falta lo agrego, o añado tela, y agrando el radio…Y todo de nuevo: las observaciones anteriores cambiaron, el enfoque es otro, los espacios se modificaron, y los laberintos de formas se ajustan con los colores buscando el equilibrio.  Las formas no están en, ni sobre ni dentro del espacio, sino que ellas mismas crean su propio espacio.  Los actores del cuadro no son ni la figura humana ni las abstracciones, es la conversación silenciosa de las formas, las líneas, los volúmenes, encajando unos en otros, transformándose de a poco en un diálogo entre la obra y yo.

Una vez que el proceso del tiempo ha decantado la visión, meditando  lo ya hecho, mirando inesperadamente desde el fondo del ojo, veo que la obra se mueve, se enciende,  y el asombro, como el rayo en medio de la tormenta, despierta una nueva posibilidad  para que la figura habite el espacio recién conquistado.  El dibujo, el modelado, los colores, la textura, los volúmenes, todo se resuelve en una energía reconcentrada que, subterráneamente, va haciendo nacer la obra.

La metamorfosis de la pasta cerámica también es una aventura.  Las manos, rítmicamente autónomas, van armando el volumen espontáneamente.  Levanto paredes que se transforman con rapidez en volúmenes germinales y que recuerdan cabezas humanas, formas similares a las que habitan mis pinturas.  Luego de semanas, cuando la estructura ya está balanceada y más seca, voy apaleando desde el interior.  Los rasgos van despertando lentamente desde adentro de la masa, y aparecen grietas, se manifiestan las cicatrices del proceso, y yo voy adaptando los accidentes de la construcción, enriqueciendo la forma.

Brotan las facciones.  Siempre empujando, moviendo la pasta en dirección hacia la abstracción, reduciendo, simplificando el género y los datos anecdóticos  a un mínimo de signos, hasta lograr un anonimato completo, creando así un ícono de una testa universal.

Llega el momento en que el volumen asentado sólo espera el soplo vital, y eso lo da la quema del horno de alta temperatura.  La llama que abrasa la cabeza por algunos días. El fuego termina la obra, petrifica la materia y muestra la huella del proceso alquímico del material, del barro a la cristalización.

La piel de estas esculturas, tatuadas por la energía del fuego, inmediatamente  nos conecta con tradiciones de la cerámica: la costra energética que envuelve a estas cabezas me comunica la fuerza y el misterio del tiempo.  También me interesa que la epidermis de las pinturas respire, que la cualidad matérica transmita la energía vibrante del pigmento de color saturado, trabajado por capas superpuestas, y que arma la trama de la obra desde el núcleo.

Benito Rojo

«EL ARTE QUE FLUYE»

Me interesa un arte que fluya de la mano, de la motricidad pensante y azarosa de nuestros gestos,  de la lectura del entorno impregnada por lo somático, de tal modo que nuestra precariedad aprisionada en los confines del cuerpo, llegue a convertirse en motivo y objeto de expresión. Este es el tema  recurrente en mis trabajos de pintura;  el cuerpo fragmentado, editado a modo de continente emocional, suspendido entre el azar y la certeza, como obedeciendo a la geometría invisible que lo determina.

Mirar a través del cuerpo hace tangible nuestra fragilidad esencial ante la finitud temporal que altera nuestra mirada.

Estos cuerpos ventana, a manera de retazo fotográfico, cohabitan en mis telas con la materialidad áspera y mineral de nuestro entorno, entendiendo que pertenecemos a una tierra rica en texturas y matices.  Pertenecemos a un territorio matérico y arrastramos materia en nuestras pupilas;  sólo necesitamos cuerpos que lo contengan, que den cuenta de su impermanencia, que le den un sentido a la pérdida y que  permitan asomarnos al futuro.

Mario Toral

«ALEGORIA DEL CONOCIMIENTO Y DE LAS ARTES»

Desde lo alto vemos un gran río.

Un hombre se aproxima a la orilla izquierda, se detiene en el borde con el agua y comienza a caminar a lo largo de la ribera.

Otro hombre se aproxima a la orilla derecha, se detiene y comienza a caminar siguiendo el borde de la playa.

Ambos notan en su paseo que la ribera está llena de piedras que el río trae, deposita y arrastra.

Uno de ellos levanta una de estas piedras, se sorprende de su peso, observa la proporción de cuarzo y de granito contenidos en ella, luego levanta otra que confronta con la primera y una tercera que vuelve a comparar y así sucesivamente hasta que su figura se pierde en el horizonte.

El otro hombre, en la otra orilla también levanta una de estas piedras, aprecia su lisura, viaja por sus increíbles vetas, se siente tan conmovido por la disposición de sus colores, que apretándola fuertemente en sus manos como para no perderla, corre a mostrársela a sus vecinos.

Ramón Vergara Grez

«SUPERFICIE, VOLUMEN, ESTRUCTURA, AUTOBIOGRÁFICAS»

Nací y me crié en una de las zonas más desérticas del mundo, Mejillones (Provincia de Antofagasta).  Allá tuve mis primeras percepciones e ideas rudimentarias  de relaciones espaciales: adelante-atrás, arriba-abajo, izquierda-derecha.  Una experiencia que precede a la elaboración de la imagen, a la vivencia del paisaje  y que en el norte de nuestro país tiene como fundamento o pilares: extensión, vacío, silencio.

Viví una distinta relación con el hombre entre los hombres, los animales y el paisaje. Compartí el vacío y el espacio en su dimensión inconmensurable, donde el esfuerzo humano asombra y el hombre se agiganta.   En estas soledades se requiere de mucho coraje y porfía, para arrancar a la naturaleza su abundancia.

Las grandes extensiones geográficas dignifican al hombre,  proporcionan una sensación de libertad dentro del orden, vigilado por la matemática del cosmos.  Las megametrópolis en cambio,  privilegian el centímetro cuadrado del territorio para elevar sus construcciones.   Son indiferentes a las incomodidades  y promiscuidad del hombre, esclavo de la economía.  Son sociedades planificadas asépticas, altamente jerarquizadas para el consumo.

En la pampa nosotros, a falta de hombres y edificaciones, llenábamos el espacio con la imaginación  y el tiempo pausado, lento, ayudaba para sentir, pensar y hacer.

La pirotecnia de la fantasía, sepultaba el vacío.   El vacío inmoviliza al hombre, lo derrota, absorbe y anula.   El espacio en el norte se pierde en la extensión  ilimitada de lo desconocido.  Huye a escala humana.

El espacio imaginado y construido  por un artista, repercute en el observador: la forma, color, ritmo y estructura adquieren sentido, contenido.  El lenguaje comunica e influencia, modifica al espectador.  Aunque en la comunidad sean pocos sus cultores y reducido el consumo del producto artístico, los beneficios de la presencia espiritual, comprometen a todos en la definición  del país, en la construcción de un destino común.

En Mejillones las noches alumbraban. Cuando salía la luna, una disposición  de la empresa del ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, por razones económicas, obligaba a cortar el servicio de alumbrado público.  La población vestía formalmente y se volcaba a la calle para hacer visitas y tener una relación social plena.

El color del cielo azul, volaba oscuro y profundo y renacía hacia el fondo al norte, como una alfombra de abejorros encendidos.  En pocos segundos las diminutas esferas de fuego se desplazan de un lugar a otro, relacionaban espacios, diseñaban estructuras entretenidas, argumentaban con tejidos,  cimientos o tablas escritas.  Nunca habría imaginado que el simple juego de relacionar estrellas  en el firmamento:  la estrella y el fondo, dos y tres estrellas, separándolas  contra el fondo, una red de relaciones “micro y macro estructuras” interrelacionadas, podían conducirme al concepto y el “valor constructivo”.

El arte abstracto constructivo es el mayor esfuerzo de abstracción mental para expresar la esencia de la realidad como “idea”.  No debe confundirse  con otras proposiciones como el Optical art o Cinético, cuyo creador  es Vassarely. Personalmente, me lo definió  Joseph Albers en Nueva York (1964).  “Vassarely ha hecho muy bien el recorrido que va desde el objeto a la punta de la niña del ojo del espectador.  Sin embargo, no ha descubierto el recorrido que comienza desde atrás del ojo del espectador, hacia el fondo de la cabeza.  Así a la obra le falta pensamiento o espíritu”.  En otras palabras, es arte de “Entretenimiento” y Decoración”.  Los griegos que eran muy sabios, lo ampliaban diciendo: “la forma  es bella, pero para que sea más bella, necesita que tenga pensamiento o espíritu”.  Tampoco debe confundirse el arte “constructivo” con el “geometrismo expresionista”, emotivo y sentimental (resabio del naturalismo).

En el libro de Fiamma Vigo “Armonía  y número” sin editar en 1955, me informé que Cézanne, Seurat y Sérusier habían reencontrado el principio constructivo por medio de la fórmula matemática, esto es del “número”. Más tarde lo desarrollaron de un modo más subjetivo, Roger de la Fresnay, Picasso, Braque, Juan Gris, André Lhote y otros.

En Mejillones, caminando por las veredas de cemento, saltábamos las junturas de los pastelones, marcando las líneas que dividían los espacios.  Con el ojo acusábamos la presencia de los centros o puntos de encuentro en los diagonales, en los vidrios de las ventanas y cuando eran diseñados en la arena, las saltábamos  como parte de nuestro juego de niños.

Perplejos observábamos la repetitiva escena de la mosca que revoloteaba en el centro de la  habitación, cuando se lanzaba decidida en una dirección y repentinamente cambiaba de rumbo y ascendía  y descendía, para seguir flotando, si hubiéramos tenido en las manos una varilla  de acero, fierro, cobre, aluminio o plástico derritiéndose, habríamos podido solidificar la estela o surco que la mosca diseñaba en el espacio. Tal vez fue la primera “estructura” o “escultura” concreta, como expresión del arte moderno.

El objeto que llamamos arte según mi concepto, es un pequeño universo con vida autónoma.  Una armonía regida con leyes propias.  La unidad que simboliza  la energía del “Supremo Hacedor” y su creación diversificada.  El espectáculo más ordenado e impresionante que pueda concebirse.  Formas, proporciones, estructuras, ritmos, colores.  Jerarquización  de las criaturas vivientes.  El hombre con su ingeniosa creación: sus conflictos y contradicciones.  Las especies vegetales, inorgánicas, minerales, etc.

La abstracción geométrica o matemática practicada por el ojo desde la realidad exterior, es objetivación  de las formas naturales; en tanto que la abstracción plástica como concepto de la realidad del entorno a través  del cerebro integrado, es creación e invención y “plástica pura”.

En mi taller muchas veces me he sorprendido trazando líneas de diferentes intensidades, direcciones, velocidades, midiendo líneas, superficies, volúmenes, espacios, tiempos.

Desde el centro de la superficie de la tela, desde la base misma del marco, con un impulso que iba hacia arriba, desde el primer piso del edificio donde tengo el taller.  También podía venir desde más abajo o descender desde la punta de la montaña o más alto que ésta!  Y me he preguntado ¿De dónde viene el trazo que yo he recogido desde el comienzo,  de qué astro, galaxia o constelación?  ¿Cuántos años luz habrá consumido, desde qué espacios nos estará enviando mensajes, mentiras o verdades, para la comprensión  de nuestra mente?

¿Existe o no alguna facultad en nuestro cerebro capaz de elaborar un código y descifrar esta información  para orientarnos y liberarnos  de nuestras angustias?

El diseñador de una computadora, comentaba “todo nuestro entorno se manifiesta a través de la estructura, el orden y la complejidad de las formas de vida”.  Lo mismo acontece con el universo, con el diseño, el orden y la complejidad de millones de estrellas.   Los cuerpos celestes están controlados por leyes precisas, movimiento, calor, luz, sonidos, el electromagnetismo y la gravedad.  ¿Puede haber leyes sin que haya un legislador?

Matias Vial

«LA MAGIA DE LA CREACIÓN»

Afirmar que hay magia en el Arte no es un decir, no es una forma de adornar el hecho con una sentencia  poética.  Tal vez, la experiencia de escultor es la que me haya llevado a pensar lo que anteriormente afirmo, ya que no hay nada de ello que no fuera por mi vivenciado.

Es experiencia de taller aquello de que el escultor debe oír la voz de la piedra que claramente le sugiere como tallarla, dirigiéndola con su cincel en el camino de materializar la imagen.  Así creo, el acto creativo está sumido en una atmósfera mágica, ya que de no ser así, pobre sería.

En lo referente a mi hacer, quisiera  exponer brevemente sobre mi visión de escultor, en orden de relatar experiencias en lo que a aspectos relativos a este proceso concierne.

Quisiera partir de lo que dijera Leonardo ¿Qué es Pintura sino Poesía que se ve?  Si consideramos al arte metáfora, el tema o la preocupación por él, carece a mí  ver de toda importancia.  Lo que sí la tiene es el trato que a él se le dé.  Por lo tanto cualquier cosa puede ser pretexto, así el rostro de una mujer, un paisaje, de súbito ejerce en mi un extraño embrujo que me obliga a transcribir estas particulares experiencias originándose de ese modo el proceso de creación.

Esto, exige naturalmente, un orden formal y así a la vivencia madura sigue un proceso de reflexión ¿no es esto dibujar?,  donde al principio la imagen corporizada vaga para devenir clara; es el momento de enfrentar la tridimensionalidad  teniendo en cuenta la naturaleza de la materia definitiva a emplear ya que materia  y técnica marchan de la mano sin olvidar la importancia del azar, que desde el inicio del mudo coloquio con la materia me sugiere nuevas soluciones.

En este trance solo cuentan piedra, madera o bronce para lograr sacar de ellos la mayor resonancia.  Es la materia rica sensual sugerente,  la tenacidad del granito, el cristal del mármol, el brillo pastoso del bronce:  son guías  del cincel y lograr el contacto entre ellas y el escultor, es el acto del más puro amor en que se lleva a cabo la creación.